Santa Juana de Arco
Hija de campesinos, Juana de Arco nació en 1412 en Donremy, Francia. Jamás aprendió a leer y escribir pero su madre que era muy piadosa le infundió una gran confianza en el Padre Celestial y una tierna devoción hacia la Virgen María.
A causa de los estragos de la invasión de los ingleses, Francia atravesaba una difícil situación. Por revelación divina, la santa supo cuál que su misión era salvar a su patria y al rey de las manos de Inglaterra. Sin embargo, sus familiares, amigos y oficiales de la corte francesa desoyeron su petición de sostener un encuentro con el rey.
Al fin, luego de muchos intentos, Juana de Arco conversó con el monarca, quien se quedó impresionado de la sabiduría y revelaciones de la santa. Los ingleses habían invadido y dominado casi toda Francia; sólo faltaba una ciudad importante: Orleans, y por petición de Santa Juana, el rey Carlos y sus militares le concedieron el mando sobre las tropas, nombrándola capitana. Juana manda a confeccionar una bandera blanca con los nombres de Jesús y de María y al frente de diez mil hombres se dirige hacia Orleans, donde logra un triunfo glorioso.
Luego, se dirige a otras ciudades donde logra la victoria y la libertad del dominio inglés. Sin embargo, a causa de envidias y ambiciones entre los miembros de la corte del Rey Carlos VII, éste retira a Juana de sus tropas, cayendo herida y hecha prisionera por los borgoñones en la batalla de París. La santa fue abandonada por los franceses; pero los ingleses estaban supremamente interesados en tenerla en la cárcel, pagando más de mil monedas de oro a los de Borgoña para que se la entregaran, siendo sentenciada a cadena perpetua.
En la prisión, la santa sufrió las más terribles humillaciones e insultos, pero se mantenía adherida a la cruz del Señor y a la protección de la Madre del Cielo y de San Miguel Arcángel. Los enemigos de Juana la acusaron de utilizar brujería y conjuros para obtener sus conocidas victorias en Francia. Juana de Arco siempre negó todas las acusaciones y pidió que el Pontífice fuese el que la juzgase.
Todos desoyeron su petición, y la santa fue condenada a padecer en la hoguera. Murió rezando y su mayor consuelo era mirar el crucifijo que un religioso le presentaba y encomendarse a Nuestro Señor. Era el 29 de mayo del año 1431.
Tenía apenas 19 años.
Fue declarada Santa, por el Papa Benedicto XV, en el siglo XX y no en 1454. En 1454, el proceso de nulidad, ordenado por el Papa Calixto III, encontró que Juana fue condenada a muerte injustamente y que sus revelaciones eran verdaderas, así como se recogió el milagro de que su corazón, después de que ella fue reducida a cenizas, quedó sin quemar y lleno de sangre.
Esto último, lo testificó Gean Masieu, quien la acompañó los últimos metros hasta la hoguera. Estoy interesada en encontrar libros que hablen de los milagros por los que se dieron la beatificación de Santa Juana de Arco, por el Papa San Pío X, y su canonización por el Papa Benedicto XV, ya que este es un caso curioso, en tanto que Juana es considerada mártir y en tal caso, no se suele pedir el milagro de los otros procesos.
Oremos
Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu santo nombre, semejantes a los que diste a Santa Juana de Arco, para que así, sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo también nosotros te agrademos con nuestra fe y con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
San José Marello
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Nació en Turín el 26 de diciembre de 1844. A los 8 años su padre Vincenzo lo llevó a San Martino Alfieri junto a su hermano, donde fueron criados por sus abuelos que se hicieron cargo de ellos tras la muerte de su madre. José comenzó su formación bajo la tutela del maestro Silvestro Ponzo y del párroco Giovanni Battista Torchio. El buen sacerdote hizo una espléndida labor con el muchacho, aunque era extraordinariamente receptivo. Tan aplicado en el estudio que en el estío de 1856, para recompensar su esfuerzo y las excelentes calificaciones que obtuvo, su padre le premió con una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de la Misericordia, en Savona. Cosas de la providencia. Vincenzo podía haber elegido otro lugar para gratificar la dedicación de su hijo, pero tenía que ser precisamente el santuario. Y es que María esperaba al futuro santo con sus maternales brazos abiertos, y allí mismo le señaló la senda sacerdotal con un apremiante: «¡Hazte sacerdote, entra al seminario!». José acogió esta petición sin dudarlo. En el mes de octubre de ese año 1856, lo más pronto que pudo, ingresó en el seminario de Asti, preparándose concienzudamente para ser un buen sacerdote.
