Agua y Abanico
Para transitar por esta ola
de calores sin llegar a perder la compostura me sugiero un par de remedios, de
entrada: agua y abanico. Es decir, mantenerme hidratado y tener siempre la
sensación de que no me falta el aire. Así sigo y no me va del todo mal. Transito,
que no es poco, sino lo más importante. Y después de esto, todo lo demás,como
por ejemplo, escribir lo justito (breve y poco, como trataré de hacerlo en esta
presentación) y leer más bien menos, es decir, lo bastante como para no perder
el hábito de alimentarse. Y a ser posible que esta lectura se lleve a cabo
en lo más parecido a la narración de pequeñas aventuras.
Me refiero a esas pequeñas
aventuras semejantes a las que suelen suceder en las narraciones llamadas
parábolas.
Me agrada este asunto de las
parábolas precisamente porque en las tres semanas que nos llegan se nos permite
la lectura pública del llamado 'Tercer discurso de Jesús', o de 'las parábolas'
que el narrador Mateo coloca en boca de su galileo judío y laico Jesús de
Nazaret. Toda parábola suele ser breve, directa, fácil de comprender en un
principio, pero, a la vez, incisiva, provocadora y de efecto más duradero de lo
que el lector se imagina.
Esto lo llegué a comprender
muy bien cuando descubrí por primera vez la parábola que el profeta Natán, de
la corte del rey David, se inventó para proclamar muy alto, muy claro, muy
directo y certero que su mismísimo rey, el Rey David de Israel y Judá, estaba
siendo un criminal asesino y un hereje blasfemo al mismo tiempo. Esto es lo que
se cuenta en el segundo libro de Samuel 12,1-7. Cuando el lector desee y quiera
ser curioso decidirá leer el capítulo anterior y el siguiente para caer en la
cuenta del valor de esta y de muchas otras parábolas.
Y dicha toda esta inmensidad
de minucia conviene adentrarse en los dos comentarios que se encuentran a
continuación.
Carmelo Bueno Heras.
Domingo 15º del TO
Ciclo A (16.07.2023): Mateo 13,1-23
Así lo comento y comparto CONTIGO:
NO HAY PEOR SORDO QUE
QUIEN NO QUIERE OÍR
Comienzo
este comentario con una perogrullada: ‘después del segundo viene el tercero’.
Me refiero a los discursos que el Evangelista Mateo pone en boca de su Jesús de
Nazaret. Recuerdo que el primero de estos discursos se le suele llamar ‘De las
Bienaventuranzas’ y al segundo, el discurso ‘De la misión’. Y ahora añadimos
que el tercer discurso es el ‘De las parábolas del Reino’. Adelanto ya que
estas parábolas del Reino son siete: la Del sembrador, la De las semillas, la
De la mostaza, la De la levadura, la Del tesoro, la De la perla y la De la red.
¿Qué no
se ha dicho y escrito sobre este tema de las parábolas? Dudo que pueda añadirse
algo tan novedoso como revolucionario que no se haya, al menos, insinuado. En
este domingo y en los dos siguientes tendremos la oportunidad de saborear
completo este discurso de las parábolas. Y, para este domingo, se nos proclama
la primera de todas ellas: la del sembrador (Mateo 13,3-9). Y se nos añaden dos
asuntos más: uno, la respuesta a una importante pregunta: ¿Por qué hablaba
Jesús en parábolas? (Mateo 13,10-17); dos, la explicación del propio Jesús de
Mateo de su primera parábola (Mateo 13,18-23).
Dicho lo
anterior, añado esto, que es lo primero que nos dice el Evangelista en este
domingo 18 de julio: “Salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar.
Se reunió tanta gente junto a él que hubo de subirse a una barca… Y, él les
habló muchas cosas en parábolas…” (Mateo 13,1-3). Este discurso de las
parábolas está dirigido a todas las gentes de entonces y de todos los
tiempos. No son palabras para unos poquitos elegidos, sabios, únicos o
importantes.
Tú y yo y
nosotros, gentes del siglo XXI estamos entre esos destinatarios del mensaje de
estas parábolas. Así, pues, guiados por la explicación del propio Jesús de
Mateo (13,18-23), todos somos ‘OYENTES DE LA PALABRA DEL REINO’. Y como tales
oyentes se nos permite el atrevimiento de escoger: ser un sembrador o ser una
semilla sembrada. O, tal vez resulte mucho más interesante identificarse con la
sola tarea de ser ‘OYENTE’, el que oye, el que recibe, el que acoge, el que
rechaza, el que oculta, el que disfraza, el que… se sabe y se siente terreno
del sembrador o de la semilla, campo, camino, huerto… ¡del sembrador y de sus
semillas! Me encanta tanta libertad interpretativa.
Por fin,
en este comentario tan deshilvanado sobre este asunto de las parábolas, quiero
dejar constancia de la pregunta que los seguidores plantean a Jesús: “Por
qué les hablas en parábolas” (Mateo 13,10). La respuesta de este Jesús
de Mateo es, sencillamente, provocativa y demoledora. Cuando uno lee con
detenimiento el texto de Mateo 13,11-17 se sorprende de la cita de Isaías que
el Evangelista pone en boca de su Jesús de Nazaret. Se denuncia una
radical deshumanización de las gentes del judaísmo y de su RELIGION:
ciegas porque no quieren ver y sordas porque no quieren oír.
