Santo Evangelio según San Lucas 2, 16-21. Santa María, Madre de Dios (Día octavo de la octava de Navidad)
Por: H. Alexis Montiel, L.C. | Fuente: www.missionkits.org
Por: H. Alexis Montiel, L.C. | Fuente: www.missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, abre mis labios para que pueda cantar todo el amor que me has mostrado al hacerte un pequeño niño, vulnerable, por amor a mí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 2, 16-21
En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, acostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.
Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.
Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Ocho días después de la fiesta de Navidad, la Iglesia nos propone celebrar a santa María, madre de Dios; pero ¿qué significa celebrar hoy a María? ¿No tendríamos que estar celebrando a Jesús por su circuncisión? En verdad podemos decir que celebramos el que María cumplió y aceptó ser Madre de Dios.
«Pero ¿qué no ya había aceptado ser la madre de Dios en el anuncio del ángel?» Realmente sí, desde aquel instante aceptó ser la madre de Dios, pero todas las palabras del mensajero de Dios se cumplieron cuando Jesús recibe su nombre, y viene a ser el Emmanuel, el Dios con nosotros. Es en el nombre que los judíos reciben su misión y es en el nombre de su Hijo que María recibe también una misión.
Como padres y hermanos, podemos no estar de acuerdo con la decisión que toman nuestros seres queridos, pero muchas veces no somos capaces de reconocerlo y aceptar la respuesta que otros quieren dar, pues sabemos que puede significar un adiós para nosotros. Veamos a María, ella como madre, desconocía el fin que tenía su Hijo, y, sin embargo, no dejó el camino, es más, le ayudó a seguirlo. María, dame la fuerza para caminar junto a quien me lo pida, a pesar que su respuesta no me agrade, pues es en el amor en que quiero dar un sí como el tuyo.
«El Evangelio de hoy nos reconduce al establo de Belén. Los pastores llegan a toda prisa y encuentran a María, José y el Niño; e informan del anuncio que les han dado los ángeles, es decir que ese recién nacido es el Salvador. Todos se sorprenden, mientras que “María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón”. La Virgen nos hace entender cómo acoger el evento de la Navidad: no superficialmente sino en el corazón. Nos indica el verdadero modo de recibir el don de Dios: conservarlo en el corazón y meditarlo. Es una invitación dirigida a cada uno de nosotros a rezar contemplando y gustando este don que es Jesús mismo.»
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Alentar a un amigo que no es comprendido por una decisión tomada y ayudarlo a encontrar su felicidad.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén. ¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, abre mis labios para que pueda cantar todo el amor que me has mostrado al hacerte un pequeño niño, vulnerable, por amor a mí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 2, 16-21
En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, acostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.
Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.
Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Ocho días después de la fiesta de Navidad, la Iglesia nos propone celebrar a santa María, madre de Dios; pero ¿qué significa celebrar hoy a María? ¿No tendríamos que estar celebrando a Jesús por su circuncisión? En verdad podemos decir que celebramos el que María cumplió y aceptó ser Madre de Dios.
«Pero ¿qué no ya había aceptado ser la madre de Dios en el anuncio del ángel?» Realmente sí, desde aquel instante aceptó ser la madre de Dios, pero todas las palabras del mensajero de Dios se cumplieron cuando Jesús recibe su nombre, y viene a ser el Emmanuel, el Dios con nosotros. Es en el nombre que los judíos reciben su misión y es en el nombre de su Hijo que María recibe también una misión.
Como padres y hermanos, podemos no estar de acuerdo con la decisión que toman nuestros seres queridos, pero muchas veces no somos capaces de reconocerlo y aceptar la respuesta que otros quieren dar, pues sabemos que puede significar un adiós para nosotros. Veamos a María, ella como madre, desconocía el fin que tenía su Hijo, y, sin embargo, no dejó el camino, es más, le ayudó a seguirlo. María, dame la fuerza para caminar junto a quien me lo pida, a pesar que su respuesta no me agrade, pues es en el amor en que quiero dar un sí como el tuyo.
«El Evangelio de hoy nos reconduce al establo de Belén. Los pastores llegan a toda prisa y encuentran a María, José y el Niño; e informan del anuncio que les han dado los ángeles, es decir que ese recién nacido es el Salvador. Todos se sorprenden, mientras que “María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón”. La Virgen nos hace entender cómo acoger el evento de la Navidad: no superficialmente sino en el corazón. Nos indica el verdadero modo de recibir el don de Dios: conservarlo en el corazón y meditarlo. Es una invitación dirigida a cada uno de nosotros a rezar contemplando y gustando este don que es Jesús mismo.»
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Alentar a un amigo que no es comprendido por una decisión tomada y ayudarlo a encontrar su felicidad.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén. ¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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