sábado, 1 de julio de 2023

"Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya" - Domingo 13º del TO Ciclo A (02.07.2023): Mateo 10,37-42 ( EVANGELIZA QUIEN COMPARTE UN VASO DE AGUA) y CINCO MINUTOS de AIRES BÍBLICOS (Semana 32ª (02.07.2023): Iglesia de otros tiempos. Antonio de Padua)

 

"Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya"

Con estas palabras que acabo de escribir en cursiva y en negrita comenzaba hace una semana la presentación de los comentarios del domingo día 25 de junio. Hoy, vuelvo a escribirlas de nuevo desde el comienzo de esta nueva presentación de los nuevos comentarios.

Prometí entonces realizar una tarea y te invité, Leyente respetable, a realizar idéntica tarea. Sé que tú y yo lo hemos hecho. Recuerda. Recuerdo.

Debíamos seguir leyendo en la narración de Antoine de Saint-Exupéry a partir del capítulo décimo del 'El Principito' y hasta el final, si fuera necesario hasta encontar la textualidad de las palabras atribuidas al Principito. Puse en duda que tal frase perteneciera a tal librito. Recuerdo. Recuerdas. 

A veces, me decía y lo dejé escrito, que 'Una vez más, las apariencias engañan'. Pues tengo que confesar, que en esta ocasión, las apariencias dicen la verdad, aunque puedan invitar al engaño.

La pregunta afirmativa con la que abro otra semana estas presentaciones está tomada de la tal obra en su capítulo XVII. Allá donde el Principito se encuentra solo, en el desierto y con la sorprendente compañía de una serpiente. Ambos dialogan y guardan silencio. Sus mensajes se entrecruzan de manera sorpresiva. Tanto el Principito como la serpiente, ignoran que ese desierto está en su planeta, la Tierra. Ambos están fuera de ella. Así lo creen. Así se lo comunican y cada uno a su manera. Y en este diálogo, ambos se reconocen estar hablando de los 'hombres' y de lo complicado que es hablar y entenderse con ellos en su planeta Tierra.

La frase atribuida al propio Principito no está transcrita completamente. Se le ha cortado una partecita y se ha variado tanto el contexto que el mensaje de su autor se ha diluido muy peligrosamente. El asunto no es identificarse con tal o cual estrella por estar encendida y 'hacerse luz como ella'. El mensaje completo trata de poner los pies de cada uno en el suelo que se pisa y ser consciente de tal actitud. Y es la serpiente quien conduce por ese buen camino al Principito. ¡Cuánta sutileza humana destila la finura narrativa y pedagógica del narrador francés!

Cito el mensaje completo del contexto inmediato de 'la cita afeitada' atribuida a El Principito:

 

"El principito se sentó sobre una piedra y levantó los ojos hacia el cielo: Me pregunto -dijo- si las estrellas están encendidas a  fin de que cada uno pueda encontrar la suya algún día. Mira mi planeta. Está justo sobre nosotros... Pero, ¡qué lejos está!

-¡Qué hermoso es! -dijo la serpiente-. ¿Qué vienes a hacer aquí?"

 

Vuelvo una vez más a repetirme que cuando un texto se saca de su contexto suele ser por algún pretexto. 

Recuerdo. Recuerda. 

Llevamos tú y yo un par de semanas leyendo en Mateo el asunto de las parábolas de Jesús a propósito de el Reino de Dios o del Reinado de Dios, como dicen otros. Y ese reino-reinado, dicen unos, está en 'el arriba' de los cielos, allá donde 'las estrellas'. Pero es posible que este narrador Mateo y su Jesús de Nazaret nos estén hablando en sus parábolas de un reino-reinado en  'el más acá' donde se trabaja la tierra, se siembra y se cosecha, se elabora el pan para ser compartido, se vive y se respira... ¿Cómo olvidar el mensaje de la serpiente en este contexto cuando nos deja a los lectores una admiración y una pregunta a propósito de la Tierra y de los hombres?

¡Qué hermoso es?, el planeta Tierra.

¿Qué vienes a hacer aquí?

