POR SU ALIANZA DIOS NOS ADOPTA EN SU MISMA FAMILIA
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
10 de Junio de 1979
Deuteronomio 4, 32-34, 39-40Romanos 8, 14-17
Mateo 28,16-20
Queridos hermanos:
Santísima Trinidad. Fiesta de Dios. Corona del Misterio de Cristo y del Año Litúrgico.
Hoy es la fiesta de la Santísima Trinidad. No se trata de otra cosa, sino nada menos que de una fiesta en honor de Dios. La Trinidad es la expresión cristiana para designar el Dios verdadero que, siendo uno solo, tiene tres personas distintas que se llaman: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es muy lógico que después de haber celebrado el misterio de Cristo que salvó al mundo, nos remontemos con Él hacia las alturas de donde procedió esa redención; y también, después de haber recibido el Espíritu que vino de lo alto para infundirse como vida cristiana a esta Iglesia que somos nosotros, nos remontemos como quien va río arriba. A través del Espíritu llegamos hacia la fuente de lo divino y eso quiere ser la fiesta de hoy: un remontarnos al origen y a la finalidad de todo el misterio de Cristo que seguimos viviendo en la Iglesia.
Viene a ser esta fiesta como una corona del Tiempo Pascual, de la celebración de nuestra redención que -como lo hemos repetido muchas veces- tuvo su iniciativa en el Padre que nos amó y envió a su Hijo para salvarnos y operar allá esa redención; y el Hijo retornando al Padre -misión cumplida-, los dos, nos envían al Espíritu Santo.
- Sólo la fe en Dios descifra el problema del hombre y del mundo.
Así tenemos que esta fiesta no es sólo una fiesta de Dios, sino una fiesta de todo el pueblo creyente en Dios. Es fiesta de todos los que creemos y tenemos esa fe bendita en Nuestro Señor.
Yo los felicito de todo corazón a los que guardan esa fe. Y me alegro que el venir a misa el domingo significa esa fe que nos aglutina, que nos une como una sola familia: la familia de Dios. Porque si no hay fe en Dios, todo el misterio del mundo y del hombre se torna un misterio insalvable, ¡un absurdo!, ¡no tiene sentido!, sobre todo cuando el mundo se revuelve como está revuelta nuestra Patria, nuestro pueblo, nuestra situación; como está revuelto hoy Nicaragua, como hay tantas cosas que no se explican y sólo con una fe profunda en Dios, remontándose hasta esa altura, hasta ese mirador, podemos tener una perspectiva que nos haga ver el por qué hasta de lo que nos parece absurdo en la tierra.
Y esto es el mensaje de la palabra divina en la fiesta de la Santísima Trinidad. Ya que hemos ido enlazando el mensaje de la Cuaresma, de Semana Santa, de Pascua, en una idea que le va dando unidad a todo los domingos, la idea de la alianza entre Dios y los hombres, también miremos hoy la fiesta de la Santísima Trinidad, bajo el signo de la alianza.
POR SU ALIANZA, DIOS NOS ADOPTA EN SU MISMA FAMILIA
Este es el título que refleja así, con palabras muy imperfectas, la gran realidad que queremos llevar en nuestra mente en esta mañana: Por su alianza, la alianza que Dios quiso hacer con los hombres, los hombres son adoptados a la misma familia de Dios. Somos hijos adoptivos de esa familia de Dios si aceptamos participar en esa alianza que Dios nos ofrece esta mima mañana.
1.- El "Dios de nuestros padres" (Monoteísmo de Israel). ( En la primera lectura vamos a descubrir esta realidad).
2.- El "Dios de Jesucristo" (es Familia: Padre, Hijo y Espíritu Santo). En el evangelio, donde Jesucristo resucitado se presenta lleno de todo el poder de Dios para mandar a los apóstoles a predicar su mensaje al mundo, encontramos un avance notable en la revelación del Dios de nuestros padres y así lo llama San Pablo y lo vamos a llamar esta mañana: el Dios y padre de Nuestro Señor Jesucristo.
3.- Los hombres hechos familia de Dios por el Espíritu Santo. Idea tomada de la segunda lectura, donde San Pablo deriva las consecuencias de ese Dios familia: enviándonos a una alianza por medio del bautismo, los hombres nos hacemos miembros adoptivos de esa familia divina, el gran misterio de la adopción, obra del Espíritu Santo enviado por el Padre y por el Hijo, para hacer de todos los hombres, la familia de Dios, el pueblo de Dios.
