La senda de mi camino es
pequeña
Caminamos ya hacia el primer
domingo del mes de agosto. Sabemos también que 'mes comenzado, medio acabado'.
Esto es así, pero no corramos demasiado. No nos comamos la tarta del tiempo
pensando que debemos aprovechar la oportunidad de vivir o experimentar sea como
sea, porque luego, quién sabe qué sucederá. Tampoco nos debemos ocupar en no
hacer nada porque pensamos que todo irá llegando, sea como sea. No se trata de
correr ni de pararse. Esta experiencia del vivir consiste en caminar y a ser
posible hacerlo al ritmo del día y de la noche, del sol y de la luna. Lo
queramos o no ese es el ritmo natural. También existieron y existirán siempre
los ritmos artificiales. Va a ser siempre así por una razón elemental: Nada ni
nadie es tan importante ni poderoso, para nosotros los humanos, como lo es la
casa común de este sol del universo y de su luna que aún no han acabado de
aprenderse del todo las sendas del espacio. Las mentes de la ciencia seguirán
sus investigaciones y todas sus conclusiones serán siempre provisionales.
Los años de la vida aquí de todas cuantas personas han nacido son tan solo un
minúsculo puñado ya se trate de Jesús de Nazaret, del gran zar, del emir
supremo, de Alejandro el primero, de Moisés el padre o de Obeliater el máximo
del norte y del sur aún desconocido por ser la mayor sombra en las
profundidades del abismo.
Alguien pensará que sueño o
desvarío. Sólo trato de respirar y caminar al compás de la serena sensatez que
veo a mi alrededor. Jamás conseguiré ver todo, por eso me saborearé lo que me
acompaña. Jamás lo escucharé todo, por eso no hablare de que sólo esto o lo
otro es lo verdadero...
La senda de mi camino es
pequeña, corta en el espacio y breve en el tiempo, pero es la mía y... ¡la
siento siempre tan concurrida!
Hablo así y escrito queda
porque la lectura de la narración del escritor Lucas el del toro sobre los
Caminos de su Jesús de Nazaret me atrae por sorprendente y siento que cada vez
estos caminos son más inmensamente humanos y humanizadores. Luego, recomiendo un libro para esta nueva semana. Es una
novela que cumple ahora sesenta años. Creo que esta novela sirvió de guion para
una película del mismo título: Criadas y señoras. Se trata de una senda de la
historia de la vida, una más. Tan semejante a todas las demás sendas, caminos o
calzadas y, a la vez, tan peculiar y particular.
Este tema es tan humano que
en cualquiera de los tiempos de la historia y en cualquiera de los espacios de
este mundo pudo haber sucedido lo que se nos cuenta como buena noticia de la
vida en Criadas y Señoras. Acabo de escribir 'buena noticia', que es como
escribir 'evangelio', que diría una persona de habla griega.
En este único Evangelio que
es el vivir y respirar nos movemos. Puedo confirmarte que mi senda es pequeña y
aún me quedan recovecos por investigar sin prisas ni pausas. Y constato en cada
paso que me hallo bien acompañado.
A continuación se encuentran
los comentarios del domingo 7 de agosto.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 19º del TO
Ciclo C (07.08.2022): Lucas 12,32-48. Leo, lees, leemos Lucas 9,51 a
19,27. Me lo escribo CONTIGO:
Se nos sigue leyendo a las gentes de la fe en Jesús de
Nazaret el Evangelio de Lucas a salto de mata. Un trozo sí y el siguiente no.
Sin más explicaciones que la callada por respuesta. Tendríamos que escuchar en
las eucaristías de la Palabra del Resucitado, como se dice en ‘Desiderio 65’,
el relato de Lucas 12,22-31. ¿Tal vez sea complicado para los
celebrantes explicar esto de ‘Buscad más bien su Reino’? Pues diré que
en Lucas 17,21 se explica con toda nitidez: El Reino de Dios está dentro de
cada uno. Nunca fuera, siempre dentro.
De estos
asuntos está escribiendo el Evangelista mientras nos dice que su Jesús de
Nazaret y sus miles de acompañantes suben a Jerusalén. ¿Cómo se organizaban en
este viaje tantos migrantes o peregrinos o seguidores? O, ¿se habían quedado ya
solos Jesús y los DOCE?
Las
primeras expresiones del relato que se nos leerá en la eucaristía del 7 de
agosto dicen esto: “No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha
parecido bien daros a vosotros el Reino” (Lucas 12,32). ¿Se trata de
palabras que dijo, y dice aún, el propio Jesús de Nazaret Resucitado a cuantos
creen en él o sólo a aquellas personas que son los directos sucesores de los
DOCE? ¿Cómo hay que comprender esto de ‘el pequeño rebaño’? Según este
Evangelista, los nombrados ‘discípulos’, ¿forman o no forman parte de los DOCE?
Estas
preguntas que me estoy haciendo no se las inventa mi imaginación o
contemplación crítica. Estas preguntas están en el mismo mensaje del texto
evangélico. Me lo está constatando el propio relato cuando pone en labios de
Pedro esta cuestión: “Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para
todos. Respondió el Señor…” (Lucas 12,41-42).
Añado más
datos a este comentario. ¡Cuánto me hubiera gustado que aquel Jesús de Nazaret
de Lucas hablara sobre estas cuestiones con más precisión y claridad! La
respuesta de aquel Jesús de Lucas comienza en el mismo versículo 42 y se alarga
y alarga y alarga hasta el 48, final ya del texto que se proclama en este
domingo. Continuará esta respuesta en el relato completo que se nos leerá en el
domingo siguiente, día 14 de agosto, Lucas 12,49-53.
