“Quien odia al hermano es un asesino”
2018-10-16
Reina mucha violencia,
rabia y odio en nuestro Brasil a causa de la segunda vuelta de las elecciones.
Lo que nos escandaliza y va contra la Constitución que afirma ser un Estado
laico (no oficializa ninguna religión ni estas pueden ser usadas partidariamente),
son las iglesias neo-pentecostales y algunas evangélicas, concretamente la
Universal y su líder, que se han transformado en centros de fake news,
verdadera máquina de producción de calumnias y falsedades contra el candidato
Haddad, hasta afirmar que, de modo semejante al estado totalitario comunista,
“el niño después de 5 años pasa a no pertenecer ya a los padres sino al
Estado”. ¿Quién puede imaginar semejante absurdo de una persona que vive en
armonía con su familia? Además de ser mentiras y calumnias, suscitan el odio.
Aquí
no vale otro argumento que el de la Biblia, que por lo menos reconocen, aunque
traicionen sus preceptos.
El
gran mensaje de Jesús es el amor incondicional hasta al enemigo, pues incluso
“ama a los ingratos y malos” (Lc 6,35). Quien está fuera del amor, está lejos
de Dios y traiciona el legado de Jesús.
Más
explícita aún es la primera carta de San Juan: “Si alguien dice: ‘amo a Dios‘
pero odia a su hermano es un mentiroso” (1Juan 4,20).
En
otro lugar es aún más perentorio: “Quien odia al hermano es un asesino.
Y sabéis que ningún asesino tiene la vida eterna” (1Juan 3,15). Pues estamos
llenos de asesinos en nuestro país y sabemos especialmente de dónde vienen,
aunque no exclusivamente: de un candidato que es claramente homófobo, misógino,
enemigo declarado de los LGBTI, de indígenas y de quilombolas. Predica la
violencia contra ellos, cosa que ya está siendo practicada en anticipación a su
eventual victoria (que los cielos nos libren) en varios lugares del país por
parte de sus seguidores, llegando incluso al asesinato del gran maestro de
capoeira en Salvador, maestro del cantante Gilberto Gil y de Caetano Veloso, y
a la violencia contra una joven de Porto Alegre a la que con una navaja le
grabaron en la pierna la esvástica nazi.
Esta
actitud va contra toda la base religiosa cultural cristiana de nuestro país.
Son verdaderos enemigos de la patria, además de enemigos de los mencionados
arriba. En el lenguaje del Nuevo Testamento son ‘asesinos'.
Pero
lo que más nos falta –y éste fue el legado de Betinho, nuestro Gandhi de los
trópicos– es la sensibilidad. Supo identificar la crisis central de la
humanidad actual en la línea del Papa Francisco hoy. De su boca oímos y de su
ejemplo aprendimos que “la crisis central no está en la nueva economía política
de la exclusión, ni en la corrupción de la política, ni en la derrota moral de
la humanidad. La crisis fundamental reside en la falta de sensibilidad de
los humanos hacia otros seres humanos”.
Después
de siglos de racionalismo y de dictadura del proyecto de la tecno-ciencia,
hemos quedado todos con una especie de lobotomía que nos impide sentir al otro
como otro, que incapacita nuestro corazón para sentir el pulsar de otro corazón
y nos hace crueles y sin piedad ante el sufrimiento humano y la devastación de
la biosfera.
No
es el logos griego, ni la ratio cartesiana, sino el pathos
(el sentimiento profundo), y el cuidado (cura en latín) quienes
organizan las estructuras básicas de la existencia humana en el mundo junto con
los demás.
Esta
es la gran lección humanitaria, ética y espiritual que Betinho nos ha dejado
como legado inmortal. Esta lección todavía hoy habla a lo profundo de cada ser
humano, donde vive el mundo de las excelencias como el amor, la solidaridad, la
compasión y la verdadera hermandad entre todos.
Esta
lección, en el contexto actual de Brasil, atravesado por odios y rabias
viscerales, posee inmensa actualidad. Sería la única cura verdaderamente
eficaz.
¡Qué
falta nos hace Betinho en estos días!
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