Así sacaremos como una luz muy clara para constituir, específicamente, la familia de Dios. No confundir el pueblo de Dios, la familia de Dios, formada por sólo aquellos que quieren aceptar la alianza con Dios, con todo el pueblo en general. No hay que confundir, hermanos, el pueblo, con el pueblo de Dios. En El Salvador, todos somos el pueblo pero, el Pueblo de Dios sólo es conformado por aquellos que creen en este misterio de Dios y se incorporan a esta alianza. La Iglesia, por tanto, que quiere ser esa familia de Dios porque cree en el Padre y en la redención del Hijo y en la santificación del Espíritu Santo y trata de alimentarse con la palabra de Dios y con los sacramentos y vivir una vida netamente de Iglesia, no debe confundirse con ninguna otra agrupación humana. Ella es luz de todas las agrupaciones humanas, de Ella salen hombres creyentes en Dios para ser fermento de todos los sectores de mundo: de lo político, de lo social, de lo económico, pero no se confunde Ella con esas mismas instituciones.
Es necesario tener bien clara esta idea, y hoy, la fiesta de la Santísima Trinidad, nos va a dar la oportunidad de clarificar todavía más este pueblo de Dios que lo formamos los que creemos seguir a Dios y nos alimentamos de su Espíritu. Y en la medida en que nosotros formemos íntegramente la familia de Dios, el pueblo de Dios, seremos también un grupo humano luminoso, útil, fermento de esperanza, germen de unidad, claridad en el mundo. Yo les invito para que seamos verdaderamente cristianos, verdaderamente Iglesia, lo cual no quiere decir que ya nos desentendemos de las luchas del mundo. ¡De ninguna manera! Yo estoy sintiendo que alguien se interesa en tergiversar mi predicación por más clara que quiere ser. Yo he dicho siempre que la Iglesia no se identifica con la política, ni con las luchas temporales; pero sí he dicho que esta Iglesia da luz y fermento a todas las luchas temporales; que la Iglesia no está en el mundo como una segregación para ser guardada en un camarín, sino que la Iglesia se conserva nítidamente familia de Dios para poder ser fermento de Dios en medio de todas las luchas, combates y aspectos de la humanidad. La Iglesia es servidora de la humanidad. Lo acaba de decir el Papa este mismo domingo al despedirse de Polonia cantando con la juventud: "Abramos fronteras, en la Iglesia no caben imperialismos; la Iglesia es servicio, la Iglesia es servicio del mundo".
1.- EL "DIOS DE NUESTROS PADRES" (MONOTEÍSMO DE ISRAEL)
Es la primera lectura donde nos presenta dos maneras de llegar al conocimiento de Dios. Comienza la lectura: "Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos que te han precedido desde el día en que Dios creó al mundo: ¿qué nación ha oído la voz de Dios como la ha oído Israel?". Quiere decir que desde la creación del mundo, Dios se revela en la creación a todos los pueblos, a todos los hombres; pero que existe una voz específica que se llama revelación, por la cual Dios no se hace descubrir por la naturaleza, sino que habla directamente Él. Habla, se revela.
- Se puede conocer a Dios por la vía intelectualista.
El primer conocimiento reconoce ya la carta de San Pablo a los Romanos: " Lo invisible de Dios, se deja ver a través de sus obras, su poder eterno y su divinidad, de modo que son inexcusables todos aquellos que niegan a Dios". Tengamos muy en cuenta este pensamiento que el Concilio Vaticano I, el siglo pasado, definió como dogma de fe: "la posibilidad de la inteligencia humana, sin necesidad de religión, por su propia luz natural descubre a Dios en la creación". Pero esto se llama un camino intelectualista, una reflexión que de las creaturas nos remonta al Creador, y por eso dice San Pablo: "Los que no reconocen a Dios son inexcusables, porque tienen ante sus ojos, abierto el libro de la creación". Por eso, según nuestra fe cristiana, el desconocimiento de Dios, la negación de Dios, siempre implica un pecado moral. El que niega a Dios no lo niega sólo porque no lo ha podido descubrir, lo niega porque lleva en su moral algo que no lo deja ver (a Dios) y por eso son inexcusables. Tienen pecados los ateos, los que se glorían de no creer en Dios; no es una fanfarronada, no es un orgullo, tristemente es una verdad; pero es una verdad que no arranca de la imposibilidad de conocerlo, es una triste verdad que arranca de un pecado que se lleva en el alma.