Su progenitor hubiese preferido que se dedicara a los negocios familiares. Y, en principio, la historia se convirtió en aliada suya. José solo pudo permanecer en el seminario tres años que fueron suficientes para mostrar su tesón, inteligencia, y otras muchas virtudes que se abrían paso sin quedar ahogadas en su fuerte carácter. Pero la segunda guerra de independencia del reino de Cerdeña en pugna con Austria, que se inició en 1859, introdujo un paréntesis en su vida, ya que el seminario de Asti fue tomado para destinarlo a los militares. Primeramente estuvo acogido en el domicilio de una familia local, hasta que en el verano de 1862, una vez culminados los estudios filosóficos en la curia diocesana, regresó a Turín. Vincenzo no ocultó su gozo ante esta nueva opción para la vida de su hijo que comenzó a especializarse en temas comerciales con el fin de llevar la rienda de las posesiones, como él deseaba. Sin embargo, se presentó un inesperado escollo; otro gesto de la providencia para salirse con la suya. En 1863 José contrajo el tifus y su salud se agravó peligrosamente. Ante tal impedimento fue rotundo: «Papá yo hubiera querido continuar con los estudios para hacerme sacerdote. Tú no has querido y yo te he obedecido. Pero la Virgen viendo los peligros en los que me encuentro, ha escuchado mi oración y está por liberarme. Si tú consientes que yo siga mi camino, me curaré rápidamente, de otro modo, la Virgen me llamará a sí». Al año siguiente, recuperado de la enfermedad y la crisis que había sufrido por mediación de la Virgen de la Consolación, reingresó en el seminario de Asti. Fue ordenado en septiembre de 1868. Mons. Carlo Savio que había reparado en sus cualidades lo escogió como secretario; fue un juicio acertadísimo. José puso todo su empeño en la formación moral y religiosa de la juventud, dedicaba largas horas a las confesiones y a la dirección espiritual en Michelerio, organizó cursos para los jóvenes obreros, y compaginaba su labor volcado también en las necesidades del clero. Fue canónigo de la catedral y se ocupó de una casa de reposo que no tenía medios para atender a los desvalidos; además, asistía a los ancianos. Todo ello le permitió conocer desde dentro los entresijos de la labor pastoral, pero en el fondo de su corazón se sentía llamado a la vida contemplativa. Trabajador infatigable, advertía: «El ruido no hace bien, y el bien no hace ruido». Mons. Savio le aseguró que Dios tenía para él otra misión. En 1869 acompañó al prelado al Concilio Vaticano I. Entre otros cardenales conoció al futuro papa León XIII. En 1873 murió Vincenzo. Dos años más tarde, hallándose en Roma, José mantuvo una audiencia privada con Pío IX.
El 14 de marzo de 1878, en la sede del Instituto Michelerio donde se propuso crear la Compañía de San José, fundó la Congregación de Oblatos de San José. Les dio como modelo al Santo Patriarca encomendándoles de forma particular que difundieran su culto, que formasen a la juventud y que estuviesen al servicio de las Iglesias locales, parroquias, orfanatos, escuelas... «Cartujos en casa y apóstoles fuera de casa»; «Sed extraordinarios en las cosas ordinarias»,aconsejaba. En 1884 trasladó a los primeros Oblatos al hospicio de Santa Clara, que se convirtió en la casa madre de la congregación. El 23 de noviembre de 1888 fue designado obispo de Acqui; León XIII no había olvidado al joven virtuoso que conoció en el palacio del Quirinale. Desde el mes de junio de 1889 hasta su muerte en 1895, José ejerció su fecundo ministerio pastoral. Seguía persiguiendo la santidad como la deseaba para todos: «La unión con Dios debe ser ya desde aquí en la tierra nuestro único trabajo como noviciado de aquella unión perfecta que se consumará en el cielo. Todo lo demás debe ir ordenado a esta sola». Su consigna era: «Todos cuiden los intereses de Jesús». Sus visitas pastorales le permitieron conocer directamente las parroquias a las que accedió con los medios de la época, algunos precarios: tren, carro y caballo. En todas ellas fue ganándose el afecto de los fieles. El 30 de mayo de 1895 el superior de los padres escolapios le invitó a participar en Savona en la celebración del tercer centenario de la muerte de Felipe Neri. Siempre había tenido una salud precaria, y en ese instante no se hallaba precisamente en buen estado, pero dijo: «se celebra la fiesta de san Felipe Neri y si Dios quiere se muere». Así fue. Ese día al terminar de celebrar la Eucaristía en la iglesia de Nuestra Señora de la Misericordia de Savona, en plena visita pastoral entregó su alma a Dios. Pablo VI lo beatificó el 12 de junio de 1978. Juan Pablo II lo canonizó el 25 de noviembre de 2001. León XIII lo denominó «lumbrera del episcopado».