Hasta aquí, el contexto más inmediato de las palabras del narrador francés. Si nos adentramos en el contexto completo de la narración del capítulo XVII, las enseñanzas humanizadoras del relato se multiplican inmensamente por su naturaleza profundamente encarnada. Si seguimos la lectura de este excelente y completo capítulo volveremos a comprender por qué el autor puso en labios de la su serpiente estas palabras destinadas a su principito y a sus lectores: "Puedo ayudarte si algún día extrañas demasiado a tu planeta. Puedo..." Ciertamente, en muchas ocasiones y ante tanto hechos, nos sentimos extraños en una Tierra-planeta extraño.   

Y por ahora, es suficiente para adentrarnos en la lectura de Mateo y en los comentarios.

Carmelo Bueno Heras


Domingo 13º del TO Ciclo A (02.07.2023): Mateo 10,37-42. Así lo comento y comparto CONTIGO:

EVANGELIZA QUIEN COMPARTE UN VASO DE AGUA

En este nuevo domingo, el primero del mes de julio, se nos propone la lectura y meditación de Mateo 10,37-42. Me alegraré de que más de un lector asiduo constate que Mateo 10,34-36 no se nos leyó en el domingo anterior ni se nos leerá nunca desde que la liturgia eclesiástica es tal y supongo que de ahora en adelante tampoco se nos leerá. Tal vez se piense que se trata de un mensaje que no debe interesar a los buscadores-seguidores de Jesús de Nazaret. Y añado más, tampoco se nos leyó en estos domingos Mateo 10, 9-25. Decisiones incomprensibles.

Por esta razón que ya he comentado en muchas ocasiones recomiendo que este domingo se vuelva a leer el texto de Mateo desde el 10,1 hasta el 11,1: Este relato es el segundo discurso que el Evangelista colocó en boca de su Jesús de Nazaret. Se trata del mensaje sobre la misión evangelizadora. Repito de nuevo lo de ‘misión evangelizadora’. En todo él jamás se habla de misión ‘sacramentalizadora’. Jamás se nos dice nada de prácticas pastorales (planes de formación, por ejemplo), celebraciones sacramentales (ni bautismos ni eucaristías ni sacerdocios) y de ejercicios devocionales (novenas, rosarios, santuarios, letanías, retiros, indulgencias). Nada se dice que tenga relación con iniciar ‘una tradición’.

Tal vez no acierte a leer bien todo el texto de este discurso sobre qué es EVANGELIZAR y cómo se debe realizar esta acción por aquellos que desean y deciden ‘seguir a su Jesús de Nazaret’. Volveré a recordar aquello que se explicita con nitidez en Mateo 10,8 cuando se habla de anunciar el ‘reinado de Dios’: curad enfermos, que la salud nos importa a todos; resucitar muertos, que es abrir el corazón y la memoria de cuantos nos han enseñado a ser personas;, limpiad leprosos, que es sentar a la mesa a quien se le aleja por la razón que sea; y expulsad demonios, los dogmatismos de la ideología, el fanatismo, la intransigencia, la autoridad absoluta, la esclavitud, el analfabetismo, la deshumanización.

Volveré a leer de nuevo la buena noticia de este Jesús del Evangelista que me habla en Mateo 10,40:

“Quien a vosotros recibe, a mí me recibe.

Quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado”

Este asunto de la Evangelización o de la Misión evangelizadora, a mí me queda claro, nítido, transparente y cristalino. Evangelizar es acoger. Y esta acogida es la semilla del Evangelio, la tierra donde ‘ese reinado de Dios’ arraiga, crece, florece y siempre da frutos. Sobre este asunto de ‘ser reino de dios’ nos hablará este Jesús de Nazaret en el tercero de los cinco discursos del Evangelista Mateo (Mt 13,1-53), el llamado discurso de ‘las parábolas del reino’. A su debido tiempo lo comentaremos en esta página.

Por ahora, en nuestro domingo y con este final del discurso de la Evangelización de aquel Jesús de Nazaret y de sus seguidores, nos queda asentado que lo primero, principal y más evangélico es la acogida del otro y si a más de uno esto le parece ‘poquita tarea o cosa’ léase diez veces el último versículo del relato de este domingo y del capítulo décimo de Mateo: Y, todo aquel que dé de beber tan solo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños… que sepa que esto, estos y así es el reinado de dios en quien creía aquel Jesús del Evangelista”.

