Una ola de fuego, breve o
leve.
Dije no hace mucho en esta
misma ventana que el verano de las tierras de mi infancia solía durar de 15 de
julio a 15 de agosto. De Virgen a Virgen. Pues ya, casi-casi-casi, hemos
llegado. Y al parecer este verano, por este año de olas de calores, aún no ha
acabado. Espero que estas olas no nos acompañen hasta la virgen de septiembre,
el día 8, nuestra señora de Mamblas, por esas mismas tierras de
Covarrubias de Burgos.
Septiembre nos huele ya a
curso nuevo en las tareas educativas y en las políticas. Para esas fechas, todo
está ya engrasado para el año nuevo escolar. Para este nuevo curso
habrá una especialidad universal: La competencia digital.
Avisados estamos. Competencia
digital. Nacer de nuevo. Reciclarse o desaparecer. Va a ser una nueva ola, la
digital. Ya estamos en su bucle inicial. Ella llega y nos alcanza. ¿Cómo? Sí o
sí.
Así me parece que vino a ser
el lenguaje de Lucas, el del toro, cuando nos habla de la presencia y actuar de
su Jesús de Nazaret: He venido a prender fuego a la tierra.
Y por si no hubiera leña
suficiente en este fuego, he seleccionado como librito de la semana una
novelita del milenio y siglo pasados que lleva por título 'El papa ha
desaparecido'. Precioso y preciso ejercicio de humor en toda su extensión.
Humor que es siempre la otra manera de hablar de lo que nos ocurre. ¿Se imagina
uno que el actual, o el otro, de buenas a primeras, lía el petate y se nos
marcha del Vaticano a, por ejemplo, no se sabe dónde?
No deseo ni pensarlo, pero de
esto ya se escribió, por si sirviera de referencia.
No digo nada más en esta
presentación, porque este fin de semana teletrabajaré doble para no descolgarme
de mis compromisos en el verano.
Así pues, a continuación se
encuentran los comentarios del domingo 14 de agosto.
Y estos mismos comentarios se
encuentran en el archivo adjunto.
Carmelo Bueno Heras.
Domingo 20º Tiempo
Ordinario C (14.08.2022): Lucas 12,49-53
El fuego del Evangelio
es una humanidad entrañable. Lo
escribo CONTIGO,
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo!
Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se
cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra
tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la
madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la
nuera contra la suegra».
He
copiado completo el texto evangélico que se nos lee al pueblo en la liturgia de
este nuevo domingo. El Evangelista coloca estas palabras en boca de su Jesús de
Nazaret. Así se dice en la primera expresión del texto litúrgico que acabo de
transcribir. Si alguien lee en su biblia Lucas 12,49 no encontrará ahí esa
expresión. ¿Será cierto que tales palabras salieron textualmente de la boca de
Jesús de Nazaret? En realidad, ¿todo el capítulo duodécimo de este Evangelio es
un inmenso discurso del laico de Galilea llamado Jesús?
He
venido a traer fuego a la tierra y deseo verla incendiada. Cuantas más
veces la leo más dudas me nacen dentro de mis capacidades de comprensión.
Literalmente se está diciendo que aquel Jesús que camina desde Galilea hacia
Jerusalén con quienes le acompañan era un pirómano. Mi sentido crítico se niega
a imaginar tal identidad para la persona de quien me fío. Debo suponer que se
trata de una expresión simbólica, tan peculiar del lenguaje de las parábolas,
sean bíblicas, evangélicas, religiosas, profanas o literarias.
¿Podría
valer como interpretación no descabellada esta que me nace en más de una
ocasión cuando leo estos mensajes de Lucas?: He venido a sembrar un reino en la
tierra y deseo que ya esté despertado y bien arraigado. El fuego es el reino. Y
ambos, el fuego y el reino, crean las divisiones y los enfrentamientos.
Invito a
quienes pasean sus ojos por estos surcos del comentario que se vuelva a leer
Lucas 9,22: “Dijo [Jesús de Nazaret]: este Hombre debe sufrir
mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas,
ser matado y resucitar al tercer día”. Los estudiosos llaman a éste y otros
mensajes semejantes “anuncios de la pasión”, que los Evangelistas colocan en
boca de su Jesús de la historia a modo de profecía que, tal vez, nunca existió
como tal sino sólo en las narraciones del Evangelio.