Beato Ramirez
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Beato Fray Reginaldo Hernandez Ramirez
El mexicano (nativo del Estado de Jalisco, cuya capital es Guadalajara) fray Reginaldo Hernández Ramírez, O.P. será proclamado por la Iglesia este otoño, (octubre 2007), como uno de 498 nuevos beatos que forman un conjunto de católicos sacrificados en España, durante la persecución religiosa de los años treinta. Hijo de Aniceto y Vicenta, nació en San Miguel el Alto, Jalisco, el 7 de enero de 1909.
Fue bautizado al día siguiente en la parroquia de su villa natal con el nombre de Luciano, al cual añadió el de Reginaldo en su profesión religiosa. Muy niño sintió la vocación sacerdotal. Hizo los primeros estudios en orden al sacerdocio católico en los seminarios de Guadalajara y San Juan de los Lagos. Profesó en la Orden Dominicana en España el 17 de agosto de 1927. Fue ordenado sacerdote el 10 de junio de 1933 en la catedral de Ávila, España.
Tuvo a su cargo la publicación del «Enchiridion de la familia» y preparaba el de «Guerra y paz». Superados sus estudios sacerdotales brillantemente con la licenciatura en Teología, realizaba los de Derecho Civil en la Universidad Central de Madrid al comenzar la persecución religiosa en el verano de 1936.
Fue asesinado por su fe en Cristo el 13 de agosto de 1936 en Madrid.
Pierina de Micheli
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Beatificación en la basílica de Santa María la Mayor
Pierina de Micheli, religiosa milanesa pero romana de adopción, será elevada al honor de los altares, en la basílica Santa María la Mayor en Roma.
“Es la primera vez que se realiza una beatificación en esta basílica”, cuenta emocionada la hermana Nora Antonelli, superiora general de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, comunidad a la que pertenecía Pierina. “Estamos felices que se haya acogido nuestra petición”, asegura.
La celebración será presidida por monseñor Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la causa de los santos. Mística, la madre Pierina, dedicó toda la vida a difundir el culto al rostro de Cristo y, al mismo tiempo, a luchar contra Satanás. Esto hizo parte de sus propósitos, escritos en su diario personal, el cual fue reencontrado por las hermanas en la celda del convento, luego de su muerte en 1945.
El padre Fabrizio Poloni, delegado episcopal para la Causa de los santos de la diócesis de Novara, cuenta que, cuando era adolescente, la religiosa tuvo manifestaciones sobrenaturales. Como una vez en la que, siendo más que una niña, le pareció sentir la voz de Jesús que le decía: "¿Nadie me va a dar un beso de amor en el rostro para reparar el beso de Judas?”.
La pequeña prometió que le proporcionaría aquel beso: después vino el sufrido sentimiento religioso sufrido. Hasta el punto que – como recuerdan los biógrafos Mariella Scatena y Piersandro Vazan – la joven oraba incluso a la Virgen de las gracias “porque no 'quería la vocación, es más, había hecho una novena 'para perderla'”.
Sin embargo, es a la madre Pierina a quien se debe la difusión de la imagen del rostro de Cristo, la cual hizo acuñar en una medalla, que se ha difundido especialmente en América Latina, donde están presentes las religiosas. El mismo año de 1938, el fotógrafo Giovanni Bruner, realizó una fotografía artística de la Sábana Santa: era la misma imagen que mostraba aquella medallita.
En esta entrevista, el postulador para la causa de beatificación, el abogado Andrea Ambrosi, cuenta el camino difícil para llegar a la beatificacion de Pierina de Micheli.
-¿ Por que Pierina, a pesar de ser milanesa, fue tan querida por los romanos? Andrea Ambrosi: Fundadora del instituto Espíritu Santo de Roma, para la educación y la enseñanza escolástica, Pierina se encontraba en la capital en el peor período de la Segunda Guerra Mundial, que también coincidió con sus últimos años de existencia. Vivió entre los barrios Aventino y Testaccio, se hizo amar porque ayudaba a quien se lo pidiera. Desde los sacerdotes hasta las familias, desde los jóvenes hasta los más necesitados. Conversando con los responsables de algunas congregaciones religiosas, he descubierto la como madre Pierina permaneció, por ejemplo, en el corazón de tantos chicos que venían a Roma a estudiar: ella los cuidaba, les daba desayuno. Y eso sin contar del lazo que hacía hecho con el pueblo. En ese sentido, fue más romana que muchos otros.
