En la vía Tiburtina, a nueve miliarios de la ciudad de Roma, conmemoración de los santos Sinforosa y sus siete compañeros: Crescente, Julián, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio, todos mártires, que quedaron hermanados en Cristo tras padecer el sacrificio bajo diversas formas de tortura. († s. III/ IV)
En Milán, ciudad de la Lombardía, san Materno, obispo, que, restituida la libertad de la Iglesia, trasladó con gran solemnidad desde Lodi a esta ciudad los cuerpos de los mártires Nabor y Félix. († s. IV)
En Silistra, en Mesia, san Emiliano, mártir, que, despreciando los edictos de Juliano el Apóstata y las amenazas de su vicario Catulino, derrumbó el altar de los ídolos para impedir los sacrificios, por lo que fue arrojado a un horno ardiente y alcanzó así la palma del martirio. († 362)
En Brescia, en la región de Venecia, san Filastrio, obispo, cuya vida y muerte fueron alabadas por su sucesor, san Gaudencio. († c. 397)
En Forlimpopoli, en la Emilia, san Rufilo, obispo, a quien se tiene por el primero que gobernó esta Iglesia y condujo a toda la población rural de los alrededores a Cristo. († s. V)
En Metz, ciudad de Austrasia, san Arnulfo, obispo, consejero de Dagoberto, rey de Austrasia, cargo al que renunció para abrazar la vida eremítica en los montes Vosgos. († 640)
En Constantinopla, santa Teodosia, monja, que sufrió el martirio por oponerse, como había ordenado el emperador León Isáurico, a que se arrojase una imagen de Cristo desde lo alto de la llamada Puerta de Bronce. († s. VIII)
En Utrecht, ciudad de Güeldres, en Austrasia, san Federico, obispo, que, ilustre por sus conocimientos sobre las Sagradas Escrituras, se dedicó incansablemente a la evangelización de los frisones. († 838)
En Segni, en el Lacio, san Bruno, obispo, que trabajó y sufrió intensamente por la renovación de la Iglesia, y obligado por esto a dejar incluso su diócesis, encontró refugio en Montecasino, donde ejerció de abad temporal del monasterio. († 1123)
En Cracovia, ciudad de Polonia, san Simeón de Lipnica, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, insigne por su predicación y por su devoción al nombre de Jesús, que, impulsado por su caridad, se entregó al cuidado de los apestados moribundos y deseó ardientemente incluso morir por ellos. († 1482)
Cerca de Rochefort, en la costa de Francia, beato Juan Bautista de Bruselas, presbítero de Limoges y mártir, que durante la Revolución Francesa fue encarcelado en una nave destinada al traslado de esclavos, donde, consumido de miseria y atacado por la peste, descansó en el Señor. († 1794)
En la ciudad de Nam Dinh, en Tonquín, santo Domingo Nicolás Dinh Dat, mártir, el cual, siendo soldado, fue forzado a renunciar a la fe cristiana y, después de crueles tormentos, consiguieron que pisase una cruz, aunque inmediatamente se arrepintió y, para expiar la culpa de su apostasía, escribió al emperador Minh Mang pidiéndole que le juzgasen de nuevo como cristiano, a consecuencia de lo cual finalmente murió estrangulado. († 1859)
En Granada, España, beato Tiburcio Arnaiz Muñoz,presbítero de la Compañía de Jesús, cofundador de las Misioneras de las Doctrinas Rurales. († 1926)
En la aldea de Krystonopil, en Ucrania, beata Tarsicia (Olga) Mackiv, virgen de la Congregación de Hermanas Esclavas de María Inmaculada y mártir, que, en tiempo de guerra, consiguió ante sus perseguidores dos victorias: la de la virginidad y la del martirio. († 1944)
En Shkodrë, Albania, beato Alfons Tracki, presbítero de la arquidiócesis de Shkodrë-Pult y mártir. († 1946)
En Chamical, La Rioja, República Argentina, beatos Gabriel Longueville, presbítero "fidei donum" de la diócesis francesa de Viviers y Carlos de Dios Murias, fraile de los franciscanos conventuales y presbítero, mártires, que testimoniaron el compromiso de nuestra fe con los olvidados y oprimidos. († 1976)
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