Empezar a ser samaritano
Espero que no te sorprendas
al recibir los comentarios del domingo 21 de agosto. Eres persona muy bien
'ordenada' y no tendrás problemas para guardar desde hoy hasta el 21 de agosto
estas reflexiones. Para entonces no habrá incendios por España; tampoco habrá
guerra por Ucrania; Israel y Palestina habrán hecho las paces; en Nicaragua se
habrá firmado el entendimiento de los unos con los otros; no habrá ya migrantes
hacia las fronteras donde se espera una liberación. Y no deseo hablar de
cárceles... Probablemente para ese 21 de agosto los sueños de muchos que
esperamos todo esto hecho realidad quedarán de nuevo en papel mojado.
Somos condición humana.
Para contar sea lo que sea
estaré por estos surcos de los textos en las horas del último domingo de
agosto. Y desde entonces, todo seguidito domingo tras domingo hasta llegar con
Jesús de Nazaret y sus seguidores a Jerusalén, como nos irá contando Lucas, el
evangelista del toro. Toro no de lidia, sino el de las ofrendas sacrificiales
en el ara-altar del templo del monte Moria o de tantos otros como existen.
Volveré a hablar de Religión,
porque la llevamos tatuada en los lugares más insospechados de nuestra piel
visible e invisible. Volveré a hablar de Evangelización, que se le parece
mucho, pero que no es ni la sombra de lo que muchos imaginan. Evangelizar
es respirar aire y vivir y saborear la buena noticia de ser persona con otras
buenas personas. Con cierta frecuencia la religión olvida, deshumaniza y mata.
En cambio, la evangelización siempre construye, exhorta, cura, sana, alegra,
humaniza entrañablemente. Evangelizar es meterse en los entresijos del
Evangelio y ser cada uno lo que deseamos ser de manera entrañable. Tal vez se
trate de una utopía, pero hay que atreverse a dos cosas:
Una, a empezar, como se
señala en el librito que recomiendo para leerse en esta o en cualquier semana.
Se trata de EMPEZAR.
Y la otra, transparentar,
en cualquiera de los recodos del camino de la vida, que tú y yo somos
samaritanos buenos. Samaritanos buenos. Se dice fácil, pero qué suerte y regalo
para la humanidad es decidirse a serlo de forma tan natural como 'ceder el
paso' o 'pararse a echar una mano' o estar convencido de que todos tenemos el
ombligo redondito.
¡Empezar a ser samaritano
bueno!, que es como transitar por el camino de la solidaridad sinodal.
A continuación se encuentran
los comentarios del domingo 28 de agosto.
Carmelo Bueno Heras.
Domingo XXI TO Ciclo C
(21.08.2022): Lucas 13,22-30.Seguro, se salvan los samaritanos buenos. Lo escribo CONTIGO,
El relato evangélico de este domingo comienza así: “Mientras
caminaba hacia Jerusalén, atravesaba Jesús de Nazaret ciudades y pueblos
enseñando. Uno le dijo […]” (Lucas 13,22). Por el camino que la iglesia
vaticana y su liturgia transitan se nos ha perdido el texto anterior de Lc
13,1-21. Tanto en tiempos de aquel evangelizador Jesús como ahora que lees y
escribo, todos caminamos en sinodalidad y por eso mismo me permito ser de nuevo
un poco incómodo.
El Pepito
Grillo de mi compañero de camino me susurra al oído que el relato de Lucas
13,1-9 ya lo leímos el pasado día 20 de marzo cuando transitábamos las etapas
de la santa Cuaresma. Y le respondo que entonces nada se nos dijo del contexto
y de las razones de aquella elección. Añado además a mi asesor discreto que
jamás comprenderé que se nos silencie el mensaje de aquel laico de Galilea cuando
hablaba del sábado y de sus prácticas mosaicas. ¿Y se puede saber quién da
permiso al censor litúrgico para no leerse uno como tú o como yo las parábolas
del grano de mostaza y de la levadura? Me lo voy imaginando: las parábolas son
cuchillos afilados que penetran en los adentros de la RELIGIÓN hasta
desenmascarar sus deshumanizaciones.
Así las
cosas, decido leerme despacio en mi hora eucarística dominical el relato
completo de Lucas 13,1-34. Es una buena noticia tan radiante y luminosa que
comprendo que muchos profesionales de la RELIGION se sientan sorprendidos y
deslumbrados ante esta evidencia que se llama EVANGELIO.
Creo
entender que este EVANGELIZAR era la tarea específica de aquel Jesús de la
historia que nos sigue invitando a EVANGELIZAR a quienes le acompañamos,
entonces y ahora, en el camino del VIVIR. Lo recupero de nuevo: “Mientras
caminaba hacia Jerusalén, atravesaba Jesús de Nazaret ciudades y pueblos
enseñando. Uno le dijo […]”.
¿Qué fue
lo que le dijo? “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”. Al
parecer, la mismísima santa Teresa de Ávila dejó escrita una posible respuesta
a esta pregunta. Se trataba de la teología de entonces. ¿Se recuerda? Cielo,
Purgatorio e Infierno. Cielo de la Trinidad con sus santos y santas semivacío;
Purgatorio pobladísimo de bebés, y no tan bebés, sin bautismo; e Infierno
atestado de pecadores eternamente sufridos sufridores.