Qué distinto y distante es esta ‘buena noticia’ en comparación con la Ley de Moisés, de su Sinaí, de su Jerusalén, de su Templo, Liturgia y Sacerdocio. Compartir así el agua es Evangelizar. Carmelo Bueno Heras


CINCO MINUTOS de AIRES BÍBLICOS

. Si se puede decir en un artículo de revista, ¿para qué escribir un libro de 200 páginas?

. Si se puede decir en una página, ¿para qué escribir un artículo de revista?

. Si se puede decir en un puñado de versos, ¿para qué escribir una página?

. Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’ es una semilla que confío a la sabiduría de tu saber leer, que es despertar; de tu saber interpretar, que es cuidar; de tu saber compartir, que es saborear. Siempre pretenderé que esta ‘semilla de los cinco minutos’ tenga la ‘denominación de origen’ de su autor.

 

Semana 32ª (02.07.2023): Iglesia de otros tiempos. Antonio de Padua

Fernando de Bulloes y Taveria de Azevedo nació en Lisboa (Portugal) hacia el año 1190-1195 y, de muy joven, ingresó en los Canónigos Regulares de san Agustín. La visión de las reliquias de los cinco primeros mártires franciscanos lo impulsó, en el 1220, a entrar en la Orden de los Hermanos Menores, donde tomó el nombre de Antonio. Encargado por San Francisco de enseñar teología a los hermanos, fue el predicador más grande de su tiempo y fue definido por el Papa Gregorio IX ‘Arca del Testamento y armario de la Escritura divina’. Enfermado de hidropesía murió en Acella (Padua) el 13 de junio de 1231. El Santo Oficio, todavía en 1948, prohibía la traducción a la lengua italiana de los ‘Sermones Dominicales’, porque los fieles no estaban preparados (después de siete siglos) para soportar su impacto…

Antonio de Padua, incansable fustigador de las corruptas costumbres eclesiásticas, es conocido por la mayoría de la gente como el empalagoso hermanito imberbe que se entretiene con el Niño Jesús, encuentra objetos perdidos y proporciona novios a las doncellas.

Es casi desconocida la obra literaria de este santo, volcada en sermones que han quedado pretendidamente desconocidos por la escandalosa violencia de las expresiones usadas contra la jerarquía eclesiástica.

Los sermones, escritos en los últimos años de su vida, no son las transcripciones de los discursos tenidos por el santo, sino un prontuario de homilías dominicales y festivas compuestas por él para uso de sus hermanos. Las violentas invectivas contenidas en estos sermones no nacen, por tanto, del arrebato de la predicación, sino que todas han sido pensadas y escritas pretendidamente.

Pronunciadas en el lenguaje franco de los profetas, sus sermones son una despiadada crítica a las autoridades religiosas, aunque nadie osaría afirmar que Antonio no amase a la iglesia…

Antonio y los obispos de su tiempo anunciaban el mismo evangelio de Jesús. Su manera de vivirlo es profundamente diversa.

El santo acusa abiertamente a la jerarquía eclesiástica de seguir a Satanás, en lugar de a Jesucristo, y no duda en denunciar a ‘los prelados de nuestro tiempo, que no son discípulos de Cristo, sino del anticristo’.

Profundo conocedor de la Sagrada Escritura, Antonio recurre frecuentemente a los episodios bíblicos para censurar a los eclesiásticos, como sucedió irrespetuosamente a propósito de la burra de Balaán: ‘El obispo de nuestro tiempo es como Balaán, sentado sobre la burra: ésta veía al ángel, mientras que Balaán no podía verlo. Un obispo escandaloso es un trono inútil: con su mal ejemplo precipita la hermandad de los fieles, con su avaricia devora al pueblo. Éste, sentado sobre la burra, no solo no ve el ángel, sino os digo que ve el diablo preparado para precipitarlo al infierno’…

Sin el mínimo temor reverencial, San Antonio escarnece a los altaneros prelados, describiéndolos como ‘vacas bellas y demasiado gruesas que pastan en lugares cenagosos. El apatito de estos religiosos, dedicados únicamente al culto del dios-vientre, desconcierta al santo que, desconsolado, constata ‘¡Ay de mí! Cuántas cosas come el prelado y los pobres gritan a su puerta con el vientre vacío y desnudo’… Alberto Maggi, Galería de personajes del Evangelio, El Almendro, Córdoba, 2003, páginas 179-186. 

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