Memoria de san Antonio, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Portugal, primero fue canónigo regular y después entró en la Orden recién fundada de los Hermanos Menores, para propagar la fe entre los pueblos de África, pero se dedicó a predicar por Italia y Francia, donde atrajo a muchos a la verdadera fe. Escribió sermones notables por su doctrina y estilo, y por mandato de san Francisco enseñó teología a los hermanos, hasta que en Padua descansó en el Señor. († 1231)
En la vía Ardeatina, a siete miliarios de la ciudad de Roma, santa Felícula, mártir. († c. 90)
En Alejandría, en Egipto, beato Aquíleo, obispo, insigne por su erudición, su fe, su vida y costumbres. († 312)
En Nicosia, en la isla de Chipre, san Trifilio, obispo, que defendió con firmeza la fe de Nicea y, como afirma san Jerónimo, fue el orador más elocuente de su tiempo y gran comentarista del Cantar de los Cantares. († 370)
En Abruzo, san Ceteo o Peregrino, obispo de Amiterno, el cual, al invadir los lombardos el territorio, falsamente acusado de haber traicionado a la ciudad, fue condenado a muerte y ahogado en el río. († c. 600)
En Alejandría de Egipto, san Eulogio, obispo, célebre por su doctrina, al que el papa san Gregorio Magno escribió varias cartas, diciendo de él: «No está lejos de mí el que está unido a mí». († c. 607)
Cerca de Limoges, en Aquitania, san Salmodio, eremita. († s. VII)
En la región de Lyon, en la Galia, san Ragneberto, mártir, el cual, de origen noble y adornado de virtudes, se hizo odioso a Ebroino, maestro de palacio, quien lo envió al destierro y finalmente lo hizo asesinar. († 680)
En el valle de Larboust, en los Pirineos, san Aventino, eremita y mártir, muerto, según la tradición, a manos de los mahometanos. († s. VIII)
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Fandila, presbítero y mártir, que en la persecución desencadenada por los sarracenos, en tiempo del emir Mohamed I, fue decapitado por su fe en Cristo. († 853)
En el monasterio de Clairvaux, en Borgoña, beato Gerardo, monje, hermano de san Bernardo, que, doctrinalmente preparado, demostró una especial prudencia y acertado criterio en el campo de la espiritualidad. († 1138)
En Hué, en Annam, santos Agustín Phan Viet Huy y Nicolás Bui Viet The, mártires, los cuales, llevados primero por el miedo, profanaron la Cruz, pero arrepentidos de inmediato, solicitaron del emperador Minh Mang ser juzgados de nuevo como cristianos, y fueron heridos mortalmente y arrojados al mar, aún vivos, desde una nave. († 1839)
En la aldea de Naumowicze, cercana a Grodno, en Polonia, beata María Ana Biernacka, madre de familia y mártir, que durante la ocupación militar de su patria en tiempo de guerra, se ofreció espontáneamente a los soldados en lugar de su nuera encinta y, fusilada de inmediato, recibió la gloriosa palma del martirio. († 1943)
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