- El desconocimiento de Dios implica falta moral: vaciedad de pensamiento, oscurecimiento de la razón, endurecimiento del corazón, ceguera y hasta locura. Sólo los locos son ateos o los pecadores. Nadie se gloríe, por amor de Dios, a decir: "yo no creo en Dios". Es lástima que hay gente que se gloría de muy científica y por su ciencia dicen que ya no creen en Dios. Antes de ayer me encontré con una viejecita enferma de un hospital. ¡Qué sentimiento de Dios tiene esta mujer!. Me dice: "yo he tratado de inculcarles la fe en Dios a mis hijos, después se han ido por ahí y yo no sé cómo andan ahora". Esta es la verdad; lo que les inculcó con ternura y santidad de madre, se pierde. Se pierde en el colegio, en la universidad, en los libros, en los grupos donde se prescinde de Dios y se va haciendo ese endurecimiento u oscurecimiento o los vicios; porque no hay peor cuchillo para un pecador que su fe en Dios que le está reclamando: no lo hagas. Por eso, mejor bota la idea de Dios para pecar libremente. El ateo no es ninguna gloria, es fruto de un pecado, de una situación que no es digna del hombre.
- El Dios de los filósofos..." El Concilio Vaticano II ha dicho que la más alta vocación del hombre es llegar a la comunicación con su Dios que lo creó por amor, pero cuando el hombre descubre en su vida: no me he hecho yo solo, ni mis padres; mis padres no fueron más que instrumentos de Dios. Mi vida es de Dios. Y llega en la reflexión, y si es posible en la contemplación que es el grado más alto de oración, a platicar con Dios como de un amigo a otro amigo, entonces ésta es la promoción más alta que un hombre puede alcanzar; entrar en la comunión con su Dios. Pero este es el Dios de los filósofos, el Dios de las reflexiones; o como decía Tertuliano, allá por el siglo IV: "el Dios de Atenas no es el mismo Dios de Jerusalén". El Dios de Jerusalén, el que se revela en la Biblia, no pide tantas elucubraciones, tantas metafísicas.
- Dios se revela a su pueblo por la vía de la historia, entablando una alianza con un pueblo escogido.
Es hermoso, en la lectura de hoy, cuando Moisés -el hombre que trató con Dios íntimamente- le dice a su pueblo: "¿Hubo jamás un pueblo como el nuestro? ¿ Se oyó cosa semejante? ¿Hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo hablando desde el fuego?".
Y sigue una narración de prodigios bíblicos. "¿Algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre los otros pueblos, por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra; con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto?.
¡Qué bella es la revelación! La revelación no necesita ir por la creaturas rastreando y llegar al fin a formarse una religión al gusto del hombre que la inventó. Esta es la diferencia entre las religiones humanas, inventadas por los hombres y por los pueblos, de la gran religión que Dios ha revelado. Él habla, el Dios vivo, Él se presenta a su pueblo escogido buscando una nación como un novio busca una novia para hacerla su esposa. Dios busca entre los pueblos, un pueblo para hacer un pacto con Él y el pacto de Dios con ese pueblo se manifiesta en una especie de exclusivismo. Como el novio ama con exclusividad a su novia sobre todas las otras jóvenes. Dios amó durante todo el Viejo Testamento, con una preferencia maravillosa, lo que Moisés está reconociendo: ¿Dónde hay otra nación que se gloríe de este noviazgo con Dios?".
- El "Dios de los padres", es el Dios de la alianza, de la historia de cada pueblo.
Menciona prodigios que es necesario tenerlos muy en cuenta en esta hora en que nuestros pueblos luchan por su liberación, por su libertad, por su dignidad; porque es hermoso remontar este Dios que es el mismo Dios de nuestro pueblo, el Dios de nuestros padres, por signos, con brazo fuerte. ¡Prodigio y guerra! También usó la guerra Dios, como signo de su predilección para salvar la libertad de su pueblo con mano fuerte y brazo poderoso.
El Dios de los que creemos en Dios, de los que no somos ateos, no es un Dios débil. Quién no sabe si es más débil el ateo. No hay gente más miedosa, ni que rece con más miedo en la hora de la prueba, que los que dicen que no creen en Dios. El hombre que sabe que Dios existe, el hombre que sabe que Dios es el Dios de nuestro pueblo, el que va con nuestros signos, el que va con nuestras guerras y nuestras luchas, el que va con el pueblo en sus justas reivindicaciones, este Dios maravilloso, es el Dios que los cristianos hemos seguido adoptando. Este es el Dios de la revelación, no necesita grandes abstracciones ni filosofías de Atenas.