¿Esto es
lo que enseñaba la EVANGELIZACIÓN del laico de Galilea llamado Jesús, según
Lucas?
Al
escuchar esta pregunta que se le hace aquí a este Jesús del Evangelista Lucas
se me despierta la memoria de haber leído ya este mismo asunto no hace tanto
porque ya nos lo meditamos el pasado domingo día 10 de julio: “Se levantó un
hombre de la Ley y le dijo a Jesús para ponerlo a prueba: ¿qué he de hacer para
tener en herencia vida eterna?” (Lucas 11,25).
Desde el
momento de esta meditación nadie hemos olvidado la parábola de aquel
‘samaritano bueno’, prójimo de cuantos están deshumanizados. Este tal
‘samaritano’ ¿no pertenecía a esos últimos de los que nos vuelve a hablar Lucas
en 13,30, final del Evangelio de este domingo?
Precisamente
estos ‘samaritanos buenos’ serán los primeros en sentarse a la mesa del reino
ya sean personas, hombres o mujeres, de oriente o de occidente, del norte o del
sur, de esta o de aquella religión, sea cual sea su color de piel, o su
expediente académico, o su tierra de origen, o las economías de sus tarjetas...
¿Qué es salvarse? Ser ‘samaritano bueno’. C. Bueno Heras
CINCO MINUTOS con
la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos
Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos
también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y
nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado
haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a
compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros.
Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda
persona, ¡todo está relacionado!
.
Ahora, Semana 39ª: 21.08.2022: Cita de José Ramón Busto Sáiz, Cristología para
empezar, Sal Terrae, Colección ALCANCE 43, Santander, 1996.
Introducción
Dice
Walter Kasper que la profesión ‘Jesús es el Cristo’ resume toda la fe cristiana
y que la Cristología es la concienzuda exposición de esa profesión (W. Kasper,
Jesús, el Cristo, Ed. Sígueme, Salamanca, 1976, 14). Así pues, la Cristología
consiste en explicar la frase ‘Jesús es el Cristo’. Como, a su vez, esta frase
es el centro de la fe cristiana, la Cristología es el centro de la Teología.
Toda otra cuestión teológica sobre Dios, sobre la Iglesia, sobre el hombre,
sobre el mundo presente o futuro, depende de lo que hayamos dicho en la
explicación de esa profesión de nuestra fe, de manera que la confesión ‘Jesús
es el Cristo’ es la clave de toda la Teología.
En el
momento actual, la Cristología es un tratado suficientemente hecho y que se
halla en el mundo teológico en pacífica posesión. No ocurre lo mismo con otros
tratados teológicos que están repensándose, haciéndose -a veces
conflictivamente, incluso-, como ocurre quizá con el tratado sobre la Iglesia.
A ello contribuye el hecho de que los demás tratados teológicos dependen en
gran medida de lo que se haya dejado asentado en Cristología, y por ello los
teólogos, sólo después de que la Cristología haya alcanzado un importante grado
de consenso, han pasado a dedicar sus esfuerzos a los tratados sobre Dios, el
hombre o la Iglesia.
Reinaldo
Fabris, en el prólogo de su libro, Jesús de Nazaret, publicado en castellano en
1985, anuncia su intención de recoger en su trabajo todo aquello que la
investigación de los últimos 30 años ha dado por adquirido. Otra cosa es que
esos conocimientos que el mundo de los especialistas tiene por adquiridos sean
suficientemente públicos para el conjunto de los cristianos ‘de a pis’.
Contribuir a esa publicidad es el objetivo de estas páginas. Éste es un
opúsculo ‘para empezar’ a conocer la Cristología actual. Nació como fruto de
unas conferencias ofrecidas a los educadores de la provincia de Castilla de la
Compañía de Jesús. Ninguno de los temas que en él se tratan puede faltar en una
Cristología. Sin embargo, existen otros muchos aspectos importantes que no se
tratan aquí y que los lectores iniciados echarán en falta enseguida. Al mismo
tiempo, los que aquí se exponen son susceptibles de un estudio más profundo y
pormenorizado. Este estudio se puede realizar en los libros que se citan […]
Estas páginas sólo pretenden, pues, hacer públicos con brevedad y de modo
accesible algunos temas centrales de Cristología que otros trabajos, más
sesudos y amplios, han desarrollado ya.
Comienza con un capítulo introductorio a la exposición
propiamente cristológica, en el que se tratan temas críticos y metodológicos
(I). A éstos sigue el discurso propiamente cristológico, que discurrirá por el siguiente camino: tras una exposición sobre la
vida y la historia de Jesús (II), nos aproximaremos, desde un punto de vista histórico, al planteamiento
del conflicto que provocó su muerte (III); pasaremos luego a estudiar los
testimonios literarios e históricos sobre su resurrección y su significado
creyente (IV), para acabar exponiendo el contenido de nuestra fe en Jesucristo
y su salvación (V). Texto completo, en las páginas 9-11.
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