lunes, 2 de enero de 2017

Beata Estefanía Quinzani, virgen - Beata María Ana Soureau-Blondin, virgen y fundadora (2 de noviembre)

Beata Estefanía Quinzani, virgen
fecha: 2 de enero
n.: 1457 - †: 1530 - país: Italia
otras formas del nombre: Estéfana Quinzani
canonización: 
Conf. Culto: Benedicto XIV 14 dic 1740 
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Soncino, de la Lombardía, beata Estefanía Quinzani, virgen, de la Tercera Orden de Santo Domingo, dedicada enteramente a la contemplación de la Pasión del Señor y a la instrucción cristiana de las jóvenes.
Stefana Quinzani nació en 1457, cerca de Brescia, en el seno de una familia de clase media. Se cuentan algunas cosas extrañas de su infancia, y se dice que consagró a Dios su virginidad desde muy niña. Sin embargo, su vocación no se definió del todo, sino hasta que sus padres se transladaron a Soncino, donde tuvo ocasión de conocer la orden de Santo Domingo. En dicha población tuvo una visión en la que se le apareció san Andrés apóstol llevando la cruz. A raíz de esa visión, tomó el hábito de la tercera orden de Santo Domingo y se consagró al cuidado de los enfermos y al socorro de los pobres, hasta el momento en que ella misma fundó un convento en Soncino. El documento más interesante que poseemos sobre nuestra beata es un relato contemporáneo, escrito en 1497 y firmado por veintiún testigos, en el que se describe uno de los éxtasis en los que ella vivía físicamente toda la Pasión, sin excluir la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión. Parece que en el curso de tales éxtasis, los estigmas de la Pasión aparecían sobre sus manos y sus pies. Su cuerpo se ponía tan rígido que los testigos eran incapaces de hacerla cambiar de posición, o simplemente de flexionar sus miembros. Se cuenta que realizó muchas curaciones milagrosas y que multiplicó, en algunas ocasiones, la comida y el dinero.
La «Legenda Volgare», en la que se basan en último término todos los relatos de la vida de la beata, constituye, según la expresión de su editor, Mons. Guerrini, «una novela mística en plenitud, escrita más para la edificación ascética que para la historia, y está llena de elevaciones y malabarismos místicos, dirigidos a los lectores del sexo femenino». Los fragmentos de las cartas de la beata, que son otra fuente de información, no han sido todavía explorados y estudiados detenidamente. La beata tuvo una extensa correspondencia con muchos habitantes del norte de Italia. Su muerte aconteció el 2 de enero de 1530, y su culto fue confirmado en 1740.
Ver P. de Micheli, La b. Stefana Quinzani: memori e documenti, y P. Guerrini, La prima Legenda Volgare de la b. Stefana Quinzani (1930). Ver asimismo M. C. Ganay, Les Bses. Dominicaines ( 1913 ), pp. 545-548, en la que se encuentra una parte de las relazione de las que hemos hecho mención en el artículo.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_31



Beata María Ana Soureau-Blondin, virgen y fundadora
fecha: 2 de enero
n.: 1809 - †: 1890 - país: Canadá
canonización: 
B: Juan Pablo II 29 abr 2001
hagiografía: Vaticano