-¿Cuándo comenzó usted a ocuparse de la causa de beatificación de esta religiosa? Andrea Ambrosi: Desde 1995. Quien me involucró en esta tarea fue Sor Pía, quien por mucho tiempo fue directora del Instituto del Espíritu Santo. Una mujer muy inteligente y a quien yo estimaba mucho. Preocupada por el hecho de que la causa, que empezó en 1962 – es decir, 17 años después de la muerte de Pierina - se fue “empantanando” y me pidió que me ocupara yo. Así hemos trabajado juntos hasta el final, es decir, hasta marzo de 2009. Pocos días después, el 3 de abril, se dio la lectura del milagro.
-¿Podría explicar por qué el tiempo para su beatificación ha sido tan largo?
Andrea Ambrosi: El motivo principal es que, por más de tres veces ha cambiado el procedimiento en la Congregación para la Causa de los Santos. Naturalmente, la causa se debió haber adaptado a los cambios. Se comenzó según el Código de Derecho Canónico de 1917, entonces, seguía una normativa mucho más compleja. Se detuvo cuando en 1969 entró la reforma de la Sanctitas Clarior. Tuve que dejar las reformas anteriores para seguir estas nuevas y luego, en 1983, de la constitución apostólica Divinus perfectionis Magister, que una vez más revolucionó todo el proceso.
-Una ultima curiosidad: ¿Cuál fue el milagro se reconoció para que se aprobara la beatificación de la religiosa?
Andrea Ambrosi: A la hermana Pierina se dirigían quienes habían orado por la curación de un hombre que estaba muriendo, luego de haber sufrido un aneurisma. Se recuperó completamente después de un par de horas que los fieles invocaron a Madre Pierina.
San Félix Papa
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San Félix, Papa. Gobernó la Iglesia en la segunda mitad del siglo III. Condenó el error unitario de Sabelio, reprimió las blasfemias del obispo racionalista Pablo de Samosata, y anatematizó a Manes, corifeo de los maniqueos.
Suya es también la prescripción de que los divinos misterios sólo se celebren en lugar sagrado y sobre las tumbas o memorias de los mártires.
Murió mártir en la persecución de Aureliano.
San Fernando III
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Fernando
III de Castilla (Peleas de Arriba, Zamora o Bolaños de
Calatrava, Ciudad Real, c. 5 de agosto de 1199 –Sevilla, 30
de mayo de 1252), llamado el Santo, rey de Castilla[1] (1217 – 1252)
y de León[1] (1230 – 1252). Hijo deBerenguela
I, reina de Castilla, y de Alfonso IX, rey de León. Durante su reinado
se unificaron definitivamente las coronas de Castilla y León, que habían
permanecido divididas desde la época de Alfonso VII el Emperador, quien
a su muerte las repartió entre sus hijos, los infantes Fernando y Sancho.
Durante
su reinado fueron conquistadas y arrebatadas a los musulmanes, en el marco de
la Reconquista, entre otras plazas, las ciudades de Córdoba, Sevilla, Jaén y Murcia,
obligando con ello a retroceder a los reinos musulmanes, que, al finalizar el
reinado de Fernando III el Santo, únicamente poseían en la Península
Ibéricalas actuales provincias de Huelva, Cádiz, Málaga, Granada y Almería.
Fue canonizado en 1671,
siendo papa Clemente X, y reinando en España Carlos II.
Hijo
de Alfonso IX de León y de su segunda esposa, la reina Berenguela
I de Castilla. Por parte paterna era nieto de Fernando II de León y
de su esposa, la reina Urraca de Portugal. Por parte materna eran sus
abuelos el rey Alfonso VIII de Castilla y su esposa, la reina Leonor
de Plantagenet.
Fueron
sus hermanos, entre otros, el infante Alfonso de Molina, padre de la
reina María de Molina, esposa deSancho IV el Bravo, y las infantas
Sancha y Dulce.
El Papa Inocencio III declaró nulo en 1204
el matrimonio de sus padres, Alfonso IX y Berenguela, alegando el parentesco
de los cónyuges, tras lo cual Berenguela volvió a la corte de su padre (el
rey de Castilla) con todos sus hijos.
Tras la temprana muerte del rey de Castilla Enrique
I, hermano menor de su madre y la abdicación de ésta, es nombrado rey de
Castilla el 1 de mayo de 1217, en un acto realizado en Nájera. Nada más
tomar posesión de la corona, tuvo que enfrentarse a una revuelta nobiliaria,
encabezada por la casa de los Lara y fomentada por el vecino Reino
de León.