Es
curioso que los Evangelistas Marcos y Mateo sitúan estos ‘anuncios de la
pasión’, que fueron tres, en el ‘camino de subida de su Jesús desde Galilea a
Jerusalén’. Lucas, en cambio los ha situado, al menos dos, antes de que su
Jesús iniciara esta ‘esta subida’ (Lucas 9,22 y 9,44-45). Desde la vida de
aquel Jesús de la historia hasta la escritura de los Evangelios por sus
Evangelistas han transcurrido unos cuarenta años en los que se han contado y recontado,
oralmente y por escrito, los hechos de la muerte de Jesús y de la fe de sus
seguidores.
Parece
muy probable que la Religión de los ancianos, los sumos sacerdotes y los
escribas de Jerusalén se sintió profundamente ‘zarandeada’ en sus raíces del
pasado y en sus frondosas ramas del presente por la buena noticia del reino que
representaba el laico de Galilea llamado Jesús de Nazaret que tan abiertamente
hablaba de la humanidad entrañable de los unos con los otros en la realidad de
la vida en esta tierra. Y esto se lo estaba diciendo Jesús a sus discípulos y a
la gente que le acompañaba (Lucas 12,54). Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA
entre las manos
Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos
también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y
nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado
haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a
compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros.
Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda
persona, ¡todo está relacionado!
.
Ahora, Semana 38ª: 14.08.2022: Cita de Gérard Bessière, El papa ha
desaparecido, Sígueme, Salamanca, 1972, 103 páginas.
Estaba en
lo alto de la escalera, a la entrada del metro, con el transistor en la mano.
Había dejado la caseta de lona amarilla, en la que la lámpara de acetileno se
balanceaba encima de dos grandes pilas de ‘Le Monde’ y de ‘Le Figaro’. Los
periódicos solo eran papel. La noticia acababa de escaparse del transistor. Y
ella, con sus mejillas encarnadas, su pantalón de entretiempo, había sentido un
escalofrío por todo su cuerpo. Y luego lágrimas en los ojos. Entonces había
dejado los periódicos. Con el transistor se había acercado a la escalera del
metro. Las puertas golpeaban cuando las filas de hombres y mujeres se hacían menos
densas.
Mientras
escuchaba el transistor iba repitiendo: ‘El papa ha desaparecido. Dicen que el
papa ha desaparecido’.
Muchos se
detenían:
-Desaparecido…
pero ¿de dónde ha desaparecido?
-Ha
desaparecido del Vaticano.
-Desaparecido,
pero ¿quién se lo ha llevado, lo han secuestrado?
-No se
sabe, señora, sólo dicen que ha desaparecido. Desde ayer tarde, dicen…
-¡No es
posible!
-Mire,
escuche…
La voz
metálica e incansable seguía brotando del transistor: ‘Hasta ahora no se ha
registrado ni guna reacción internacional. Los gobiernos dan muestras de la
mayor discreción. Según nuestro corresponsal en Roma, el gobierno italiano ha
convocado una sesión extraordinaria esta mañana a las once. A la salida del
Quirinal ningún ministro ha querido hacer declaraciones. Esperamos dentro de
unos instantes conectar con nuestro enviado especial en el Vaticano. Un
momento… Aquí Roma’.
El papa
ha desaparecido. La vendedora de periódicos había bajado un poco el volumen del
transistor. Los transeúntes sólo captaban algunas frases.
-Y ¿Dónde
está?
-No se
sabe. Dicen que la policía busca por todas partes, en los aeropuertos, en las
carreteras…
Se oía la
voz engolada del corresponsal en medio de la barahúnda de la muchedumbre y de
las interferencias radiofónicas: ‘La emoción es intensa en la plaza de san
Pedro. Desde hace media hora afluye una masa de gente. Forma ya un grupo
compacto. Todos los rostros se dirigen al balcón en el que aparecía el papa los
sábados y domingos. Muchas mujeres lloran. Los ojos se vuelven también hacia la
ventana del despacho de las dependencias pontificias, donde la luz permanecía
encendida hasta altas horas. Ahora no se distingue en la oscuridad del edifico.
El murmullo de una oración va en aumento…”.
‘El papa
ha desaparecido’.
-¡A mí
qué me importa!, dijo un joven que pasaba.
-Fíjese,
la juventud. No tienen ningún respeto. El papa…, dése cuenta. Esos melenudos no
respetan nada… y luego viven sin dar golpe.
Se
formaban grupos que poco después se deshacían: ‘Quizá sean extremistas que se
lo han llevado como rehén. Después del secuestro de aviones y de diplomáticos,
sólo faltaba esto, es increíble. El papa a pesar de todo es el papa… La voz
gangosa… Texto completo, en págs 9-11.
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