Holanda: proponen la eutanasia por “vida completa”
Por Jorge Nicolás
Lafferriere
28 de noviembre de 2016
En una carta dirigida al Parlamento fechada
el 12 de octubre de 2016, los ministros de Salud, Edith Schippers, y de
Justicia, Ard Van Der Steur, del gobierno holandés proponen que se legalice
la eutanasia para las personas que han llegado a la decisión de que su vida
ya está completa.
En su carta indican que
esta medida debería instrumentarse a través de un sistema paralelo y distinto
a la legislación actualmente existente sobre eutanasia. La carta es una
respuesta al informe que produjo el Comité “Schnabel” en febrero de 2016
(Parliamentary Papers, House of Representatives, 2015/16, 32 647, no. 51). Se
trata de un comité dirigido por el profesor Paul Schnabel que, por encargo de
la Cámara de Diputados del Parlamento Holandés, llevó adelante un estudio
sobre los dilemas que rodean a este tipo de eutanasia. El Comité estudió el
concepto de vida completa, el marco legal aplicable, el tamaño y
características de la población que quiere terminar su vida por considerarla
“completa”, los aspectos éticos, las maneras de prevenir una situación en la
que las personas no tiene prospectivas de una vida significativa y los
desafíos legales y límites que supone responder su deseo. El Comité consideró
que la legislación sobre eutanasia permite abarcar estas situaciones y no hay
necesidad de una reforma. Para el informe, no sería deseable ampliar el
espectro legal del suicidio asistido.
El gobierno agradeció el
informe, pero considera que la legislación no ofrece alternativas a las
personas cuyo sufrimiento no tiene una dimensión “médica” y que consideran
que su vida está “completa” y requieren ayuda para ponerle fin. Para el
gobierno, puede ser legítimo ese pedido de ayuda de una persona que tiene un
sufrimiento insoportable y sin perspectivas de mejoría, pero que no tiene una
dimensión médica.
En su carta, el gobierno
sostiene que se proponen condiciones para que las personas elijan esta forma
de suicidio asistido: debería ser “voluntario”, con detenida consideración de
la naturaleza de la decisión, sobre la seguridad y los cuidados debidos y con
la ayuda de un consejero sobre el final de la vida. Este consejero debería
establecer sin lugar a dudas que no hay tratamiento, médico o de otro tipo,
que pueda cambiar la decisión de la persona de morir. La propuesta está
limitada a los “adultos mayores”, dado que la demanda de decisiones autónomas
en el final de la vida es creciente en este grupo etáreo. Otras condiciones
es que haya una intervención de una tercera persona que actúe como instancia
de corroboración.
Desde 2002 en Holanda es legal
la muerte voluntaria si el paciente sufre una enfermedad incurable, dolores
insoportables y formula su petición en forma voluntaria y clara.
Las estadísticas indican
que en 2015, en Holanda se registraron 5.516 casos de eutanasia. Ello
representa un 3,9% de las muertes, contra 3.136 casos en 2010.
Una valoración bioética:
¿Vida completa o vida
insufrible? En la propuesta, si bien se habla de una opción disponible para
quienes tienen la “vida completa”, se mantiene la condición de que la esté
enfrentando “dolores insoportables” que no tengan una solución. Subsiste, por
ello, una conexión con la eutanasia, pero se avanza hacia una legislación que
permita poner un fin programado a la propia vida, una vez que está
“completa”. Ahora bien, en definitiva, en la propuesta que analizamos, no se
trata de una vida completa, sino de una vida que es considera dolorosa aunque
sin una razón médica. Ello lleva a considerar que la sociedad renuncia a
ofrecer ayudas y alternativas de cuidado y esperanza y propone la muerte como
salida rápida y fácil ante los sufrimientos vitales.
Pendiente resbaladiza: Entre los muchos
argumentos que existen para rechazar la legalización de la eutanasia se
encuentra el que se denomina “pendiente resbaladiza”. En efecto, una vez que
se autoriza a eliminar al enfermo terminal por su propia petición, aunque se
trate de condiciones muy estrictas y limitadas, prontamente se genera una
demanda para aplicar la eutanasia a otros casos, como los que sufren
enfermedades psiquiátricas, o los niños con enfermedades terminales por
decisión de sus padres.
La noticia que ahora
comentamos revela un paso más en esta pendiente: permitir la muerte al que
considera que su vida ya está “completa”. Aquí no hay problemas médicos,
aunque se mantiene la conexión con la eutanasia porque se requiere que sea
una persona “de edad avanzada” y con sufrimientos insoportables.
Sociedad de ayuda al
suicida: El liberalismo individualista extremo que subyace en estas
legislaciones denota una sociedad que desprecia la vida y la reduce a sus
dimensiones productivas o utilitarias. Si bien la legislación habla de lo
“insoportable” como causa de activación de la eutanasia, prontamente se
advierte que la ley ofrece el suicidio asistido como única opción para el que
enfrenta la desesperanza o el sinsentido. Es una sociedad que parece decir:
“Si no puedes con tu vida, nosotros te ayudamos a suicidarte”. Ciertamente,
en la nota dirigida al Parlamento se señala que hay que tomar medidas para
prevenir esta situación, pero la opción más decisiva que se adopta es
facilitar el suicidio asistido.
¿Voluntaria? Las legislaciones sobre
eutanasia suelen reposar en el hecho de que la decisión que se toma es
“libre” y “autónoma”. Pues bien, resulta paradójico que se afirme tanto esa
autonomía en los momentos la persona se presenta como más vulnerable por los
sufrimientos. ¿Cuántos condicionamientos pesan sobre la persona al momento de
tomar una decisión tan drástica e irreversible como quitarse la vida? ¿Puede
considerarse esta decisión como libre? En lugar de ofrecer contención y
ayudas, la ley asume un modelo de acercamiento basado en la indiferencia y el
formalismo y que no se compromete en la tarea de ayudar a la persona a
encontrar caminos de vida.
Cultura del descarte: Este tipo de leyes
consolidan lo que se denomina la “cultura del descarte”, es decir, una forma
de vida que considera que la vida inútil o improductiva no tiene sentido y
que su eliminación es la manera habitual de resolver el problema, sin crear
cargas insoportables a la sociedad.
La vida es siempre un
bien: Ante la dramática expansión de estas formas de descarte de la vida, la
bioética está llamada a ser una fuerte llamada de atención social sobre la
necesidad de revisar las visiones individualistas de la vida y volver a
enseñar que la vida es siempre un bien y que todos podemos ayudar a los demás
a superar las dificultades.
En última instancia, estas
tendencias a facilitar el suicidio ante las dificultades revelan la falta de
un horizonte de trascendencia que permita advertir que la vida tiene un
horizonte de plenitud más allá de la muerte.
Fuentes:
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