Contrae matrimonio con Beatriz de Suabia (1219).
A partir de 1224, aprovechando las discordias surgidas entre los almohades a
la muerte de Abu Yacub Yusuf, dedicó su esfuerzo a dirigir las campañas
de conquista de los territorios dominados por los musulmanes, combinando
hábilmente las acciones diplomáticas con beneficiosas intervenciones bélicas
aprovechando las discordias existentes en los distintos reinos musulmanes.
Así, entre 1225 y 1227 las tropas castellanas se hacen con Andújar, Martos y Baeza,
lugares clave para la conquista de Andalucía.
A la muerte de su padre, Alfonso IX, rey de León,
en 1230, los partidarios de Fernando no respetaron su testamento,
reivindicando el trono de León, que el rey, su padre, había legado a Sancha y
Dulce, hijas de su matrimonio con Teresa de Portugal. Tras una reunión entre
las dos reinas consortes, Teresa de Portugal y Berenguela de
Castilla, se firma la Concordia de Benavente, en el que se declara la
inviabilidad del testamento de Alfonso IX y el traspaso de la
corona de León a Fernando a cambio de una compensación económica a Dulce y
Sancha, que incluía la cesión de tierras que se reincorporarían a Castilla
cuando éstas murieran. De ese modo se unieron dinásticamente -siguieron
conservando Cortes, leyes e instituciones diferentes- León y Castilla en la
persona de Fernando.
Tras lograr la unión de sus reinos, se dedica de
manera sistemática a la conquista del valle del Guadalquivir. En 1231 tomó la
plaza de Cazorla en Jaén, junto al arzobispo de Toledo, Rodrigo
Jiménez de Rada. Las fuerzas reales se adueñan posteriormente de la campiña
cordobesa y de forma inesperada se apoderan de la capital cordobesa en 1236.
En 1240 se apoderó de Lucena. En 1243, el rey del taifa
de Murcia se sometió a vasallaje y poco después su hijo, el Infante
Alfonso, ocupó el reino murciano de forma pacífica. En 1244, se
establecen las fronteras con el Reino de Aragón en el tratado
de Almizra, asignando al reino de Castilla las plazas de Orihuela, Elche y Alicante.
Este mismo año, sus súbditos Rodrigo González Girón y el Maestre
deSantiago, Pelayo Pérez Correa, se apoderan de los últimos reductos
murcianos: Cartagena, Lorca y Mula.
Desde entonces fue avanzando por el Guadalquivir. Jaén es
conquistada tras años de ataques en 1246, y en noviembre del año 1248 se
apodera deSevilla, tras quince meses de asedio y con el auxilio del marino Ramón
de Bonifaz, a quien el rey había encargado en 1247 la formación de una flota
con naves procedentes del Cantábrico y con la que habría de remontar el río
Guadalquivir y completar el cerco sobre la ciudad. A la toma de Sevilla
siguió la de Medina Sidonia y Arcos de la Frontera, entre
otras. Cuando falleció en 1252, preparaba una expedición contra el norte de
África, tratando de evitar las posibles amenazas que pudieran proceder de esa
zona.
Trató de unificar y centralizar la administración de
los reinos castellano y leonés, promovió la traducción del Fuero juzgo e
impuso el castellano como idioma oficial de sus reinos en sustitución del
latín. Repartió las nuevas tierras conquistadas entre las órdenes militares,
la Iglesia y los nobles, lo que dio lugar a la formación de grandes latifundios.
En el ámbito cultural y religioso, mandó levantar
las catedrales de Burgos y León. Se esmeró por que en su Corte
se le diera importancia a la música y al buen hablar literario (su hijo el
rey Alfonso el Sabio será un gran literato y declarará que su saber
se lo debe en gran parte al interés que su padre tenía por que su instrucción
fuera la mejor posible).
[editar] Sepultura de Fernando III el Santo
El cadáver del rey Fernando III el Santo recibió
sepultura en la Catedral de Sevilla, tres días después de su fallecimiento.[2] El
soberano había dispuesto que su cadáver recibiese sepultura al pie de la
imagen de la Virgen de los Reyes, que se supone le regaló el rey San Luis de
Francia a Fernando III.
Vista del interior de la Capilla Real de la Catedral
de Sevilla, en la que se observa la urna de plata donde se encuentra el
cuerpo incorrupto de Fernando III el Santo, que se muestra a los fieles cada 30
de mayo.
