Beato Hugolino de Gualdo Cattaneo, eremita
fecha: 1 de enero
n.: c. 1200 - †: 1260 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Benedicto XV 11 mar 1919
hagiografía: Acta Apostolicae Sedis
n.: c. 1200 - †: 1260 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Benedicto XV 11 mar 1919
hagiografía: Acta Apostolicae Sedis
Elogio: En Gualdo Cattaneo, de la Umbría,
beato Hugolino, que vivió como anacoreta.
Poco sabemos de la vida de este santo
religioso, aparte de que entró en la orden de los Eremitas de San Agustín y de
que, hacia el año 1258, tomó a su cargo, en Gualdo Cattaneo, de la Umbría, su
ciudad natal, un monasterio que había pertenecido anteriormente a los
benedictinos. En él murió poco después, el 1 de enero de 1260, en olor de
santidad. Parece que el culto local a san Hugolino se fue extendiendo poco a
poco en la diócesis de Spoleto, y su cuerpo, que había permanecido incorrupto
durante muchos meses, fue trasladado por Bartolomeo Accorambone, obispo de
Spoleto, a la iglesia parroquial de San Antonio y San Antonino. Hacia fines del
siglo XV estaba establecida en esa misma iglesia una cofradía dedicada a la
Virgen y a san Hugolino, y de esa época data un estandarte con su imagen, la
más antigua representación que se posee del beato. La celebración local se
realiza el 1 de enero por su nacimiento en el cielo, y el 3 de septiembre, por
el traslado de sus reliquias. Su culto fue confirmado en 1919.
Estas breves pinceladas biográficas
provienen del decreto de confirmación de culto, Acta Apostolicae Sedis, 1919,
p. 181.
fuente: Acta Apostolicae
Sedis
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
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San José María Tomasi, religioso presbítero
fecha: 1 de enero
n.: 1649 - †: 1713 - país: Italia
canonización: B: Pío VII 29 sep 1803 - C: Juan Pablo II 12 oct 1986
hagiografía: Vaticano
n.: 1649 - †: 1713 - país: Italia
canonización: B: Pío VII 29 sep 1803 - C: Juan Pablo II 12 oct 1986
hagiografía: Vaticano
Elogio: En Roma, san José María Tomasi, presbítero de la Orden de Clérigos
Regulares Teatinos y cardenal, quien, deseando ardientemente la renovación del
culto divino, se dedicó con tesón a la investigación y publicación de los
textos y documentos litúrgicos más antiguos, así como a la catequesis de niños.
Patronazgos: Patrono de la liturgia
Nació en Licata, Sicilia, diócesis de
Agrigento, el dia 12 de septiembre de 1649, hijo primogénito de Julio Tomasi y
de Rosalía Traina, Príncipes de Lampedusa y Duques de Palma de Montechiaro. Su
vida estuvo orientada hacia Dios ya desde sus primeros años. Formado y educado
en la noble casa paterna, en la que no faltaban ni riquezas ni virtudes, dio
prueba de un espíritu muy dispuesto al estudio y a la piedad. Así pues sus
padres cuidaron con esmero su formación cristiana y su instrucción en las
lenguas clásicas y modernas, especialmente en la lengua española, en cuanto
destinado por la familia a la corte de Madrid, debiendo heredar de su padre,
por sus títulos nobiliarios, la dignidad de Grande de España.
Después de haber renunciado, mediante
documento notarial, al principado que le pertenecía por herencia, y al
riquísimo patrimonio familiar, entró en la Orden de Clérigos Regulares
Teatinos, fundada por S. Cayetano de Thiene en el año 1524. Emitió la profesión
religiosa en la casa teatina de S. José de Palermo el día 25 de marzo de 1666.
En el nuevo estado de vida, que abrazó para seguir la llamada de Cristo, pudo
dedicarse mejor a la piedad y al estudio. La sagrada liturgia lo había atraído
desde niño. El canto gregoriano floreció muy tempranamente en sus labios, que
exultaban de alegría al cantar los salmos litúrgicos. Desde su adolescencia
conoció y apreció, como por innata disposición, las lenguas sagradas latina y
griega.
