VOTAR, MANDAR Y PACTAR
Hace cuatro días mal contados
hablaba o escribía de las 'elecciones' en esta página de presentación de los
comentarios del Evangelio. Y también hablaba de ello hace no mucho en ese
comentario que ofrezco semana tras semana en la página titulada 'Cinco minutos
de aires bíblicos'. Hemos llegado, paso a paso de la mano del tiempo que camina
a su ritmo, al primer domingo del mes de junio. Y en esta tierra que me
sostiene seguimos 'de hoz y coz' de elecciones.
Nos va a durar lo suyo este
asunto que nos trajo en jaque desde los primeros días del pasado mes de mayo. Y
hasta hoy. Y se nos anuncia a bombo y platillo que el día 23 de julio las
urnas nos estarán esperando con sus bocas abiertas para recibir nuestros votos.
Entre unas cosas y otras, entre alcaldías, autonomías y nacionalidades nos
atrevemos a votar, aunque siempre nos ronda una profunda sensación de 'poca
utilidad'.
Y escribo entre comillas
'poca utilidad', porque la tan traída y llevada política nunca acaba de
arreglarnos la realidad del día a día de nuestra vida con sus mil y una
problemáticas. La política y sus políticos no acaban nunca de liberarnos de
nuestros ahogos, dolores e inseguridades.
Me llama muy poderosamente la
atención en este maremagnun de la política y de sus correspondientes
elecciones un par de verbos, en apariencia, sencillamente normales: mandar y
pactar.
En estos tiempos de
elecciones nos compartimos, los unos a
los otros, más o menos conscientemente, que deseamos mandar o que se nos mande
así o asá. Tan sencillo como complicado. Y este proceso tan solidario como es
el compartir algo tan básico como esto que acabo de expresar sólo puede
realizarse mediante el diálogo, los acuerdos y, en definitiva, los llamados
'pactos de legislatura'.
Así, pues, me quedo con esta
trinidad 'verbal', por referencia a estas tres acciones: VOTAR, MANDAR, PACTAR.
Seguramente que se trata de
'una trinidad de tejas abajo', mundana o de aquí, por relacionarla con esa otra
'trinidad de tejas arriba', divina, celestial y del 'más allá'. ¿El 'mandar' le
corresponde al padre? ¿El 'votar' le corresponde al hijo? ¿Y el 'pactar' es
tarea de la madre? Sería una parábola posible, me digo.
Podríamos seguir con la
parábola de la trinidad de trinidades y casi estaría por asegurar que las aguas
de esta convivencia nuestra seguirían más revueltas que cristalinas.
¡Qué cosas tan curiosas nos traemos entre manos los humanos!
A continuación se encuentran
los comentarios del domingo 4 de junio.
Carmelo Bueno Heras
Domingo de la Santísima
Trinidad A (04.06.2023): Juan 3,16-18. Así lo comento y comparto CONTIGO:
MI MANDAMIENTO ÚNICO: QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS
Llegamos
al penúltimo domingo antes de las celebraciones del llamado ‘Tiempo Ordinario’
en este Ciclo A de la Liturgia de la Iglesia católica vaticana. Este domingo,
el primero del mes de junio día cuatro, está dedicado al padre, la madre y el
hijo. Escrito todo en minúsculas o en mayúsculas, en cursiva o en negrita.
Vendría a ser ¿‘la familia del cielo’?, me digo internamente. El último domingo
de estas celebraciones estará dedicado al ‘Cuerpo y Sangre de Cristo’.
El
texto bíblico que se nos leerá en la celebración de la Santísima Trinidad es Juan
3,16-18. Una trinidad de versículos que a todo lector les sonará a
requeteconocidos:
“Tanto
amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en
él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque
Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se
salvara por él.
El
que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no
haber creído en el Hijo único de Dios”.
Me
estremece los adentros de mi humanidad el leer y escuchar esto, en particular:
“pero el que no cree en el Hijo único de Dios ya está condenado ‘aquí’ y en ‘el
más allá’ de la vida eterna”. ¿Éste es el amor del Dios en quien creía Jesús
de Nazaret? Si esto es así, comprendo en toda su dimensión que la tarea de
todo seguidor de ese tal Jesús y de su Dios sea misionar hasta conseguir la
conversión de todos los seres humanos vivientes y conseguir entonces que sólo
exista un Dios, el único, el verdadero, el católico, apostólico, romano y
vaticano. Me sigo estremeciendo profundamente. Esto y así jamás podrá
considerarse como el centro y culmen del dogma y de la práctica de una RELIGIÓN
como la católica.