La
Religión acaba por ensordecer y enceguecer a la persona. Y de ahí surgirá la
parálisis definitiva en el hacer y decidir que es el pensar: se les ha embotado
el corazón. La Buena Noticia del Reinado de Dios, sembrada en cada parábola,
libera de la atadura de la obediencia a la Religión. Así se anuncia desde el
propio Isaías. Y esta cita del profeta que leemos aquí la encontramos también
en los otros tres Evangelios y en el final del libro de los Hechos
que constatará la conversión del mismísimo Saulo de Tarso en su
estancia final en Roma (Hechos 28,23-28). Una palabra es parábola del reinado
de Dios cuando libera a la persona de la esclavitud de la Religión y enciende
en ella la luz de su pensar y decidir. Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS de AIRES
BÍBLICOS
. Si se
puede decir en un artículo de revista, ¿para qué escribir un libro de 200
páginas?
. Si se
puede decir en una página, ¿para qué escribir un artículo de revista?
. Si se
puede decir en un puñado de versos, ¿para qué escribir una página?
.
Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’ es una semilla que confío a la sabiduría
de tu saber leer, que es despertar; de tu saber interpretar, que es cuidar; de
tu saber compartir, que es saborear. Siempre pretenderé que esta ‘semilla de
los cinco minutos’ tenga la ‘denominación de origen’ de su autor.
Semana 34ª
(16.07.2023): Estrategia de extinción
Inferior: Tengo
que hacerlo. Durante catorce años he trabajado bien, y además lo deseo con toda
el alma… Iré a verle y se lo pediré. A fin de cuentas, siempre nos ha repetido
que vayamos cuando queramos: la empresa nunca nos defraudará.
Superior: Pase,
pase, Martínez, qué alegría verlo por aquí… Supongo que traerá buenas noticias.
Diga, diga…
Inferior: Seré
breve para no quitarle tiempo, Don Casimiro: resulta que llevo catorce años en
el mismo trabajo, apenas sin aumento de sueldo, y me parece justo y además
desearía, si fuera posible, avanzar algo más en la empresa.
Superior: ¿Es
posible que no esté contento, Martínez? ¿Alguna vez he dejado de tener
confianza en usted y en su trabajo abnegado, siempre poniendo el bien de la
empresa por delante de todo? Me resulta molesta su actitud, que juzgo exagerada
en estas delicadas circunstancias económicas, cuando todos estamos en vilo,
hasta el Presidente…
Inferior: Sí,
claro que lo comprendo todo, Don Casimiro, pero los gasta familiares aumentan
porque la vida, en catorce años, ha subido mucho, y los chicos están en la
universidad… Pero es que además lo deseo porque es justo, lo deseo con toda la
ilusión del mundo…
Superior: Martínez,
se lo confesaré en secreto: estamos a punto de un ajuste radical de plantilla:
llegan aparatos y sobran personas, ley de vida-… Entonces, no es bueno meterse
en peticiones precisamente en el instante en que suele hacerse selección de los
más fieles a la empresa, digamos que de los menos exigentes: ¿comprende lo que
le estoy queriendo decir, Martínez, en función de mi gran afecto a esos catorce
años de fidelidad a esta casa, que es la suya, Martínez?
Inferior: Ya,
ya voy cayendo en la cuenta, Don Casimiro, ya comprendo lo del ajuste laboral,
lo de mostrarme fiel a la empresa, y me hago cargo de que mi petición no es
oportuna, y le agradezco que me haya confiado el secreto de la que nos va a
caer, no sabe cómo se lo agradezco…
Superior:
Menos mal, Martínez, que usted es capaz de vencer sus impulsos malinformados,
sus deseos precipitados, aunque un tanto comprensibles, menos mal… En
ocasiones, mi querido y ejemplar Martínez, nosotros, los encargados de
personal, tremenda responsabilidad, no tenemos más remedio que exigir
determinados deseos, que solamente causarían desastres, penuria todavía mayor…
No se preocupe, olvidaré esta visita y no se la comentaré a nadie, pero chitón
y ¡a trabajar fuerte, siempre fiel a esta empresa que es también la suya!
Inferior: No
sé cómo agradecerle este favor, Don Casimiro… es usted como un padre, a pesar
de su juventud… y es que las urgencias de la vida nos meten por malos caminos y
creemos de justicia lo que llega a ser injusto para la empresa, y permitimos
deseos que, como decíamos de niños, son malos deseos… Bueno, no le molesto más,
Don Casimiro, y muchas gracias, muchas gracias…
La hiel es que tantos superiores extingan los
excelentes deseos de los inferiores en función de los beneficios empresariales.
La miel, por el contrario, que tantos y tantos inferiores no hayan abdicado de
una especie de bondad casi infantil… Precisamente por amor a la empresa. Porque
las empresas, está claro que solamente civiles, se sostienen porque existen
esos tipos tan buenos y tan ingenuos como Martínez. Así la estrategia de
extinción es la que convierte a las empresas en maquinarias poderosas. Tal vez,
también injustas. Tal vez también inhumanas. Pero esto no le importa a Don
Casimiro, jefe de personal y doctorado en estrategia de extinción… al servicio
de la empresa.
Norberto Alcover
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