Beato Juan de Vercelli, religioso presbítero
fecha: 30 de noviembre
fecha en el calendario anterior: 1 de diciembre
n.: c. 1205 - †: 1283 - país: Francia
otras formas del nombre: Juan Garbella
canonización: Conf. Culto: Pío X 1903
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 1 de diciembre
n.: c. 1205 - †: 1283 - país: Francia
otras formas del nombre: Juan Garbella
canonización: Conf. Culto: Pío X 1903
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Montpellier, de la Provenza, en
Francia, beato Juan de Vercelli, presbítero, maestro general de la Orden de
Predicadores, que predicó incansablemente la reverencia al nombre de Jesús.
Juan nació en Vercelli alrededor del año
1205. Cuando la historia habla de él por primera vez, tenía ya cuarenta años y
era prior de los dominicos de Vercelli. Tras haber dado pruebas de su fuerza de
carácter y habilidades en varios cargos y misiones, fue elegido como sexto
maestro general de la Orden de Predicadores, en 1264. Durante diecinueve años,
desempeñó ese oficio en forma muy distinguida. Juan era de estatura más bien
baja (en su primera carta a sus hermanos se llama a sí mismo «pobre
hombrecillo») y de rostro tan alegre que, según se dice, exigía que su ayudante
fuese siempre un fraile de aspecto severo e imponente. Pero su energía suplía
con creces su baja estatura. En efecto, visitó y reformó incansablemente los
conventos de su Orden en toda Europa, sin dispensarse jamás durante sus viajes
de los ayunos eclesiásticos y de los de su Orden. Gregorio X, poco después de
su elección al pontificado, confió a Juan de Vercelli y a los dominicos la
tarea de hacer la paz entre los estados italianos. Tres años más tarde, el Papa
pidió al beato que redactase un «esquema» para el segundo Concilio Ecuménico de
Lyon. En el Concilio conoció el beato Juan a Jerónimo de Ascoli (más tarde papa
con el nombre de Nicolás IV), quien había sucedido a san Buenaventura en el
cargo de general de los franciscanos. Ambos escribieron juntos una carta a sus
súbditos. Más tarde, la Santa Sede los envió como mediadores entre Felipe III
de Francia y Alfonso X de Castilla. Ello no fue más que una continuación del
oficio de pacificación en el que tanto se distinguió Juan de Vercelli.
El beato fue uno de los primeros
propagadores de la devoción al nombre de Jesús, que el Concilio de Lyon
recomendó como acto de reparación por las blasfemias de los albigenses. El beato Gregorio X eligió
particularmente a Juan de Vercelli, como general de la Orden de Predicadores,
para difundir esa devoción. El beato escribió inmediatamente a todos los
provinciales. Filialmente se decidió que en todas las iglesias de los dominicos
hubiese un altar dedicado al Santo Nombre de Jesús y que se formasen cofradías
contra la blasfemia. En 1278, el maestro general envió un visitador a
Inglaterra, donde algunos frailes habían atacado la doctrina de santo Tomás de
Aquino, muerto recientemente. El beato había nombrado al Doctor
Angélico para ocupar la cátedra de teología en París, ya que san Alberto
Magno no quiso aceptarla. Dos años más tarde, Juan de
Vercelli asistió a un capítulo general en Oxford. Como su predecesor, Humberto
de Romanos, el beato se negó a aceptar la dignidad episcopal y un cargo en la
curia romana. También renunció al cargo de general de la orden, pero su renuncia
no fue aceptada, de suerte que ejerció ese oficio hasta su muerte, ocurrida el
30 de noviembre de 1283. Su culto fue aprobado en 1903.
P. Mothon escribió en francés una
biografía muy completa, que fue traducida al ita liano con el título de Vita
del B. Giovanni da Vercelli (1903). Naturalmente el P. Morliel consagra a este
importante generalato un largo artículo en su Histoire des Maítres généraux O.
P., vol. II, pp. 1-170. Más breve, aunque no menos cuidadoso, es el estudio de
M. de Waresquiel, Le bx. Jean de Verceil (1903). V éase también Taurisano,
Catalogus Hagiographicus.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1006 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4362
Beato Federico, religioso
fecha: 30 de noviembre
fecha en el calendario anterior: 29 de noviembre
†: 1329 - país: Alemania
canonización: Conf. Culto: Pío X 1909
fecha en el calendario anterior: 29 de noviembre
†: 1329 - país: Alemania
canonización: Conf. Culto: Pío X 1909
hagiografía: Parroquia Ntra. Sra. de Gracia - PP. Agustinos
Elogio: En Ratisbona, en el territorio de
Baviera, en Alemania, beato Federico, religioso de la Orden de Ermitaños de San
Agustín, que, siendo hábil carpintero, sobresalió por el fervor en la oración,
por la obediencia y por la caridad.