No es un Dios de los filósofos, es el Dios que decía Cristo: "Padre, te doy gracias porque has revelado estas cosas a los sencillos, a los humildes -el Dios de los humildes-; y las has escondido a los sabios, a los orgullosos". ¡El Dios de los humildes! Démosle gracias a Dios en esta fiesta de la Santísima Trinidad, que siendo tan grande, tan elevado, tan altísimo, ha querido que lo descubriéramos no ha través de sus prodigios de la naturaleza, maravillosos, sino con la sencillez de un niño que aprende de su mamá: ¡se bueno porque Dios te mira! Dios te quiere, Dios quiere a los niños buenos. Eso que aprendimos, es la Biblia en los labios de nuestras madres, es Moisés en los labios de nuestros catequistas, es la Biblia enseñándonos al Dios de nuestros padres, el Dios de la revelación cristiana al que Cristo vino a perfeccionar, haciéndose Él mismo un hermano nuestro para enseñarnos el camino de Dios.
Cómo sentimos a Dios en nuestra historia de esta semana...
Pero antes de hablarles del Dios de Jesucristo y del Dios que nos viene a traer el Espíritu Santo, yo quisiera detenerme aquí, hermanos, y la disgresión histórica que sabemos hacer al final de la homilía, yo la quiero poner aquí, en este marco del Dios de nuestros padres. No es simplemente recordar la historia de Egipto, del éxodo, de la tierra prometida donde el Dios de Israel se mostró como u Dios que está presente. Tengamos muy en cuenta esto: es el Dios que ahora en 1979 está en Nicaragua, y está en El Salvador, y está en Polonia donde el Papa también ha desenmascarado el desorden. Es el Dios que habla justiciero y fuerte y, si es necesario, también, con la guerra; y si es necesario, también, con su palabra que desenmascara.
DIOS EN LA HISTORIA DE TRES PUEBLOS
¿Qué ha pasado en esta semana sumamente reflexiva, a la luz de este Dios de Israel?. Mirémoslo, Dios en El Salvador.
HECHOS: DIOS EN EL SALVADOR
El Partido UDN denunció la aparición de 22 cadáveres, muchos de ellos con señales de tortura que no han podido ser identificados, además de otros asesinatos, cuyas víctimas han sido reconocidas por sus familiares. Ese mismo comunicado atribuye esta extrema violencia que vive el país, a los organismos policiales ligados con el Gobierno y declara: "que llama la atención que este método puesto en práctica tantas veces en nuestro país por los cuerpos de seguridad, como en otras ocasiones, se da siempre cuando se ha decretado Estado de Sitio".
Ya lo decíamos también nosotros al principio, que ojalá el Estado de Sitio no coincidiera, como sabe coincidir en nuestra historia, con el atropello de la dignidad y de la libertad del hombre, que no sea pretexto. El Dios de nuestro pueblo, no puede mirar bien una ley dada, así con carácter simplemente represivo. El Dios de nuestro pueblo está al lado de esos cadáveres que claman al cielo. Está al lado de esas familias huérfanas y desamparadas.
¿Cómo no va a estar, el Dios de nuestro pueblo, con 14 maestros que ha sido matados desde el 24 de abril a esta fecha? En el mes del maestro tenemos que recordar estos nombres entre los cadáveres: Noel Saúl Ramos, Ricardo Villalobos, Emma Guadalupe Carpio, Rafael Vásquez Marín, Antonio Merino, René Mauricio Pacheco, Orlando Guerrero Chamul, Pedro Federico Colorado, Francisco Borja Carranza, René Guevara, Lázaro Arias, José Manuel Funes Minero, Manuel de Jesús Chávez, Héctor Joaquín Torres. ¡Catorce hombres, mentores de nuestra niñez, asesinados!
Quiero unir a esta denuncia, el ataque sistemático, malicioso, contra la educación de nuestros Colegios Católicos. Se confunde -y lo he repetido mil veces- el trabajo que la Iglesia lleva en sus colegios por la vigilancia, por el despertar de una conciencia cristiana, crítica; una educación liberadora, una educación que haga del educando un artífice, un hombre útil, una mujer útil para crear un porvenir mejor en su patria. Cuando se hace esto se dice que en el colegio se da indoctrinación marxista. Es fácil poner esa etiqueta para luego hacer odiosa la labor educativa cristiana, que no puede prescindir, como lo repitió Pablo VI claramente, de la promoción auténtica del hombre.
La misma Ministro de Educación ha lamentado que el magisterio esté en esta ola de violencia y que sigan siendo víctimas, tantos ciudadanos de diversos sectores.
