En Nápoles, de la Campania, san Asprenato, primer obispo de esta población. († s. II/III)
En Autun, en la Galia Lugdunense, san Eufronio, obispo, que edificó una basílica en honor del mártir san Simforiano y adornó con mayor decoro el sepulcro de san Martín de Tours. († d. 475)
En el monte Másico, de la Campania, san Martín, que, llevando vida solitaria, permaneció muchísimos años retirado en una angosta cueva. († 580)
En Anagni, en el Lacio, san Pedro, obispo, que brilló en primer lugar por la observancia monástica y después por el celo pastoral, llevando a término la construcción de la iglesia catedral. († 1105)
En Lucera, en la Apulia, beato Agustín Kazotic, obispo, de la orden de Predicadores, que en un principio estuvo al frente de la Iglesia de Zagreb y, posteriormente, por la hostilidad del rey de Dalmacia, asumió la sede de Lucera, donde desarrolló una gran obra de ayuda en favor de los pobres y los necesitados. († 1323)
En Alicante, en España, beato Salvador Ferrandis Seguí, presbítero y mártir, que en la persecución contra la fe derramó su sangre por Cristo y alcanzó, así, la palma de la gloria. († 1936)
En el pueblo de Samalús, cerca de Barcelona, también en España, beatos mártires Alfonso López López, presbítero, y Miguel Remón Salvador, ambos religiosos de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, que en la misma persecución recibieron la corona del martirio por dar testimonio de Cristo. († 1936)
En Barcelona, nuevamente en España, beato Francisco Bandrés Sánchez, presbítero de la Sociedad Salesiana y mártir, que, en tiempo de la misma persecución, confirmó con su sangre su fidelidad al Señor. († 1936)
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