Elogio: En la ciudad de Lachine, en la provincia canadiense de Quebec, beata María Ana (María Stella) Soureau-Blondin, virgen, la cual, aunque analfabeta en su juventud, fundó la Congregación de las Hermanas de Santa Ana, para la educación de los hijos de los campesinos, y dio siempre muestras de un carisma extraordinario en favor de la enseñanza a los jóvenes.
Esther Blondin, Hermana Marie-Anne, nace en Terrebonne (Québec, Canada), el 18 abril de 1809, dentro de una familia hondamente cristiana. Hereda de su madre una piedad centrada en la Providencia y la Eucaristía; de su padre, una fe sólida y una gran paciencia en el sufrimiento. Esther y su familia son víctimas del analfabetismo reinante en los medios canadienses-franceses del siglo XIX. En la edad de 22 años, se la contrata como doméstica al servicio de las Hermanas de la Congregación de Nuestra Señora recién llegadas a su pueblo. Al año siguiente se inscribe como interna con vistas a aprender a leer y escribir. Se la encuentra después en el noviciado de la misma Congregación, de donde saldrá, sin embargo, a causa de su salud demasiado frágil.
En 1833, Esther se vuelve maestra de escuela en el pueblo de Vaudreuil. Allí, se da cuenta que un reglamento de la Iglesia prohibiendo a las mujeres enseñar a los niños, y a los hombres a las niñas puede ser una de las causas del analfabetismo. Los sacerdotes, en la imposibilidad de financiar dos escuelas, elijen financiar ninguna. Y los jóvenes se sumen en la ignorancia, sin poder aprender el catecismo y hacer la primera comunión. En 1848, con la audacia del profeta movido por la llamada del Espíritu, Esther somete a su Obispo, Monseñor Ignace Bourget, el proyecto de fundar una Congregación religiosa «para la educación de los niños pobres del campo, en escuelas mixtas». El proyecto es innovador para la época. Pero, puesto que el Estado favorece este tipo de escuelas, el Obispo autoriza un intento modesto, para evitar un mal más grande.
La Congregación de las Hermanas de Santa Ana se funda en Vaudreuil, el 8 de septiembre de 1850. En adelante, Esther se llama «Madre Marie-Anne». Está nombrada primera superiora. El crecimiento rápido de la joven comunidad requiere muy pronto una mudanza. En el verano de 1853, el Obispo Bourget traslada la Casa madre a Saint-Jacques de l’Achigan. El nuevo Capellán, Louis-Adolphe Maréchal, va a meterse en la vida interna de la comunidad de una manera abusiva. Por ejemplo, en ausencia de la fundadora, él cambia el precio de la pensión de las alumnas. Y, cuando él debe ausentarse, las hermanas tienen que esperar su vuelta para confesarse. Después de un año de conflicto entre el capellán y la superiora muy preocupada por los derechos de sus hermanas, el Obispo Bourget piensa encontrar una solución. El 18 de agosto de 1854, manda a Madre Marie-Anne «deponerse». Convoca las elecciones y exije de la Madre «que no acepte el mandato de Superiora si las hermanas quieren reelegirla». Despojada del derecho que le da la Regla de la Comunidad, Madre Marie-Anne obedece al Obispo que es para ella el instrumento de la Voluntad de Dios sobre ella. Bendice «mil veces a la Divina Providencia por la conducta materna que tiene para ella, haciéndola pasar por el camino de las tribulaciones y cruces».
Entonces, nombrada Directora del Convento de Sainte Geneviève, Madre Marie-Anne se vuelve un blanco de hostigamiento de parte de las nuevas Autoridades de la Casa madre, subyugadas por el despotismo del Capellán Maréchal. Con el pretexto de mala administración, se la llama a la Casa madre en 1858, con la orden episcopal de «tomar los medios para que no haga daño a nadie». Desde esa nueva destitución hasta su muerte, se la mantiene fuera de todas responsabilidades administrativas. Más aun, se la aleja de las deliberaciones del Consejo general donde tendría que estar según las elecciones de 1872 y 1878. Asignada a los más oscuros trabajos de la lavandería y del planchado, lleva una vida de renuncia total, lo que asegura el crecimiento de su Congregación. Allí está la paradoja de su influencia: quisieron neutralizarla en el sótano oscuro del planchado de la Casa madre, pero muchas generaciones de novicias recibirán de la Fundadora ejemplos de humildad y de caridad heroica. Una vez, una novicia se asombró en ver a la Fundadora mantenida en tan humildes trabajos y se le pidió la razón a la Madre. Ella contesto con calma: «Más un árbol hunde sus raices en el suelo, más posibilidad tiene de crecer y producir frutos.»
La actitud de Madre Marie-Anne frente a las situaciones injustas, siendo ella víctima de ellas, nos permite descubrir el sentido evangélico que ella supo dar a los acontecimientos de su vida. Como Cristo apasionado por la gloria de su Padre, ella no buscó otra cosa en todo que la gloria de Dios, lo que es el fin de su Comunidad. «Dar a conocer el Buen Dios a los jóvenes que no tenían la felicidad de conocerle» era para ella el medio privilegiado de trabajar a la gloria de Dios. Despojada de sus más legítimos derechos, expoliada de su correspondencia personal con su Obispo, ella cede todo sin resistencia, esperando de Dios el desenlace de todo, sabiendo que Él «en su Sabiduría sabrá discernir lo verdadero de lo falso y recompensar a cada uno según sus obras». Las autoridades que le sucedieron prohibieron llamarla Madre. Madre Marie-Anne no se aferra celosamente a su título de Fundadora. Mas bien, acepta su anonadamiento como Jesús «su Amor crucificado», a fin de que viva su comunidad. Sin embargo, no abdica su vocación de «madre espiritual» de su Congregación; se ofrece a Dios «para expiar el mal cometido en su Comunidad; todo los días, pide a Santa Ana en favor de sus hijas espirituales, las virtudes necesarias a las educadoras cristianas».
Al igual que todo profeta investido por una misión en favor de los suyos, Madre Marie-Anne vivió la persecución, perdonando sin restricción, pues estaba convencida que «hay más felicidad en perdonar que en vengarse». Este perdón evangélico era para ella la garantía de «la paz del alma» que ella consideraba como "el más precioso bien". Dió un último testimonio de eso en su lecho de agonía cuando pidió a su superiora llamar al Padre Maréchal «para edificar a las Hermanas». Frente a la muerte, Madre Marie-Anne deja a sus hijas a manera de testamento espiritual, estas palabras que resumen su vida: «Que la Eucaristía y el abandono a la Voluntad de Dios sean vuestro cielo en la tierra». Entonces se apagó apaciblemente en la Casa madre de Lachine, el 2 de enero de 1890, «feliz de irse donde el Buen Dios» a quien ella había servido toda su vida. Fue beatificada por SS Juan Pablo II el 29 de abril de 2001.
fuente: Vaticano
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_33

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