domingo, 1 de enero de 2017

San Segismundo Gorazdowski, presbítero y fundador - San Odilón de Cluny, abad (1 de enero)

San Segismundo Gorazdowski, presbítero y fundador

fecha: 1 de enero
n.: 1845 - †: 1920 - país: Ucrania
canonización: 
B: Juan Pablo II 26 jun 2001 - C: Benedicto XVI 23 oct 2005
hagiografía: Vaticano

Elogio: En Lvov, ciudad de Ucrania, san Segismundo Gorazdowski, presbítero, originario de Polonia, que se distinguió por su amor al prójimo, por ser precursor en el empeño de proteger la vida y por fundar el Instituto de Hermanas de San José, dedicado a la atención de los pobres y abandonados.

Nació en Sanok (Polonia) el 1 de noviembre de 1845, en una familia noble que vivía con fervor su fe católica. Desde su más tierna infancia se esforzó por ayudar a los que sufrían. Terminada la escuela secundaria, estudió derecho en la universidad de Lvov. Interrumpió los estudios en el segundo año de la carrera, al sentirse llamado al sacerdocio, y entró en el seminario mayor de Lvov. Allí tuvo que superar una gran prueba: su estado de salud se agravó cada vez más, hasta el punto de correr peligro de muerte, por ello sus superiores no quisieron admitirlo a la ordenación sacerdotal. Sus compañeros, que vivieron de cerca su drama existencial, escribieron en sus memorias: "El hecho de no haber sido admitido al sacerdocio fue para Segismundo un golpe muy doloroso; sufría moral y físicamente, pero no perdió su confianza en Dios". Dos años después, cuando su estado de salud mejoró notablemente, recibió la ordenación sacerdotal en la catedral de Lvov, el 25 de julio de 1871.
Desde el inicio de su ministerio pastoral unió su actividad sacerdotal con la caritativa. Al ver las diversas dificultades vinculadas al anuncio del mensaje evangélico, elaboró un Catecismo, que logró gran difusión. Para los muchachos y muchachas publicó el libro: "Consejos y recomendaciones".
Promovió con empeño entre los fieles los sacramentos, sobre todo la Eucaristía. A imitación de Cristo, no excluía a nadie de su acción pastoral, ejercida con amor total; dedicaba una predilección especial a las personas marginadas de la sociedad. Durante una epidemia de cólera, olvidándose de sí mismo, socorría a los enfermos llevándoles el consuelo de su ministerio sacerdotal y ayuda concreta.
Dedicaba mucho tiempo a la catequesis en varias escuelas; escribía y publicaba artículos y libros para padres y educadores. Creó la asociación "Bonus Pastor", para apoyar la labor de los sacerdotes. Fundó numerosas obras de beneficencia: la "Casa del trabajo voluntario" para pobres que no tenían dónde vivir; la "Cocina popular", que daba comidas a un precio muy bajo, para ayudar a personas pobres; el "Centro para enfermos terminales y convalecientes", a fin de acoger a los enfermos que no tenían la posibilidad de ser atendidos en los hospitales; el "Hospicio de San Josafat", para estudiantes pobres; el "Centro del Niño Jesús", para madres solteras y niños abandonados. También fue uno de los fundadores de la "Liga de las asociaciones y los centros de beneficencia", que coordinaba las actividades de las obras de misericordia cristiana.
Para salvar a los niños católicos de la indiferencia religiosa, e incluso del ateísmo, fundó la escuela católica polaco-alemana, que encomendó a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. La iniciativa de la escuela, y la del periódico católico que fundó y dirigió —"La Gaceta diaria"—, le originaron grandes sufrimientos e incomprensiones, que perduraron casi hasta su muerte.
Con el fin de gestionar la mayor parte de sus obras de beneficencia pidió colaboración a un grupo de terciarias franciscanas, cuidando de su adecuada formación. Así, el 17 de febrero de 1884, vio la luz una nueva congregación: las Religiosas de San José. A medida que se desarrollaba la Obra, su fundador implicaba a las religiosas en el servicio a los enfermos en los hospitales, orfanatos, asilos, así como en las casas privadas.
Él mismo fue para sus religiosas un modelo de oración y de servicio heroico a los necesitados. El "sacerdote de los desheredados", el "padre de los pobres", el "apóstol de la misericordia de Dios", como fue llamado, murió el 1 de enero de 1920, en Lvov. Fue proclamado beato por el Papa Juan Pablo II, en Lvov, el 26 de junio de 2001 y canonizado por SS Benedicto XVI en Roma el 23 de octubre de 2005.
fuente: Vaticano
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_17







San Odilón de Cluny, abad

fecha: 1 de enero
n.: c. 962 - †: 1049 - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: En Souvigny, de Burgundia, muerte de san Odilón, abad de Cluny, que fue severo consigo mismo, pero dulce y misericordioso con los demás. Estableció treguas entre quienes estaban en lucha, y en tiempo de hambre ayudó a los necesitados con todas sus fuerzas. Fue el primero en establecer en sus monasterios la Conmemoración de todos los fieles difuntos, fijándola para el día siguiente a la solemnidad de Todos los Santos.

