San Marcelino, presbítero, y san Pedro, exorcista, mártires, acerca de los cuales el papa san Dámaso cuenta que, durante la persecución bajo Diocleciano, condenados a muerte y conducidos al lugar del suplicio, fueron obligados a cavar su propia tumba y después degollados y enterrados ocultamente, para que no quedase rastro suyo, pero más tarde, una piadosa mujer llamada Lucila trasladó sus santos restos a Roma, en la vía Labicana, dándoles digna sepultura en el cementerio «ad Duas Lauros». († c. 304)
En Lyon, en la Galia, santos mártires Potino, obispo, Blandina y cuarenta y seis compañeros, cuyo valeroso y reiterado combate, que tuvo lugar en tiempo del emperador Marco Aurelio, está atestiguado en la carta que la Iglesia de Lyon envió a las Iglesias de Asia y Frigia. El obispo Potino, ya nonagenario, falleció al poco de ser encarcelado, y algunos otros también murieron en prisión, mientras que los restantes fueron expuestos como espectáculo en el anfiteatro, ante miles de personas, donde los que eran ciudadanos romanos perecieron decapitados y los demás entregados a las fieras. Por último, Blandina, reservada para un combate más cruel y prolongado, después de haber estado alentando a sus compañeros, les siguió a la gloria al ser también decapitada, tras padecer prolongadas y crueles torturas. Estos son los nombres: Zacarías, presbítero, Vecio Epagato, Macario, Asclibíades, Silvio, Primo, Ulpio, Vital, Comino, Octubre, Filomeno, Gemino, Julia, Albina, Grata, Emilia, Potamia, Pompeya, Rodana, Biblis, Quarcia, Materna, Helpis; Santo, diácono; Maturo, neófito; Atalo de Pérgamo, Alexander de Frigia, Pontico, Justo, Aristeo, Cornelio, Zosimo, Tito, Julio, Zotico, Apolonio, Geminiano, otra Julia, Ausona, otra Emilia, Jamnica, otra Pompeya, Domna, Justa, Trófima y Antonia. († 177)
En Formia, de la Campania, san Erasmo, obispo y mártir. († c. 303)
En Roma, en la basílica de San Pedro, san Eugenio I, papa, que fue sucesor de san Martín, mártir. († 657)
En el Bósforo, en la Propóntide, muerte de san Nicéforo, obispo de Constantinopla, que, tenaz defensor de las tradiciones, se opuso con decisión al emperador iconoclasta León el Armenio, sosteniendo el culto de las sagradas imágenes. Expulsado de su sede, fue relegado largo tiempo en un monasterio, donde entregó su alma a Dios. († 828)
En Acqui, del Piamonte, san Guido, obispo. († 1070)
En Trani, de la Apulia, san Nicolás, peregrino, que, natural de Grecia, recorría toda la región llevando un crucifijo en la mano y repitiendo incesantemente «Señor, ten piedad». († 1094)
En Sandomierz, junto al río Vístula, en Polonia, beatos Sadoc, presbítero, y sus compañeros de la Orden de Predicadores, mártires, que, según la tradición, fueron víctimas de los tártaros mientras cantaban la Salve Regina, saludando al final de su existencia a la Madre de la Vida. († 1260)
En la ciudad de Au Thi, en Tonquín, santo Domingo Ninh, mártir, joven agricultor, que, por no querer pisotear la Cruz, fue decapitado en tiempo del emperador Tu Duc. († 1862)
En Ban Talang, Houaphan, Laos, beato Joseph Tien [Thao Tien], sacerdote del vicariato apostólico (actual diócesis) de Thanh Hoá y mártir. († 1954)
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