Había ordenado además que su sepultura fuera
sencilla, sin estatua yacente.[3]
No obstante, tras la muerte del rey, su hijo Alfonso
X el Sabio ordenó realizar los mausoleos de sus padres, revestidos de
plata, y las efigies sedentes que les representaban, recubiertas de metales
preciosos y piedras preciosas, contraviniendo así el deseo de su padre.[2] Delante
de la imagen de laVirgen de los Reyes, donada por Fernando III el Santo a la
Catedral de Sevilla, fueron colocadas las efigies de Fernando III y de su
primera esposa, la reina Beatriz de Suabia, que aparecían vestidos,
sentados en sillones chapados de plata y bajo baldaquinos de plata dorada. La
imagen sedente de Fernando III se hallaba coronada por una corona de oro y
piedras preciosas. Las imágenes de Alfonso X y Beatriz de Suabia portaban
sendas coronas de oro y piedras preciosas. Las piedras preciosas fueron
confiscadas por su descendiente, el rey Pedro I el Cruel durante la Guerra
de los dos Pedros, en elsiglo XIV, argumentando el soberano que no se
hallaban suficientemente protegidas.[4]
El monarca aparecía portando en la mano derecha la
espada con la punta hacia arriba, estando la espada adornada con un rubí y
una esmeralda. En el dedo índice de la mano izquierda, en la que sostenía la
vaina de la espada, adornada con pedrería, llevaba un anillo de oro con una
rubí de considerable tamaño. Dicho anillo sería posteriormente colocado en la
mano de la Virgen de los Reyes, quien portaba, al igual que el Niño Jesús que
ella sostenía en sus brazos, una corona de oro con piedras preciosas, que
fueron donadas por Alfonso X el Sabio.[5] Tras la muerte
de Alfonso X el Sabio, su efigie, del mismo estilo que las de sus
progenitores, fue colocada al lado de aquéllas. Los sarcófagos que contenían
los restos de los reyes fueron colocados a los pies de la imagen de la Virgen
de los Reyes, y se hallaban ornados con blasones en los que aparecían
castillos, leones y águilas, símbolo éste último de la Casa de
Hohenstaufen, de la que era miembro la reina Beatriz de Suabia. La
efigie que representaba a Fernando III se hallaba colocada en el centro de la
capilla y a la izquierda la de su esposa.[2] Cuando Fernando
III el Santo fue canonizado en el año 1671, la imagen sedente del rey, del
siglo XIII, fue sustituída por otra realizada por el escultor Pedro
Roldán, quien según ciertas fuentes la realizó en pocos días, siendo después
dorada y estofada por una hija del pintor Juan de Valdés Leal.[6]
En la actualidad, sobre un basamento de mampostería,
colocado ante las gradas del altar donde se sitúa la imagen de la Virgen
de los Reyes, se encuentra la urna de plata que contiene los restos de
Fernando III el Santo. En el basamento de mampostería que sirve de soporte a
la urna se encuentran colocados, en sus cuatro lados, cuatro epitafios,
compuestos en arábigo, latín, hebreo y castellano. La tradición sostiene que
los cuatro epitafios fueron compuestos por Alfonso X el Sabio, hijo de
Fernando III. El epitafio latino contiene la siguiente inscripción:
"HIC JACET ILLUSTRISSIMUS REX FERRANDUS
CASTELLAE, ET TOLETI, LEGIONIS, GALLECIAE, SIVILLIAE, CORDUVAE, MURCIAE, ET
JAENI. CONSTANTISSIMUS, JUSTISSIMUS, STRENUISSIMUS,
DETENTISSIMUS, LIBERALISSIMUS, PACIENTISSIMUS, PIISSIMUS, HUMILLISSIMUS IN
TIMORE, ET SERVITIO DEI EFICACISSIMUS. QUI CONTRIVIT, ET EXTERMINAVIT PENITUS
HOSTIUM SUORUM PROTERVIAM, QUI SUBLIMAVIT, ET EXALTAVIT OMNES AMICOS SUOS,
QUI CIVITATEM HISPALENSEM , QUAE CAPUT EST, ET METROPOLIS TOTIUS HISPANIAE DE
MANIBUS ERIPUIT PAGANORUM, ET CULTUI RESTITUIT CHRISTIANO: UBI SOLVENS
NATURAE DEBITUM TRANSMIGRAVIT ULTIMA DIE MAII, ANNO AB INCARNATIONE DOMINI
MILLESIMO DUCENTISIMO QUINCUAGESIMO II"[7]
El epitafio de Fernando III el Santo escrito en