También han amenazado de muerte y reprimido a sindicalistas de la Luz Eléctrica. Capturaron recientemente a dos sindicalistas en el Cerrón Grande. El 4 de junio, en la sala de control de la planta geotérmica de Ahuachapán, un sujeto enmascarado entró a dejar unas cartas de amenazas a directivos y trabajadores, a nombre del movimiento armado de Unión Guerrera Blanca. Este sindicato jugó un rol determinante en la serie de huelgas que se realizaron durante el pasado mes de marzo.
Hay una lista de personas que han sido capturadas y las cuales no han sido pasadas a los tribunales y se teme por su vida: Oscar Atilio Chicas; Julián Mejía Ardón, campesino; Sara Brizuela; Manuel Barahona Chávez, campesino; Cruz Flores, Domingo Murcia, Manuel Antonio Mejía, María Reina Mejía, Carlos Mejía, Blanca Elia Beltrán. También un estudiante de 18 años, Carlos Durán, capturado y luego asesinado, su cadáver apareció en el Playón.
Numerosas personas han recibido amenazas por teléfono y por cartas anónimas. El director del periódico La Crónica denuncia esta amenaza y ha tenido el valor de responsabilizar de lo que le pueda suceder, al mismo Gral. Romero.
El 5 de junio, una cosa horrorosa, en el Hospital de Usulután -todos leyeron en el periódico- fue acribillado a balazos el reo Manuel Rodas Umaña que se encontraba recuperándose después de haber sido capturado y herido el 4 de febrero. Estaba a la orden del Juez Primero de Primera Instancia. Los asesinos friamente bajaron después del hecho como si no hubiera ningún impedimento para ellos. Se trata de decir que habrá una investigación exhaustiva de estos hechos pero todo se queda en promesas.
Quisiéramos de nuevo recordar: el papel del Poder Judicial en nuestra Patria duerme, mientras hay tantos crímenes y tanto luto en tantos hogares. Él Gobierno ha mostrado en otras ocasiones que es capaz de detener estas olas de extrema derecha y ahora quisiéramos que se hiciera un esfuerzo eficaz para que cesara, de este sector, tanto crimen.
No vamos a ocultar tampoco del otro extremo. No estamos de acuerdo con las acciones terroristas; y también, las acciones de los movimientos políticos militares han cometido excesos. En un enfrentamiento con la Guardia Nacional murieron 2 supuestos miembros de la FPL y un guardia. Fueron asesinados 3 miembros de las FARN en circunstancias todavía no claras. No se han difundido noticias sobre la suerte de tres secuestrados, por los cuales también hemos clamado: los dos ingleses y últimamente el Sr. Miguel Miguel. El 3 de junio las FPL queman tres avionetas en Santa Ana; y quemaron una gasolinera en Sonsonate y quemaron la Alcaldía de San Martín, y cuatro alcaldías más. No se sabe quién destruyó el puesto de Guardia Nacional de la Hacienda e Ingenio El Cataño, el 4 de junio. Sigue siendo un misterio el asesinato del Sr. Encargado De Negocios de Suiza. Esperamos que se estén poniendo los medios para investigar tantas cosas. Y repito: de ninguna manera la Iglesia puede aprobar estos terrorismos inspirados, tal vez, en el resentimiento o en la venganza.
Por otra parte, nuestro pueblo ha recibido testimonios de solidaridad muy valiosos que yo quiero agradecer aquí en público, porque han venido hasta de otras partes: de Francia, de Venezuela, de Costa Rica. Pero quiero aclarar también -ya lo hemos hecho en los periódicos y en los medios de comunicación- que yo no he pedido a ningún comunista de Costa Rica que promueva una condena a nuestro Gobierno. Es mentira, yo no lo he hecho. Lo divertido es que los medios de comunicación que estuvieron repitiendo esa noticia, cuando se les mandó la aclaración del Secretariado del Arzobispado, a pesar de la aclaración, lo siguieron publicando, el mismo que sin duda era un campo pagado, un anuncio. ¿Quién lo paga?, ¿quién se interesa por calumniar al Arzobispo?