Una
vez más sigo mi costumbre de tomar la Biblia entre mis manos y localizar
(encontrar, como un geógrafo del libro, el lugar exacto) dicho texto para
ubicarlo correctamente en su contexto narrativo, en primer lugar, y en el
entorno del pensamiento del autor, hasta donde nos sea posible. Hecho esto, se
constata inmediatamente que es preciso leerse y dejarse sorprender por todo el
conjunto de Juan 3,1-21: el encuentro nocturno del Jesús de Nazaret del
cuarto Evangelio con el hombre de autoridad del partido fariseo llamado
Nicodemo. Curiosamente, este encuentro de ambos personajes sólo sabemos que
llegó a producirse porque nos lo ha contado este Evangelista. Los tres
sinópticos, Marcos, Mateo y Lucas lo desconocían o no lo consideraron con la
importancia debida.
Y
añado otro pormenor no menos significativo. A este judío fariseo Nicodemo lo
volveremos a encontrar en Juan 7,37-53. Quien se lo lea una vez no lo
olvidará jamás. Y, muy gratamente lo encontraremos, por tercera vez, en Juan
19,38-42 cuando el sepultamiento de Jesús. Estos datos del narrador Juan
nunca se nos leerán a la Asamblea de la santa misa dominical porque el
Evangelio de Juan no tiene lugar en un Ciclo D, como los demás Evangelios.
Este
Nicodemo del Evangelista Juan es, sencillamente, un revolucionario teológico. Y
es a él a quien se le dedican todas las afirmaciones del Jesús en Juan
3,16-18. Este Nicodemo, siendo una autoridad del judaísmo militante en el
partido fariseo, se atreve a dialogar con aquel Jesús del cuarto Evangelio como
lo hiciera también la mujer samaritana (Juan 4). Ambos dejaron a un lado del
camino de su vida los dogmas de su RELIGIÓN para acoger el único EVANGELIO del
laico de Galilea, según Juan 13,35: Amarse unos a otros. Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS de AIRES BÍBLICOS
. Si se
puede decir en un artículo de revista, ¿para qué escribir un libro de 200
páginas?
. Si se
puede decir en una página, ¿para qué escribir un artículo de revista?
. Si se
puede decir en un puñado de versos, ¿para qué escribir una página?
.
Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’ es una semilla que confío a la sabiduría
de tu saber leer, que es despertar; de tu saber interpretar, que es cuidar; de
tu saber compartir, que es saborear. Siempre pretenderé que esta ‘semilla de
los cinco minutos’ tenga la ‘denominación de origen’ de su autor.
Semana 28ª (04.06.2023): Elogio del arameo
Me estoy poniendo muy pesada con tanto elogio, pero
pasar a la posteridad dejando una trilogía, es una tentación demasiado fuerte.
Lo del arameo viene de que, en vez del hebreo en que
está escrita la Biblia, lo que hablaban los judíos más tardíamente era el
arameo y en las sinagogas, después de leer los textos bíblicos en hebreo, un
traductor (targumista le llamaban) lo volvía a leer en la lengua que
entendían todos. Me parece una costumbre fantástica y de muy conveniente
imitación en nuestra Iglesia y, si yo fuera obispo, crearía en mi diócesis
escuelas de targumistas que se especializaran en traducir a un arameo que todo el mundo
comprendiera, ese lenguaje que desde hace mucho tiempo ha dejado de significar
algo para la mayoría de la gente. Ignoro por qué cierta terminología fijada en
tiempos pretéritos, pero que ya no refleja experiencias reales, posee ese
misterioso poder de seducción que nos hace seguir usándola en lugar de las
palabras de cada día que conectan con lo que piensan, sienten, temen y esperan
la mayoría de los hombres y mujeres a los que está dirigido el Evangelio.
A aquellos gestos de Jesús de bendecir y partir el pan
y de partirse la vida por la gente, o de brindar con sus amigos y pasarse la
copa para expresar su deseo de compartir la misma suerte, no les hacía falta
traducción. Y sigue sin hacer falta que los compliquemos con palabras tan raras
como intención, que hasta el ordenador la subraya y corrige
sustituyéndola por ‘intención’.
Pensándolo bien, más eficaz que lo de los targumistas
sería ponernos a la escuela de idiomas
del Maestro y aprender de él aquel lenguaje y gestos suyos de humanidad honda y
cálida que les llegaban a todos. Los que la gente sigue entendiendo hoy.
Dolores Aleixandre, en Vida Nueva del 21 de octubre de
2006, página 13.
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