lengua romance dice así:
"AQUI YACE EL MUY ONRADO HERNANDO SEÑOR DE
CASTIELLA, E DE TOLEDO, E DE LEON, E DE GALICIA, DE SEVILLA, DE CORDOVA, DE
MURCIA, DE JAHEN, EL QUE CONQUISSO TODA España, EL MAS LEAL, EL MAS
VERDADERO, EL MAS FRANCO, EL MAS ESFORZADO, EL MAS APUESTO, EL MAS GRANADO,
EL MAS SOFRIDO, EL MAS HOMILDOSO, EL QUE MAS TEMIE A DIOS, EL QUE MAS LE
FAZIE SERVICIO, EL QUE QUEBRANTO E DESTRUYO A TODOS SUS ENEMIGOS, EL QUE ALZO
E ONRO TODOS SUS AMIGOS, E CONQUISSO LA CIUDAD DE SEVILLA, QUE ES CABEZA DE
TODA ESPAÑA, E PASSO EN EL POSTRIMERO DIA DE MAYO, EN LA ERA DE MIL E CC E
NOVENTA"[8]
EL EPITAFIO EN ÁRABE DICE: “Este es el túmulo del
máximo Rey Don Fernando, señor de Casilla y de Toledo, de León, de Sevilla,
de Córdoba, de Murcia y de Jaén; muy agradable a Dios; que recuperó a toda
España; varón fidelísimo, veracísimo, constantísimo, justísimo, fortísimo,
óptimo, liberalísimo, mansísimo en su imperio, humildísimo; muy dado a Dios,
y a lo que era de su obsequio; del cual tuvo Dios misericordia en las horas
vespertinas del día viernes; el cual llenó de honra a todos sus escogidos
amigos; el cual finalmente conquistó la ciudad de Sevilla, que es cabeza de
toda España, y murió en ella; el que finalmente quebrantó y destruyó
totalmente la fuerza de de todos sus enemigos, cuyo tránsito fue en el día 20
del mes Rabie primero, en el año seiscientos y cincuenta de la Hégira”
EL EPITAFIO HEBREO DICE: “En este lugar está el
sepulcro de del Rey grande Don Fernando, señor de Castela y de Tolaitola, y
de León y de Galicia, y de Isbilia y de Cortova y de Murcia, y de
Gien. Esté su alma en el Huerto Edén. El que conquistó toda Sepharad
(España), el Recto, el Justo, el prudente, el Magnífico, el Fuerte, el
Piadoso, el Humilde, el que temió a Dios y le sirvió todos sus días; el
quebrantó y destruyó a todos sus enemigos, y ensalzó y honró a todos sus
amigos, y conquistó la ciudad de Isbilla, que es cabeza de toda Sepharad, y
murió en ella en la noche del día segundo y vigésimo día del mes de Sivan,
año cinco mil y doce de la creación del Mundo”.
La urna de plata que contiene los restos del rey fue
realizada entre los años por el orfebre jerezano Juan Laureano de Pina.
Con motivo de la canonización del rey en 1677, se decidió que sus restos
reposaran en una urna de plata. Fue comenzada en 1690 por el
orfebre Juan Laureano de Pina, aunque las dificultades financieras motivaron
que su terminación no finalizara hasta el año 1719, habiendo participado
en su conclusión otros orfebres, habiéndose empleado en su realización plata,
plata sobredorada y bronce. La urna exterior cubre la urna interior, con
paredes de cristal, en la que reposan los restos del soberano
castellano-leonés. La urna, que se considera la obra más relevante de la
orfebrería barroca sevillana, permanece cerrada habitualmente, aunque puede
ser abierta para mostrar el cuerpo de San Fernando, como se hace el día 30 de
mayo, festividad de San Fernando, en que es expuesto a la veneración de los
fieles, abatiendo uno de los laterales de la urna, lo que permite contemplar
el interior de la misma.[9] En la decoración de la urna
externa, que protege la urna interior, se glorifican las virtudes del rey San
Fernando y la apoteósis de la monarquía española, acompañado por relieves con
motivos florales y vegetales.
Como curiosidad decir que entre la decoración
barroca de la urna, aparecen la corona del Santo Rey, y debajo un bastón y
una espada cruzados que forman un triángulo invertido, y justo encima de
ellos la Corona, por lo que da la impresión de formar el escudo del equipo de
fútbol sevillano el Real Betis Balompie, cuyos seguidores celebran los
triunfos de su equipo bajo el monumento al patrón de la Ciudad.