Este es nuestro pueblo. Y yo quería enmarcarlo en esa reflexión de un Dios que busca a un pueblo para orientarlo por caminos de paz y de santidad. Un Dios que con brazo fuerte quiere corregir los desórdenes. Lo dijo el Papa ahora al celebrar la última Misa en Polonia, ante el patrono de Polonia, el patrono del orden moral: nuestra historia ha pagado un caro precio por defender el orden moral porque nuestra fe no fomenta nunca el desorden. El Dios del orden eterno, no puede querer estos desórdenes en nuestra Patria
Yo quisiera pedir a todos los que tienen fe en ese Dios, que intensifiquemos nuestra oración pero también nuestro compromiso con esta Iglesia del orden santo de Dios para que trabajemos en la medida de nuestras influencias y posibilidades; los que tienen también vocación política, trabajen desde un campo político que es un deber del ciudadano. Ustedes trabajen, sobre todo los laicos, recuerden que una fe en Dios que no se traduce en un trabajo por restablecer un orden más justo en el país en el que Dios ha colocado a ese creyente en Dios, no es una fe verdadera. Tiene cada uno de ustedes, como yo, desde mi papel pastoral, el deber de buscar en su puesto, en su lugar, en su patria, en sus influencias si las tiene sobre el gobierno o sobre los grupos organizados, en los campos políticos, sociales, económicos, un compromiso de trabajo. Todos tenemos que trabajar para que este pueblo que no sólo ha sido escogido por Dios sino bautizado con su nombre santo: El Salvador, sea verdaderamente un pueblo en el cual actúa y vive con brazo fuerte, con brazo poderoso.
DIOS EN EL PUEBLO DE POLONIA
Pero fijémonos en otro pueblo: el pueblo de Polonia. En estos días en que el Papa lo ha visitado, es un ejemplo de que aún en las peores catástrofes y bajo los peores regímenes, la fe del pueblo mantiene la esperanza y se mantiene unido y se mantiene siempre dispuesto a trabajar para que Dios reine.
Me da mucho gusto ver la coincidencia de los pensamientos de Papa en Polonia con los de la línea del Arzobispado en el Salvador. Cuando el Papa dice: "Las relaciones normales entre la Iglesia y el Estado en Polonia, están vinculadas a la causa de los fundamentales derechos humanos". Y cuando asegura: "ningún diálogo verdadero podrá tener lugar -expresó el Sumo Pontífice- a menos que las autoridades respeten las convicciones de los creyentes, aseguren todos los derechos de la ciudadanía y también establezcan condiciones normales para la actividad de la Iglesia". ¿Qué otra cosa hemos dicho? No nos hemos cerrado nunca al diálogo pero me parece que el Papa da también las mismas condiciones para un diálogo fructuoso: "que se creen condiciones en que se respete al pueblo, al que la Iglesia no puede desamparar". Jamás nuestra Iglesia dejará sólo a nuestro pueblo que sufre...
Fue hermosa la oración del Papa a la Virgen María, de la cual es tan devoto el pueblo de Polonia, y dijo: "Madre de la Iglesia, haz que la Iglesia pueda gozar de libertad y paz en el cumplimiento de su misión de salvación y con este fin adquiera madurez, una nueva madurez de fe y unidad interior. Ayúdanos a superar la oposición y las dificultades, ayúdanos a superar las grandes amenazas morales contra las esferas fundamentales de la vida y del amor". Dijo que: "la justicia y la paz, sólo pueden ser protegidos a través del respeto por los derechos de los pueblos y las naciones y no a través del odio, la guerra y la autodestrucción".
DIOS EN EL PUEBLO DE NICARAGUA
Finalmente, en esta revisión del pueblo de Dios, de los pueblos bajo la guía de Dios, quiero solidarizarme esta mañana y pedirles a todos ustedes, por los sufrimientos y preocupaciones de nuestro hermano pueblo de Nicaragua.
Allá los Obispos, en una hermosa coincidencia con la línea arzobispal de El Salvador, escribieron una carta en la situación difícil del pueblo, entre la cual hay una invitación a las autoridades, a constatar una serie de procedimientos contrarios al orden cívico que constituyen ya actos rutinarios; y viene una lista muy parecida a la de El Salvador: "desaparición de personas, encarcelamientos sin causa, multas onerosas, torturas, asesinatos de inocentes, ajusticiamiento de prisioneros, profanación de cadáveres; allanamientos de hogares, hospitales, templos, colegios, cierre arbitrario de emisoras; persecución y difamación contra Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos".
Los obispos de Nicaragua añaden que: "Es doloroso constatar el estado de inseguridad y hasta de desesperación que angustia a nuestro pueblo -nicaragüense-. Los subterfugios legales cerraron ayer un camino pacífico hacia la democracia; el exterminio aplasta hoy toda posibilidad de un justo y cívico reclamo nacional".
"Nuestro pueblo tiene derecho a ser gestor de su propio destino". ¡Esto es lo que quiere la Iglesia! La Iglesia no es un partido de oposición, la Iglesia es una fuerza de Dios inspiradora en el pueblo para que el pueblo sea artífice de su propio destino. La Iglesia no quiere imponer sistemas políticos o sociales, no debe, no es su competencia, pero la Iglesia llama a la libertad de los pueblos para que no se imponga un sólo patrón impositivo sino para que los hombres promuevan, desde sus conocimientos y sus técnicas, lo que el pueblo merece, lo que el pueblo cree que quiere. Artífice de su propio destino, libre para elegir su propia conducción al destino que Dios le señala.
