La democracia frente al abismo
2018-10-14
Hay momentos en la
vida en los que tenemos que escoger de qué lado nos situamos políticamente.
Del
lado de la democracia, que respeta las libertades, permite la manifestación de
los ciudadanos y se entiende dentro de un Estado democrático de derecho...
…o del
lado de quien la niega, de quien exalta la dictadura militar de 1964 y
magnifica a sus torturadores, que, según él, no debían torturar, sino
simplemente fusilar, empezando por el expresidente Fernando Henrique Cardoso
–al que abomina–; de quien predica la represión a los homoafectivos y
desmoraliza a los quilombolas, –que, según él, no sirven ni para reproducirse–;
de quien desprecia a los indígenas, y se declara partidario de que haya un arma
en la mano de cada brasileiro; de quien humilla públicamente a su propia hija,
fruto de una «flojera», y confiesa que sería incapaz de amar a un hijo
homoafectivo...
Ése,
un capitán retirado, sin experiencia de administración pública, que confiesa
que no entiende nada de economía, de salud ni de educación, pues para eso están
los ministros respectivos… no se da cuenta de que es misión del presidente
definir las políticas públicas, marcar un rumbo para la nación y entregar las
ejecuciones a ministros competentes.
Tal
candidato, mayoritario en la primera vuelta de las elecciones y que sigue
mostrando gran ventaja sobre su oponente para la segunda, muestra un claro
corte nazifascista, tanto en el lenguaje, como en los gestos o en la brutalidad
de sus expresiones.
Es
una vergüenza para el país la inconsciencia de la mayoría de los partidos que,
no habiendo vencido en las elecciones, lo apoyan explícitamente o dejan a sus
seguidores en libertad para escoger a su candidato. Piensan en la parte, que es
el partido, y no en el todo, que es Brasil.
Esta
neutralidad, en este momento histórico de gran peligro para la democracia, se
revela irresponsable. El resentimiento y el odio que se han apoderado de buena
parte de la sociedad, son los peores consejeros para la convivencia de una
sociedad mínimamente civilizada.
No
vale culpar al pueblo diciendo que es ignorante, pero que, al fin y al cabo, ha
sido su opción. La ignorancia y la falta de conciencia son fruto de la voluntad
de las viejas oligarquías y del capitalismo salvaje que crece entre nosotros.
Siempre quisieron un pueblo ignorante y sin conciencia de sus derechos, para
manipularlo mejor y garantizar sus propios privilegios. No temen a un pobre,
pero tienen pavor de un pobre concientizado de su ser ciudadano y que reclama
sus derechos.
Las
oligarquías, como mostró el gran historiador José Honório Rodrigues estudiando
lass relaciones que guardaron con el pueblo, siempre conspiraron contra éste,
lo humillaron, le negaron sus derechos y jamás tuvieron un proyecto político
para él.
El
excapitán de cariz fascista se alinea con esta tradición. Hasta llegó copiar el
lema de Hitler: Deutschland über alles, acomodándolo: Brasil por
encima de todo. Con su estilo rudo, fuera del civismo democrático, promete
combatir la violencia reinante con más violencia todavía, sin darse cuenta de
que las primeras víctimas serán los pobres, los negros y negras, los que tienen
otra orientación sexual. Ya sólo ante la perspectiva de su victoria, sus
seguidores están anticipando la violencia, llegando incluso a asesinar a un
famoso maestro de capoeira en Bahia, y a marcar una esvástica,
con navaja, en la pierna de una joven en Rio Grande do Sul.
En
este momento, lo más importante es que los partidos hagan un frente amplio para
defender la democracia amenazada y los derechos fundamentales negados. Vivimos
una hora de urgencia. Las diferencias deben relativizarse ante un peligro que
puede amenazar el destino de nuestro país y afectar de forma negativa a los
países vecinos, cuyas democracias son también de baja intensidad. El ascenso
derechista en el mundo, tanto en Europa como en Estados Unidos, saldría
fortalecido y representaría un regreso a tiempos sombríos vividos en Europa
bajo la bota de Hitler y de Mussolini.
Hoy
sabemos que ellos irrumpieron con un discurso semejante al del candidato
fascistoide: prometiendo seguridad y represión a todos los que se les oponían,
muchos de ellos asesinados o enviados a las cámaras de exterminio. Unos pocos
consiguieron refugiarse en el exilio, como Einstein, Freud, Brecht, Arendt y
otros y otras. No queremos que esta historia se repita en nuestro país.
Por
eso, hay que respetar la libertad del voto, pero que cada cual sea consciente
de ese voto y mida su significado para sí mismo, para sus familiares y para el
futuro de nuestro país.
No
podemos pasar a los ojos de los extranjeros que se preocupan enormemente con
nuestras elecciones, como una nación paria que retrocede a tiempos y a
políticas malévolas ante las que todos queremos repetir: «Nunca más».
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