Cursó los estudios filosóficos en Mesina,
Ferrara, Bolonia y Modena; obligado a esos desplazamientos por motivos de
salud. La teología la estudió en Roma, y allí, después de haber recibido el
subdiaconado y diaconado, fue ordenado sacerdote en la Basílica Lateranense el
día 23 de diciembre de 1673, el sábado de las témporas de Adviento. Dos días
más tarde, en la noche de Navidad, celebraba su primera misa en la iglesia de
S. Silvestre en el Quirinal, sede entonces de la Casa Generalicia de los Padres
Teatinos. La unción sacerdotal pareció que incardinaba definitivamente al P.
Tomasi en Roma y que le daba la ciudadanía romana. Aquí, en la casa de S.
Silvestre en el Quirinal, durante casi cuarenta años a partir de la ordenación,
se dedicará con fecunda intensidad a la piedad, al ejercicio humilde y perseverante
de las virtudes y al estudio asiduo. Al conocimiento del latín y griego, que
adquirió en la adolescencia, añade ahora el de las lenguas hebrea, siríaca,
caldea y árabe.
Transportado por su eximio amor a los
documentos antiguos de la Iglesia y a las sanas tradiciones eclesiásticas,
reputó que el dedicarse, con espíritu de fe, a la publicación de raros libros
litúrgicos y de antiguos textos de la sagrada Litúrgia, podía ser un buen
camino para su perfección religiosa.
De esa forma consiguió sacar a la luz
muchos sagrados tesoros que yacían olvidados en las bibliotecas. De hecho,
gracias a su multíplice ciencia de las cosas sagradas, editó muchos volúmenes
de argumentos bíblicos, patrísticos y principalmente litúrgicos. De estas sea
suficiente mencionar: Codices Sacramentorum nongentis annis vetustiores
(editado el año 1680); la edición crítica del Salterio en su doble versión
romana y galicana: los Antifonarios y Responsoriales de la Iglesia Romana que
estaban en uso en tiempos de S. Gregorio Magno (editados en 1686); la edición
crítica de los títulos y argumentos de la Sagrada Bíblia según los códices del
siglo V al siglo XI (publicada en 1688).
Por su vasta erudición y por sus
excelentes y bien conocidas virtudes, el P. Tomasi gozaba de tal fama y estima que
eran muchos los que buscaban su conocimiento y amistad y se honraban con ellos.
La Reina de Suecia Cristina Alejandra, lo quiso entre los miembros que ornaban
su círculo de doctos. La Academia Romana de la Arcadia lo enumeró entre sus
socios más ilustres. El docto Rabino de la Sinagoga de Roma, Moisés Cave, que
fue convertido al catolicismo por el P. Tomasi, discípulo suyo en la lengua
hebrea, lo consideraba amigo y padre en la fe.
Sin embargo, cuanto mayores eran las
alabanzas que le tributaban sus contemporaneos, tanto más procuraba permanecer
escondido, hasta el punto de publicar, por humildad, alguna de sus obras bajo
pseudónimo. El estar en relación con personas importantes y eruditas de su
mismo rango, no le impidió a Tomasi dedicar su atención a la formación de los
simples fieles para los que compuso: Vera norma di glorificare Iddio e di far
Orazione secondo la dottrina delle divine Scriture e dei Santi Padri, y también
Breve istruzione del modo di assistere fruttuosamente al Santo Sacrificio della
Messa, y además una versión reducida de Salmos elegidos y dispuestos para
facilitar la oración del cristiano.
Fue nombrado Consultor General de su Orden
pero, por humildad, renunció al poco tiempo a tal encargo aduciendo como motivo
las muchas otras ocupaciones por los encargos que ya tenía en la Curia Romana,
entre los cuales, Consultor de las Sagradas Congregaciones de Ritos y de
Indulgencias, y Calificador del Santo Oficio. Sus numerosas publicaciones de
argumento litúrgico, en las que hermanaba la piedad y la erudición, le
granjearon el título de "Príncipe de los Liturgistas Romanos" y el de
"Doctor Liturgicus" con los que lo denominaban algunos de sus
contemporaneos.