Por eso, hablando siempre de Nicaragua, espero que la declaración de "no-intervención" de fuerzas salvadoreñas en favor de aquella tiranía, sea verdadera y que si alguna intervención vale, es precisamente esta que han dicho los obispos de Nicaragua: "una intervención en favor del pueblo para que busque con libertad su propio destino..."
Estos tres rasgos de El Salvador, de Polonia, de Nicaragua, nos da una pauta para comprender la fe en Dios que deben tener los pueblos. El Papa en Polonia sabe que se enfrenta con un Gobierno ateo y en cierto sentido tiene más libertad para gritar la libertad religiosa de su pueblo, pero cuando esa característica de ateísmo se camufla bajo una hipocresía cristiana, entonces es difícil hablar como se habla, aquí en América Latina, como lo ha hecho en Nicaragua y tratamos de hacerlo aquí en el Salvador. No es partido de oposición sino defensa del Dios que quiere libres a los pueblos y de la libertad y dignidad que Dios quiso para Israel como lo ha mencionado Moisés que llevaba en carne propia el recuerdo de la esclavitud de Egipto, de los capataces que humillaron a un pueblo; pero, ¡con qué gratitud invita a Israel a mirar al Dios bondadoso que lo ha librado con brazo fuerte, con mano generosa!. Eso pedimos al Señor: que libre de tanta situación difícil la libertad, la dignidad de nuestros queridos pueblos.
2. EL DIOS DE JESUCRISTO SE REVELA COMO UNA FAMILIA: PADRE, HIJO Y ESPIRITU SANTO
Ahora bien, -ya seré más breve en las otras dos consideraciones-. El Dios de nuestros padres en el cual nos hemos entretenido bastante porque sigue siendo el Dios de El Salvador, el Dios de Nicaragua, el Dios que todo hombre de buena voluntad puede encontrar y apoyarse en Él.
- Título en el Nuevo Testamento: "el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo".
Cuando vino Jesucristo en la plenitud de los tiempos, se llama el "Dios de Nuestro Señor Jesucristo". No contradice todo lo que hemos dicho sino que lo perfecciona, porque el Dios de la Antigua Alianza era un Dios monoteísta. No hay más que un sólo Dios, le dice a Moisés después de contar estas maravillas. Reconoce pues y medita en tu corazón que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra. No es un Dios lejano, sí, trascendente, infinito, pero un Dios cercano aquí en la tierra, no hay otro y a ese único Dios que los israelitas no conocieron más perfectamente que como un Dios poderoso, Dios del pueblo, Dios de los patriarcas, Cristo lo vino a perfeccionar en su revelación.
- Cristo revela su "misión" y plenitud de su poder como "enviado" del Padre.
Cuando nos aparece en el Evangelio de hoy: "id a bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". El Dios de Jesucristo es un Dios-Familia, no es un Dios solitario, es uno y único pero en Él hay tres personas: el Padre engendra al Hijo por un proceso misterioso de la eternidad y, entre el Hijo engendrado y el Padre engendrador, una corriente que es también persona, amor, el espíritu de amor, el Espíritu Santo, los identifica, los une. Este es el proceso trinitario que Cristo vino a revelar cuando vino continuamente a hablarnos del Padre: "mi Padre os ama" y cuando nos hablaba: "os enviaré el Espíritu" y esa promesa del Dios de Jesucristo, se cumple cuando Jesucristo muere pagando nuestros pecados, y resucita, y vuelve al cielo; y al decir al Padre: "misión cumplida" la corriente trinitaria que no se ha interrumpido, se extiende. Enviemos al Espíritu que une al Padre y al Hijo en el amor eterno; sea también corriente que engarce los corazones de los hombres. Y vino el Espíritu Santo, enviado como fuerza de la vida de Dios para hacer de los hombres una sola familia.
