Gracias por cuidarme
Agradezco que me permitas
escribir una presentación muy breve de los comentarios del domingo 17 de
septiembre. La cicatrización de la operación de cataratas de mi ojo izquierdo
es tan importante como el mensaje que sé que estás esperando una semana más.
Pero aunque sea leve este
texto, no quiero dejar de escribirlo. Soy consciente de lo que voy a
escribir.
Después de leer Mateo 18,
como se nos invita en este domingo, llego a la conclusión de que toda
persona puede perdonar todo y todos los pecados. No me invento nada, lo he
dialogado en multitud de ocasiones con el propio autor del llamado Evangelio de
Mateo. Y desde estas conclusiones del mensaje del Evangelio hay que proclamar
también que no es cierto cuanto se nos ha escrito por parte de Francisco papa en
Querida Amazonía 88.
Nada más, que no es poco. A
continuación se pueden leer los comentarios.
Carmelo Bueno Heras.
Domingo XXIV TO Ciclo A
(17.09.2023): Mateo 18,21-35. Así lo comento y comparto CONTIGO:
El cuarto discurso del Jesús de Mateo
Voy
a comenzar hablando de talentos y denarios. Hablar de ello es comenzar a
comprender el mensaje del relato que se nos leerá hoy en la liturgia de la
eucaristía o santa misa. Cuentan los investigadores de las finanzas del tiempo
de Jesús de Nazaret que un talento equivalía a seis mil denarios. Por tanto,
10.000 talentos equivalen a 60.000.000 (sesenta millones) de denarios. Y,
¿cuánto es el valor de un denario? El propio narrador Mateo nos lo cuenta en el
capítulo 20,1-8. Un denario equivale al sueldo de un día de trabajo. Así pues,
esos sesenta millones de días de trabajo equivalen a más de 160.000 años de
trabajo. ¿Qué persona puede llegar a deber a otra persona tal cantidad de
dinero? Mi imaginación es corta, pero creo que tal persona no existe.
Y si
tales personas no existen ni en la imaginación más calenturienta, ¿por qué
aparecen citadas en la parábola que el Evangelista coloca en labios de su Jesús
de Nazaret? Esta es la pregunta que tanto tú como yo debemos hacernos al leer
este texto de Mateo 18,21-35. Y nos debemos hacer esta pregunta en este
domingo cuando se nos lea el asunto final del que nos habla aquel Jesús de
Nazaret en el cuarto de sus cinco discursos. Importa asimilar correctamente el contenido
de tal discurso porque Mateo ha colocado esta narración como parte de la
enseñanza evangelizadora que aquel Jesús realiza con sus propios seguidores y,
en particular, con Pedro que debe dejar de ser un Satanás para ser un seguidor
de Jesús. El asunto no es pequeño, me digo.
Ahora
se comprende en toda su dimensión (teológica, pastoral, eclesial) la pregunta
de ‘el Piedra’: “¿Cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga
un hermano, sea quien sea? ¿Es suficiente con siete? Le dice Jesús: No te digo
que hasta siete, sino siempre” (Mt 18,21-22). Y para que se comprenda en
toda su enorme dimensión, aquel Jesús de Mateo cuenta la parábola de la deuda
de unos deudores. Y cuando acabo de leerla hasta el final me quedo con esta
sencilla síntesis que ya adelanté en la semana pasada: Todos podemos
perdonarlo todo.
A la
luz de este principio (dogma de este Jesús de Mateo), ¿en qué se queda toda la
Ley de la Religión del Israel de Moisés y los Profetas? Y lo amplío y
actualizo, a la luz de este principio-dogma, ¿en qué se queda la doctrina y la
práctica sobre el pecado y el perdón del Concilio de Trento que sigue y seguirá
vigente hasta ahora y más allá de nuestros días, si no lo remueve, transfigura
y transustancia el Sínodo vaticano romano de la Sinodalidad en el próximo
octubre?
La
literalidad del dogma tridentino sobre el asunto del perdón de los pecados
constituye y perpetra una de las mayores blasfemias contra la letra y el
espíritu de este cuarto discurso del Jesús de Nazaret del Evangelista Mateo.
Espero que en algún momento se nos lea en público y en la solemnidad de la
eucaristía todo completo el texto de Mateo 18,1 hasta 19,1. Por esta razón,
cito aquí y ahora ambos versículos:
“En
aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿quién es el
mayor en el reino de los cielos?” (Mateo 18,1). El mayor es el más pequeño.
Aprende, pues, a ser pequeño. Y también, aprende que ‘todos pueden perdonarlo
todo’.
“Y
sucedió que, cuando acabó Jesús este discurso, partió de Galilea y fue a la
región de Judea, al otro lado del Jordán” (Mateo 19,1).
En
Jerusalén y junto a este evangelizador Jesús, según Mateo, llegaremos a
comprender el mensaje de su quinto discurso, el llamado ‘Discurso del banquete
del Reino’. Otra nueva genialidad, literaria y teológica, de este inolvidable y
nuevo Moisés, que lo fue el judío Jesús. A su tiempo llegaremos a este punto
del relato. Un poco de paciencia. Carmelo Bueno Heras
CINCO
MINUTOS de AIRES BÍBLICOS
.
Si se puede decir en un artículo de revista, ¿para qué escribir un libro de 200
páginas?
.
Si se puede decir en una página, ¿para qué escribir un artículo de revista?
.
Si se puede decir en un puñado de versos, ¿para qué escribir una página?
.
Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’ es una semilla que confío a la sabiduría
de tu saber leer, que es despertar; de tu saber interpretar, que es cuidar; de
tu saber compartir, que es saborear. Siempre pretenderé que esta ‘semilla de
los cinco minutos’ tenga la ‘denominación de origen’ de su autor.
Semana 43ª (17.09.2023):
A VOSOTROS OS LLAMO AMIGOS
A vosotros, que compartís mi proyecto
y lo lleváis a
cabo;
a vosotros, que
recibís mi Palabra
y la ponéis en
práctica;
a vosotros, que os
reunís en mi nombre
y evocáis mi
presencia,
os llamo
amigos.
A vosotros, que sois fuertes
en vuestra
debilidad;
a vosotros, que os
mantenéis firmes
en la opción
evangélica;
a vosotros, que
progresáis en la fe
puesta en acción,
os llamo
amigos.
A vosotros,
dispuestos a dar la cara,
arrimar el hombro
a echar una mano;
a vosotros, con
quienes se puede contar
incondicionalmente
para toda buena
causa,
os llamo
amigos.
A vosotros, que afrontáis la realidad e intentáis
mejorarla;
a vosotros, que no
renunciáis a la utopía y camináis hacia ella;
a vosotros, que
dais una oportunidad a un futuro mejor,
os llamo
amigos.
A vosotros, que celebráis lo que creéis y compartís lo
que tenéis;
a vosotros, juntos
en la fiesta y juntos en la lucha;
a vosotros, que
tenéis mis sentimientos y mi Espíritu,
os llamo
amigos.
Joaquín
Suárez Bautista
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