Exposición de la espada Lobera
El día 23 de Noviembre se realiza otro
acontecimiento relacionado con Fernando III. Ese día se conmemora la toma de
Sevilla por parte del santo-rey, y el alcalde de la ciudad saca su espada, Lobera,
tomándola por la punta (sólo el rey puede tomarla por la empuñadura), y
recorre la catedral con ella, seguido del cabildo, ante el pueblo, acompañado
del concejal más joven de la ciudad, que porta el llamado “pendón de
Sevilla”, un estandarte carmesí que representa a Fernando III sentado en un
trono, empuñando su espada y el orbe del mundo.
[editar] Matrimonios y descendencia
Fernando III el Santo contrajo matrimonio en
noviembre de 1219 en la ciudad de Burgos con Beatriz
de Suabia, hija de Felipe de Suabia, rey de Romanos y duque de Suabia, y
de Irene Ángelo, hija de Isaac II Ángelo, emperador del Imperio
Romano de Oriente, con la que tuvo diez hijos:
- Alfonso
X el Sabio (1221-1284), rey de
Castilla tras la muerte de
su padre Fernando III. Contrajo
matrimonio con Violante de Aragón y
Hungría, hija de Jaime I el
Conquistador, rey de Aragón. Se encuentra sepultado en
la Capilla Real de la Catedral
de Sevilla junto a
sus progenitores.
- Fadrique
de Castilla (1224-1277). Fue
ejecutado en 1277 por orden de su hermano, Alfonso X el
Sabio. Fue sepultado en el
desaparecido Convento de la Trinidad de Burgos.
- Fernando
de Castilla y Suabia (1225–1248). Falleció
durante la conquista de Sevilla, en 1248.
- Leonor
de Castilla y Suabia
(1226-¿?), falleció en su juventud.
- Berenguela
de Castilla y Suabia (1228–1279). Fue
monja en el Real Monasterio de
Santa María la Real de Las Huelgas, de Burgos, donde
fue sepultada a su muerte.
- Enrique
de Castilla "El Senador" (1230-1303). Después
de su estancia en Túnez, fue nombrado Senador de Roma por
el papa Clemente IV. Después de la
derrota gibelina en la batalla
de Tagliacozzo, permaneció cautivo en Italia durante
veintiséis años, hasta su liberación
en1294, año en que regresó a
Castilla. A la muerte de su sobrino Sancho IV el Bravo fue
nombrado tutor de Fernando IV el
Emplazado durante su minoría de
edad. Falleció en 1303 en Roa y fue sepultado en el
desaparecido Monasterio de San Francisco
de Valladolid.
- Felipe
de Castilla (1231–1274). Arzobispo
de Sevilla. Se encuentra sepultado en
la Iglesia de Santa María la
Blanca de Villalcázar de Sirga, situada en
la provincia de Palencia, en compañía
de su segunda esposa, Inés
Rodríguez Girón, fallecida en 1265.
- Sancho
de Castilla (1233–1261). Arzobispo
de Toledo y Sevilla.
- Manuel
de Castilla (1234-1283), Señor
de Villena, Escalona, Peñafiel, Elche, Santa Olalla, Agreda, Roa,Cuéllar, Chinchilla, Aspe y Beas. Era
padre de Don Juan Manuel. A su muerte
fue sepultado junto con su esposa en
el Monasterio de Uclés, sede de la Orden de Santiago.
- María de
Borgoña y Suabia (1235-1235). Fue
sepultada en la Colegiata de San Isidoro de León.
Tras quedar viudo de su primera esposa, Beatriz
de Suabia, Fernando III el Santo contrajo matrimonio en la ciudad de Burgos en 1237 con Juana
de Danmartín. Fruto de su segundo matrimonio nacieron los siguientes hijos:
- Fernando
de Castilla y Danmartín (1238–¿?). Conde
de Aumale y barón de Montgomery. Falleció en Francia.
- Leonor
de Castilla (1240-1290). Contrajo
matrimonio con Eduardo I de Inglaterra, siendo
madre de Eduardo II de
Inglaterra. Fue sepultada en la Abadía
de Westminster.
- Luis de
Castilla y Danmartín. Señor de Marchena y Zuheros. Contrajo
matrimonio con Juana Gómez de Manzanedo.
- Jimeno
de Castilla (1244-¿?). Falleció en su juventud. Se supone que
fue sepultado en el Monasterio de
Santa Fe de Toledo.
- Juan
(1245-1245). Murió recién nacido. Fue
sepultado en la Mezquita-Catedral de Córdoba.
Oremos
Señor
Dios todopoderoso, que nos has revelado que el amor a Dios y al
prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la
caridad de San Fernando, seamos contados un día entre los elegidos
de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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