San José Marchand, presbítero y mártir
fecha: 30 de noviembre
n.: 1803 - †: 1835 - país: Vietnam
canonización: B: León XIII 27 may 1900 - C: Juan Pablo II 19 jun 1988
hagiografía: Santi e Beati
n.: 1803 - †: 1835 - país: Vietnam
canonización: B: León XIII 27 may 1900 - C: Juan Pablo II 19 jun 1988
hagiografía: Santi e Beati
Elogio: En Hué, localidad de Annam, san José Marchand, presbítero de la
Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que bajo el imperio de Minh
Mang fue condenado al suplicio de los cien azotes.
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Nació en Passavant (dioc. de Besançon) el
17 de agosto de 1803, y completados sus estudios en el seminario diocesano,
pasó en 1828 al de las Misiones Extranjeras de París. Ordenado sacerdote el 4
de abril el mismo año, el 12 de mayo siguiente partió para Annam.
Su primera actividad se llevó a cabo
principalmente en la provincia de Binh-Tuan (Camboya), en medio de más de siete
mil cristianos, distribuidos en veinticinco aldeas. El decreto de persecución
de 1833 le obligó a refugiarse en el sur de Cochinchina, donde empezó una vida
errante, huyendo hasta que fue obligado a esconderse en la espesura del bosque,
donde se alimentaba de hierbas. Descubierto por los soldados de los rebeldes
Koi, tuvo que seguirlos hasta la ciudad de Saigón, donde levantaron barricadas
para defenderse de las tropas reales. El asedio duró dieciocho meses, durante
el cual el líder rebelde trató -en vano- de que escribiera a los cristianos
para levantarlos contra el rey. Caída la ciudad en las últimas semanas de 1835,
Marchand fue encarcelado y acusado de haber participado en la rebelión. Vanas
resultaron las protestas, por lo que, encerrado en una jaula con otros
cristianos, fue llevado a Hué, ala cárcel de Yo-Loango.
En algunos interrogatorios que siguieron,
la acusación fue renovada y refutada, pero querían inducirlo a la apostasía
pisoteando la cruz, pero las respuestas del mártir fueron siempre firmes,
incluso en medio de la terrible tortura de tenazas ardientes. El 30 de
noviembre, a las 5 am, siete tiros al aire invitaron al pueblo a presenciar la
tortura de «las cien heridas», a las que el misionero, persistente en su
negativa a renunciar a la fe, había sido condenado. En medio de insultos y
acusaciones de infamia y magia -que provocaron respuestas dignas-, comenzó el
horrible tormento de una sucesión de terribles mutilaciones y heridas hasta
que, incapaz de soportar el tormento, el mártir murió. Ni siquiera el cuerpo se
salvó porque, descuartizado, fue arrojado al mar, incluyendo la cabeza, que fue
exhibida primero en una pica.
Traducido para ETF de un artículo de
Celestino Testore en Enciclopedia dei Santi, que recogemos de Santi e Beati.
fuente: Santi e Beati
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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