Todas sus fatigas y premuras en la
investigación y en el estudio, no desviaron mínimamente al P. Tomasi de tender,
constantemente y con todas sus fuerzas, a la conquista de aquella perfección
evangélica a la que Dios lo había llamado desde su infancia. Era de ejemplo
para los demás por su profunda humildad, su espíritu de mortificación y sacrificio,
su fiel observancia regular, su mansedumbre, su pobreza, su piedad, su devoción
filial a la Santísima Virgen María. Ayudaba a los pobres, confortaba a los
enfermos, tanto en casa como en el hospital de S. Juan de Letrán. De este modo
se unían armoniosamente en él la sabiduría y la caridad.
Clemente XI, que conocía personalmente al
P. Tomasi y admiraba sus eximias virtudes y la difundida fama de su doctrina,
lo nombró Cardenal del Título de los Santos Silvestre y Martín al Monti, en el
Consistorio del 18 de mayo de 1712. Aceptó el cardenalato solamente por
obediencia al mandato explícito del Papa. Colocado en ese sublime grado, como
lámpara en el candelabro, iluminó con el resplandor de sus virtudes de tal
forma la Iglesia Romana, que muchos lo veneraban como un nuevo S. Carlos
Borromeo, al que se había propuesto imitar.
Unió a la dignidad cardenalicia todas
aquellas virtudes que lo habían distinguido como religioso teatino; no mutó lo
más mínimo su precedente regla de vida. Para su corte y para el servicio de su
casa eligió, por motivos de caridad, personas pobres, débiles, claudicantes y
con otras deficiencias físicas. En su Iglesia Titular de los Santos Silvestre y
Martín al Monti, no sólo participaba, con los clérigos de su familia, a las
celebraciones litúrgicas de los Padres Carmelitas, sino que también se dedicaba
a enseñar a los niños y demás fieles el catecismo de la doctrina cristiana.
Pero tamaño resplandor de buen ejemplo y
de virtudes brilló por poco tiempo. No se habían cumplido ocho meses de su
cardenalato, cuando después de haber tomado parte a la Capilla Papal de la
Vigilia de Navidad en la Basílica Vaticana, atacado por violenta pulmonía,
expiraba santamente en su residencia del palacio Passarini de via Panisperna.
Era el día 1 de enero de 1713. El primer panegírico del Cardenal Tomasi lo
pronunciaba el mismo Papa Clemente XI en el Consistorio celebrado un mes
después de su tránsito. "No podemos disimular -dijo el Papa- el íntimo
dolor que nos ha producido la muerte del eximio y piadosísimo Cardenal Tomasi
... Auténtico ejemplar de la más santa y antigua disciplina, y de cuyas
virtudes y doctrina tanto nos esperabamos todavía".
La fama de santidad que durante la vida
acompañó al Cardenal Tomas¡, creció aún más después de su muerte. Por eso,
después de solo cinco meses de su piadoso tránsito, se empezó, por deseo de
Celemente XI, el Proceso Canónico Ordinario Informativo para su Beatificación.
Después de haber superado vicisitudes y dificultades de diverso tipo, Pío VII,
aprobados dos milagros atribuidos a la intercesión del Ven. Cardenal Tomasi, lo
proclamó Beato el día 29 de septiembre de 1803.
Un nuevo milagro, atribuido a la
intercesión del Beato José María Tomasi, fue aprobado, con decreto del 6 de
julio de 1985, por el Santo Padre Juan Pablo II, para su Canonización. Las
reliquias de su cuerpo fueron trasladadas en el año 1971 desde la Basílica de
su título, Santos Silvestre y Martín ai Monti, a la Basílica de S. Andrea della
Valle de los Padres Teatinos, donde actualmente están expuestas a la veneración
de los fieles. Fue canonizado el 12 de octubre de 1986 en la Basílica de San
Pedro.
fuente: Vaticano
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El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
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