Odilón era todavía muy joven cuando recibió en Cluny el hábito monacal de manos de san Mayolo, quien hizo de él su coadjutor en 991, a pesar de que no tenía sino veintinueve años. A la muerte de san Mayolo, en 994, Odilón tomó las riendas de la gran abadía. Aunque muy austero consigo mismo, Odilón era excepcionalmente amable con cuantos le rodeaban. Acostumbraba decir que prefería pecar por exceso de bondad, que por exceso de severidad. Muchos tacharon de extravagancia su gran liberalidad con los pobres durante la época de hambre del 1006, porque, para venir en su socorro, no tuvo reparo en mandar fundir los vasos y adornos sagrados, ni en vender la corona de oro que san Enrique había regalado a la abadía. Odilón hizo cuatro viajes a Roma. En su visita a Montecasino, su devoción a san Benito le llevó hasta pedir permiso de besar los pies a todos los monjes del monasterio, concesión que obtuvo no sin dificultad.
Bajo el gobierno de san Odilón, aumentó el número de abadías que se sometieron a las costumbres y a la supervisión cluniacense y se perfeccionó la organización y la dependencia de los monasterios subordinados. Las normas variaban de acuerdo con los estatutos particulares de cada monasterio y la distancia de la casa matriz, pero muchos prioratos dependían de Cluny en el estricto sentido de la palabra, de suerte que Cluny nombraba a los superiores. En éste y otros aspectos, se llevó a cabo una modificación de la regla de san Benito; de ahí procede la distinción histórica entre los monjes cluniacenses y los benedictinos.
Las matanzas y devastaciones eran tan comunes en la época, debido a los derechos que reclamaba cada señor feudal de vengar por mano propia las ofensas, que hubo necesidad de crear la llamada «tregua de Dios». En ella se estipulaba, entre otras cosas, que las iglesias podían servir de refugio a todos los hombres, excepto a quienes hubiesen violado la tregua, y que, desde el jueves hasta el domingo por la mañana, ninguno atacaría a sus enemigos. El pacto encontró gran oposición de parte de la casa de Neustria; pero, gracias a los buenos oficios y exhortaciones de san Odilón y de Ricardo, abad de Saint-Vanne, que se encargaron de las negociaciones, la mayoría de las provincias de Francia acabaron por aceptar la «tregua de Dios». El príncipe Casimiro, hijo de Miceslao, rey de Polonia, se retiró a Cluny, donde tomó el hábito y fue ordenado subdiácono. Más tarde, una diputación de nobles le rogó que aceptara la corona. San Odilón presentó el asunto al papa Benedicto IX, quien dispensó a Casimiro de sus votos. Así, pudo éste aceptar el trono en 1041, casarse, tener varios hijos y reinar hasta su muerte, acontecida en 1058.
San Odilón instituyó la conmemoración de todos los fieles difuntos, el 2 de noviembre, como una práctica obligatoria en su comunidad, que debía ofrecer limosnas, oraciones y sacrificios por todas las almas del purgatorio. Igualmente difundió esta práctica de caridad entre los fieles que le rodeaban. Profesaba una gran devoción a la Santísima Virgen y especialmente al misterio de la Encarnación. En una ocasión, cuando sus monjes cantaban el versículo: «Para venir a redimirnos no te rehusaste a tomar carne en el seno de la Virgen», Odilón entró en éxtasis. La mayoría de sus sermones y poemas versan sobre los misterios de nuestra Redención o sobre la Virgen María. Habiendo sufrido con gran paciencia múltiples enfermedades en los últimos cinco años de su vida, Odilón murió en Souvigny, priorato del borbonado, en el desempeño de su cargo de visitador de los monasterios del lugar. Su muerte aconteció el 1 de enero de 1049, cuando contaba ochenta y siete años y había ejercido el cargo de abad durante cincuenta y seis. La víspera, Odilón había conseguido con sus ruegos que le llevaran al oficio divino. Habiendo recibido el viático y la extremaunción, quiso morir sobre un saco cubierto de ceniza.
Ver la vida escrita por su discípulo Jostaldo, editada por los bolandistas y Mabillon. Una parte del texto que falta en dicha edición se encuentra en Neues Archiv (1890), vol. XV, pp. 117 ss. Cf. también E. Sackur, Die Cluniacenser; P. Jardet, Saint Odilon, (1898). Ceillier demuestra contra Basnage que la «Vida de santa Alicia Emperatriz» es obra de san Odilón, así como la «Vida de san Mayolo». Han llegado hasta nosotros algunos poemas y sermones del santo, coleccionados en Migne PL., CXLII. Ver también Neues Archiv (1899), vol. xxiv, pp. 628-735.
Cuadro: Odilón de Cluny, por Francesco Andreani, entre 1730 y 1751, Pinacoteca Comunal de Cesena.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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