Nació en Ratisbona (Alemania). Sus padres
pertenecían a la clase media. Entró en calidad de hermano no clérigo en el
convento de los agustinos, y sirvió a la comunidad como carpintero, con el
encargo de proveer a la casa la leña necesaria para el uso cotidiano. Un
modesto trabajo llevado a cabo durante años, unido a una profunda vida de
oración. Fue apreciado por su religiosidad, su generosa obediencia, su
delicadeza con los hermanos, su caridad con los pobres, su humildad y, en
particular, por su ardiente devoción a la eucaristía.
Es una lástima que sea poco lo que se sabe
de su vida. Conocemos, eso sí, algunas relaciones legendarias, como las
aparecidas en la biblioteca del capítulo metropolitano de Praga, publicadas por
el canónigo Dr. Podlaha. El autor, P. Hieronymus Streitel, prior de Ratisbona y
cronista de la Orden a principios del siglo XVI, recoge tradiciones orales,
preferentemente las ya propuestas en el «retrato historiado» que uno de sus
inmediatos predecesores al frente de la comunidad ratisbonense, el P. Honrad
Schleier, había seleccionado para decorar la tumba de Federico. Entre ellas, la
más conocida, narra cómo un día en que no pudo asistir a la misa, en el mismo
lugar donde se encontraba trabajando, recibió la comunión de manos de un ángel,
y que se reproduce en su iconografía.
La carga de colorido con la que se
presentan los hechos históricos, en conformidad a los gustos del tiempo, hoy
hace que tales relatos sean vistos con fuertes reservas, o incluso con rechazo.
Pero hay que tener en cuenta que el narrador medieval, más que la misma vida de
los santos le interesaba mostrar su testimonio, y la confirmación y
reconocimiento divino de su santidad mediante el milagro. Su intención era la
de representar ejemplos de virtud e ideales religiosos que animaran a
seguirlos. Episodios como el expuesto atestiguan la devoción eucarística de
nuestro beato y prueban el profundo efecto producido entre sus contemporáneos y
la continuidad de la piadosa memoria de que fue objeto a lo largo de los
siglos.
Murió el 29 de noviembre de 1329. A menudo
se lo inscribe -y el Martirologio actual así lo hace- el 30 de noviembre, porque
en su tumba una inscripción dice «obiit die S. Andreae» (muerto el día de san
Andrés), pero eso se debe a que litúrgicamente el día de san Adrés había ya
comenzado. A principios del siglo XX, el siervo de Dios padre Pío Keller se
empeñó en trabajar por la confirmación de culto del beato, lo que resultó
coronado con la declaración de san Pío X, el 12 de mayo de 1909. Desde 1913,
sus restos mortales, al igual que el mencionado «retrato historiado» -que de
hecho resulta la más antigua «Vita» del beato-, se hallan expuestos a la
veneración de los fieles en la iglesia agustiniana y parroquial de santa
Cecilia en Ratisbona.
El siervo de Dios, Clemente Fulh, Prior
General, OSA, en una carta a los hermanos no clérigos, decía: El beato
Federico llegó en vuestro estado a la cumbre de la perfección, observando
fielmente las normas establecidas por nuestro padre san Agustín en su obra «De
opere monachorum», es decir, juntando en admirable consorcio la vida
perfectamente contemplativa con la vida perfectamente activa. El beato
Federico, en los diversos oficios que le encomendara la obediencia, sirvió sin
descanso y con singular solicitud a la comunidad, anteponiendo siempre el bien
común al propio, que es el carácter distintivo de la caridad cristiana, según
nos enseña san Pablo y nos recuerda nuestro padre san Agustín en la Regla. El
beato Federico es dechado y ejemplar admirable, pues íntimamente unido a los
sacerdotes por la obediencia y la caridad, aspiró ardientemente a que
Jesucristo reinara con imperio absoluto en las almas, y sobre todo en su
corazón. Seguid sus huellas, imitad sus ejemplos e invocad su protección, para
que también vosotros logréis llegar al mismo fin: a la perfección en vuestro
estado y a la bienaventuranza eterna.
accedida 570 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4363
No hay comentarios:
Publicar un comentario