- Cristo vino a revelar al Padre
Pero fijémonos en este Cristo que nos revela al Padre. Lo que decíamos: no viene a revelarnos un Dios de Atenas ni un Dios de los filósofos viene a revelarnos a un Dios vivo a un Dios amor y no necesita grandes lecciones. Se presenta para decirle a los apóstoles: "el que me ve a mí, ve al Padre" o como decía San Pablo: "toda la gloria del Padre se revela en el rostro de Cristo su Hijo". Este es el papel de Cristo, por eso el Concilio lo llama la plenitud de la revelación. Ahora conocemos, porque Cristo lo ha dicho, que el Padre nos tiene tanto amor que pudo mandar a su Hijo para morir por nosotros. Y todas aquellas bellas parábolas de Cristo son revelaciones de Dios. La oveja perdida que el pastor va a buscar con amor, el hijo pródigo que después de dilapidar toda su fortuna vuelve desnudo de bienes y de gracia y el padre lo abraza y lo viste otra vez. Es el Dios que Cristo nos viene a revelar. El Dios de Jesucristo, es el Dios de la misericordia.
Por eso los cristianos, más que los israelitas de Moisés, hemos de darle gracias porque no en una zarza ardiente hemos conocido a Dios. Cristo es la zarza del Nuevo Testamento. En Cristo arde el amor y la plenitud de Dios. Quien conoce a Cristo ha encontrado a Dios. Nadie conoce al Padre sino al Hijo y a quien el Hijo se lo quiera revelar. Qué hermoso será tener fe cristiana, fe en Cristo; pero no una fe teórica, una fe académica, una fe sólo de la cabeza, sino una fe como lo que significa fe, entrega, confianza. "En Ti Señor he puesto toda mi esperanza y no quedaré confundido". Creer en Cristo revelador del Padre, es aceptar esa fe que nos hace verdaderamente libres.
3. LOS HOMBRES POR EL ESPIRITU SANTO, ENTRAN A FORMAR PARTE DE LA FAMILIA DE DIOS
a) El Espíritu Santo es enviado por el Padre y el Hijo a los hombres.
La segunda lectura nos habla de esa humanidad admitida a la familia de Dios.
- Efecto: la adopción
Como se siente dichoso y agradecido, el hijo de un pobre que ha sido adoptado por una familia que le va a dar todos sus estudios y le va a hacer todo lo que quiera para el desarrollo de su personalidad. Pero, ¿qué es esto sino una pálida imagen de lo que es la obra del Espíritu de Dios que vino a adoptar, es decir a invitar a los hombres? ¿Quieren ustedes que esa vida del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo que es unidad que es comunión, que es amor, que es entrega, que es luz, vuelva aquí también y haga de los hombres también amor, unidad, entrega, comunión, generosidad?.
Y San Pablo lo dice hoy: dichosos los que aceptan esa invitación, los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.
b) Cualidades del efecto de familia
Habéis recibido ese espíritu y ¿qué produce en nosotros?. Si por el Bautismo y por vivir en gracia de Dios pertenecemos a esa familia divina, aquí están las consecuencias en la segunda lectura de hoy.
- No esclavitud... ni temor...
Habéis recibido no un espíritu de esclavitud para recaer en el temor. Cuando vivimos un ambiente de temor, de tensión, de miedo, tenemos que recordar esto. No habéis recibido espíritu de esclavitud, habéis recibido capacidad de ser libres y, por eso, toda lucha por la libertad corresponde también a los designios de Dios no sólo en Israel sino en la santidad del Nuevo Testamento.
- Espíritu de hijos... "Abba", Padre
Un espíritu de hijos adoptivos que nos hace gritar: ¡Abba!. Era la palabra aramea, en la que Cristo habló cuando le oraba al Padre. Abba, quiere decir: papá, padre. Y nos enseñó también: Padre Nuestro, pero cuando estamos en gracia de Dios esto lo decimos porque el Espíritu da testimonio en el interior del hombre que somos de verdad hijos de Dios. Nos ha adoptado, nos ha enviado la corriente de filiación divina que nos eleva, no sólo en la eternidad después de nuestra muerte, sino ya aquí. El que vive en gracia de Dios y gracias a Dios tenemos tantos santos en nuestra Iglesia, tantos hombres y mujeres verdaderamente santos, porque los ha engarzado Dios en su vida trinitaria. Muchos de ellos también trabajan y todos deben trabajar por estas justas reivindicaciones de nuestro pueblo, pero desde estas perspectivas de la vida de Dios que le da una sólida firmeza a nuestros ideales y a nuestras pretensiones.
Y para terminar, cito un pensamiento de San Cipriano que lo recogió el Concilio, cuando después de describir la obra del Padre en la Iglesia, la obra del Hijo y la obra del Espíritu Santo, al sentirnos como arropados en el amor de la Santísima Trinidad, como invitados a formar parte de su familia, a elevarnos para hacer de la tierra una imagen de ese cielo hacia el cual aspiramos, termina diciendo: "Y así toda la Iglesia -es decir, todos nosotros- aparece como un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo". Así sea...
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