Seis mujeres asesinadas
A veces imagino que son
asesinados, en un mes como este de enero, seis jugadores de la Liga Santander,
la primera división del fútbol español, y que no pasa casi nada en el tejido
social de nuestra piel de toro. ¿Será cierto y soportable todo esto?
A veces sueño que son
asesinadas, en un mes como este de enero, seis personas del clero de la Iglesia
española y de su religión católica, y que no pasa casi nada en el tejido social
de nuestra piel de toro. ¿Será cierto y soportable todo esto?
A veces imagino que son
asesinados, en un mes como este de enero, seis cargos políticos de las
diversas administraciones nacionales y autonómicas, y que no pasa
casi nada en el tejido social de nuestra piel de toro. ¿Será cierto y
soportable todo esto?
A veces sueño que son asesinadas,
en un mes como este de enero, seis personas de los diversos estamentos de
las artes, las letras, la prensa, la imagen o el sonido, y que no pasa casi
nada en el tejido social de nuestra piel de toro. ¿Será cierto y soportable
todo esto?
Ni son ciertos estos sueños
ni soportables. Esto es intolerable, se mire como se mire. O se crea en lo que
se crea.
Entonces, ¿por qué han
sucedido, en la casa de nuestra tierra, los seis asesinatos de mujeres en este
mes de enero?
En este mes de enero, con
estos acontecimientos, ¿podemos hablar de la presencia de la sal y de la luz en
nuestra convivencia? Creo que tienen razón los protagonistas del relato
Evangélico de Mateo y del relato de nuestros 'Cinco minutos de aires
bíblicos'.
A continuación se encuentran
los comentarios para el próximo domingo, día 5 de febrero.
Carmelo Bueno Heras
Domingo
5º del Tiempo Ordinario A (05.02.2023): Mateo 5,13-16. Así lo comento y
comparto CONTIGO:
LAS BUENAS NOTICIAS DE LA
SAL Y DE LA LUZ
Después de las nueve bienaventuranzas, el Evangelista
Mateo sigue colocando en boca de su Jesús de Nazaret, o del Monte, unas
palabras sobre la identidad de toda aquella multitud de personas que se han
reunido en el monte de Galilea para escucharlo. Esta parte del larguísimo
discurso del judío laico es muy breve. Para este ‘nuevo Moisés’, cada persona
que lo escucha es ‘sal’ y ‘luz’. Mientras leo y escucho lo escrito sobre Jesús
me digo que soy sal y soy luz.
Siempre que leo, escucho o hablo de estas palabras del
discurso de Jesús o de otras de las muchas que iremos mencionando domingo a
domingo, decido ponerlas en relación con las palabras que se nos regala a los
lectores en Mateo 7,12: “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres,
hacédselo también vosotros a ellos; porque esta es la Ley y los Profetas”.
Considero que estas palabras son una de las claves de comprensión de este
Evangelio.
Si entiendo bien esta relación que voy proponiendo en
este comentario me diré que ‘soy sal y que soy luz’ cuando decido hacer a los
demás lo que deseo que se me haga a mí. La cuestión parece sencilla de
expresar, pero cuando uno se detiene un instante y se lo medita en los
adentros, esta cuestión es, tal vez, una de las utopías humanizadoras más
revolucionarias.
¿Puedo ser consciente en estos momentos de todo cuanto
deseo que todos vosotros me hagáis? ¿Me atrevería a expresar todo cuanto espero
recibir de cada uno de cuantos me rodeáis? Si soy consciente de este
atrevimiento, esos mismos deseos y esperanzas serán siempre mis compromisos,
tareas, actitudes y comportamientos. Me lo vuelvo a repetir en mi meditación y
siento que hasta llegan a temblarme las columnas de mi esqueleto. Nadie me está
diciendo qué tengo, debo o puedo hacer. Se lo estoy proponiendo a mis neuronas.
Lo tomo o lo dejo.
Pienso ahora en la sal y en la luz, realidades tan
cotidianas como el propio aire que respiramos. Ambas, la sal y la luz, nos
llaman la atención cuando no existen a nuestro alrededor o cuando su presencia
nos empapa, sobreabunda o nos desborda. Cuando la presencia de la sal y de la
luz está en su medida exacta, nadie se acuerda de ellas, ni se habla de ellas.
Como si no existieran.
Esa presencia de la sal y de la luz, en su medida exacta
que no hace ruido ni distorsiona nada, ¡qué bien nos sienta en la convivencia!
¡Cuánto nos humaniza! ¿No es esta experiencia la presencia real y verdadera del
llamado ‘Reinado de Dios’ que ya anticipaba la enseñanza de Juan el Bautista
(Mateo 3,1-2) y de aquel Jesús de Nazaret cuando comenzó su tarea
evangelizadora por su Galilea natal (Mateo 4,12-17)? Eso es. ¿Esto es el
Reinado de Dios? Probablemente.
El Evangelista Juan se atrevió a poner en boca de su
Jesús de Nazaret la afirmación: Yo soy la luz del mundo. También tú y yo y el
otro y todos cuantos participan de este atrevimiento somos la luz del mundo.
Isaías imaginó que esa LUZ lo sería sólo la capital de Israel, Jerusalén (Is
60, 1-3).
Hace un tiempo no lejano una persona de las muchas que
nos leemos estos comentarios me escribía unas palabras luminosas de su propia
cosecha, me imagino. Si no fuera así, invito a que esta luz de su mensaje nos
despierte la búsqueda de su autor, porque escribir lo que leemos aquí y ahora
es una constatación más de la presencia real y verdadera de la luz y de la sal:
“Que todo lo que te
llegue
sea mejor de lo que
buscas,
dure más de lo que
esperas
y te haga más feliz de
lo que pudiste imaginar”. Carmelo
Bueno Heras
CINCO MINUTOS de AIRES
BÍBLICOS
. Si se puede decir en un artículo de revista, ¿para qué escribir un libro
de 200 páginas?
. Si se puede decir en una página, ¿para qué escribir un artículo de revista?
. Si se puede decir en un puñado de versos, ¿para qué escribir una página?
. Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’ es una semilla que confío a la
sabiduría de tu saber leer, que es despertar; de tu saber interpretar, que es
cuidar; de tu saber compartir, que es saborear. Siempre pretenderé que esta
‘semilla de los cinco minutos’ tenga la ‘denominación de origen’ de su autor.
Semana
11ª (05.02.2023):
UN RELOJ
EN EL GRANERO
Una vez un campesino descubrió que había perdido su
reloj en el granero. No era un reloj cualquiera porque tenía un valor
sentimental para él.
Después de buscar entre la paja durante bastante
tiempo se rindió, aunque siguió buscando con la ayuda de un grupo de niños que
jugaban fuera del granero. Les prometió que quien lo encontrara sería muy bien
recompensado.
Al oír esto, los niños corrieron dentro del granero,
buscaron en todo el pajar y alrededor de él, pero ellos tampoco pudieron
encontrar el reloj.
Cuando el granjero estaba a punto de dejar de buscar,
un niño se le acercó y le pidió otra oportunidad.
El granjero le miró y pensó: “¿Por qué no?”
Así el granjero envió al niño otra vez al granero.
Pasado un rato, ¡el niño salió con el reloj en la mano! El granjero se sintió
feliz y, sorprendido, le preguntó cómo él tuvo éxito cuando los demás habíamos fracasado.
El niño le respondió: “No hice nada. Me senté en el
suelo y escuché. En el silencio, oí el tic tac tic tac tic tac… del reloj y fui
a buscarlo en esa dirección”.
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