Volveré a
recordar que conviene leerse personalmente, una vez y muchas más, en su biblia
el relato completo del Camino del Seguimiento (de 9,51 a 19,27).
El asunto
central que se ventila en estas breves parcelas de texto lucano que se nos leen
en las liturgias de estos domingos es el REINO. ¿Qué es el REINO o, como
dicen otros especialistas, el REINADO de DIOS? Algunas investigaciones dicen
que Reino de Dios es como decir Dios. Pues sea así, pero las preguntas
permanecen: ¿Qué es el REINO? ¿Qué es Dios? Y mis obsesiones me llevan de la
mano donde siempre: “El Reino viene (¿está?) sin dejarse sentir. Y ya no se
dirá ‘vedlo aquí o vedlo allá’, porque el Reino ya está en vosotros. Dentro.
Siempre” (Lc 17,20-21).
El Reino
está en ti y en mí y en todos. Dios también. El aire también y las neuronas,
los sentimientos, las actitudes, las decisiones, los amores, la ira, las
maldades, el sentido común… ¿Acaso no hay personas que a esto lo llaman el
jardín interior? Con tantos ‘jardines interiores’, ¡qué poquito cuesta
imaginarse la presencia de la humanidad entrañable! Ya sé que esto pertenece a
la imaginación y a los adentros, pero así es la utopía. Aquel Jesús de Nazaret
del siglo primero de esta historia común del mundo así lo creía. Así lo anunció
en el Evangelio de su vida y así nos enseñó a anunciarlo y compartirlo en la
mesa de los manteles y alimentos compartidos, creo. Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS con la
otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos: Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos
también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y
nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado
haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a
compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros.
Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda
persona, ¡todo está relacionado!
.
Ahora, Semana 37ª: 07.08.2022: Cita de Kathryn Stockett, Criadas y Señoras. Hay
secretos que lo cambian todo, EMBOLSILLO, Madrid, 2010, 560 páginas.
AIBILEEN.
Capítulo 1. Agosto de 1962
Mae
Mobley nació una mañana de domingo en agosto de 1960. Un bebé de misa, como lo
llamamos nosotros. Me dedico a cuidar bebés de familias blancas, además de a
cocinar y limpiar sus casas. A lo largo de mi vida, he criado diecisiete niños.
Sé cómo conseguir que se duerman, que dejen de llorar y que se sienten en el
orinal antes de que sus madres se levanten de la cama
Sin
embargo, nunca antes había visto a un bebé berrear tanto como a Mae Mobley
Leefolt. El primer día que entré en esa casa allí estaba, colorada como un
tomate y aullando debido a un cólico, luchando por quitarse de encima el
biberón que le ofrecía su madre como si le estuvieran intentando meter en la
boca un rábano podrido. Miss Leefolt contemplaba aterrorizada a su propia hija.
-¿Qué hago
mal? ¿Por qué no consigo que esta cosa se calle?
‘¿Esta
cosa?’ Ése fue el primer indicio que tuve de que había algo raro en esta
historia.
Tomé a
aquel bebé rosita y llorón en mis brazos y lo puse sobre mi cadera para darle
botecitos y removerle los gases. En menos de dos minutos, la pequeña dejó de
llorar y me miró sonriente. Sin embargo, ese día Miss Leefolt no volvió a tener
en brazos a su propia hija. He visto a un montón de mujeres con esa depresión
que las asalta después de dar a luz, así que pensé que se trataría de eso.
Os
contaré algo más sobre Miss Leefolt: además de estar todo el santo día de mala
leche, es una flacucha. Tiene las piernas tan delgadas que parece que todavía
está en edad de crecer. A sus veintitrés años, es desgarbada como una chavala
de catorce. Hasta el pelo lo tiene delicado, de un marrón casi transparente.
Aunque intenta cardárselo, sólo consigue que parezca más fino. Su rostro se
parece a ese diablillo rojo que sale en las cajas de caramelitos de canela,
incluida la barbilla puntiaguda. De hecho, todo su cuerpo está lleno de ángulos
afilados y esquinas. Por eso no sabe calmar a la criatura. A los bebés les
gusta la grasa, enterrar el rostro en tu sobaco y echarse a dormir. También les
encantan las piernas grandes y gordas. Yo sé bastante de eso, ¡sí señor!
Con un
año, Mae Mobley me seguía a todas partes. Al llegar las cinco en punto, la hora
en la que termino de trabajar, se agarraba a mis zuecos y se arrastraba por el
suelo, llorando como si me marchara para no volver nunca. Miss Leefolt me
lanzaba una mirada de enojo, como si yo hubiera hecho algo malo, y me arrancaba
de las piernas a la pequeña, que no paraba de berrear. Supongo que es el riesgo
que corres cuando dejas que otra persona críe a tus retoños.
Mae
Mobley tiene ahora dos años, unos ojazos marrones y tirabuzones de color miel.
La calva que tiene detrás de la cabeza estropea un poco el conjunto. Cuando se
enfurruña, le sale la misma arruga en el entrecejo que a su madre. Se parecen
bastante, aunque Mae Mobley es más gordita, No creo que le den el premio a la
niña más guapa del condado, y tengo la impresión de que esto molesta a Miss
Leefolt, pero a mí me da igual. Mae Mobley es mi Chiquitina especial. Texto
completo, en páginas 7-8.
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