Superviviente
A
partir de una edad todos somos ya supervivientes. ¿Qué te parece? A
partir de una edad todos somos ya supervivientes. Lo he repetido
conscientemente. Y en mis últimas semanas me lo digo con bastante frecuencia.
La frase y cuanto uno llega a imaginarse me parecen geniales. Ignoro qué te has
imaginado al leerla o al volverla a leer. Creo que tanto a ti como a mí nos debe
preocupar un dato de esta frase que, pretendidamente sin duda, su autor deja en
el aire para que cada uno de sus lectores lo aterrice, lo encarne, lo acepte...
¡lo ilumine y ponga fecha! A partir de cierta edad... En mi caso, creo y
confieso, esa cierta edad ya ha llegado.
Es
decir, ¡ya soy un superviviente!, espero que además sea consciente. Por fin,
deseo que esta nueva edad dure y dure y dure... y siga siendo también
consciente.
Por
cierto, más de uno ya habrá caído en la cuenta de que con esta frase comienza
su reciente novela 'Vagalume' el narrador leonés Julio Llamazares. Curioso
título para caer en la cuenta de la presencia de las luces de la noche.
Mientras
vaya de camino por las páginas de esta novela se me irán despertando muchas
otras luces en las páginas del Evangelio de Mateo. Y no debo dejar de copiar
ahora esto que se me dice en la contraportada de la edición de 'Vagalume':
se trata en definitiva de "Un homenaje a todas esas personas que, desde la
imaginación, como luciérnagas en la noche, crean vidas mientras los demás
dormimos".
Por
todo eso me he atrevido a escribir contigo y así esta presentación de los
comentarios del Evangelio del domingo, 24 septiembre.
Tal
vez también, una vez leídos estos comentarios a alguien le pueda sorprender que
una carcajada a tiempo llegue a ser una luz en la noche, una curiosa
'vagalume'.
A
continuación se encuentran los dos comentarios.
Carmelo Bueno Heras
Domingo XXV TO Ciclo A
(24.09.2023): Mateo 20,1-16. Así lo comento y comparto CONTIGO:
Compartir y estar a gusto. ¿Y el merecer?
El
relato de Mateo 19,1-30 nunca se nos lee en la liturgia de la
santa misa de los domingos. Año tras año esta preciosa narración del
Evangelista se silencia y nada sucede en las diversas instancias eclesiásticas.
Al nuevo cardenal y arzobispo de mi diócesis de Madrid le debiera preocupar, me
digo, un hecho como el que acabo de señalar. Si estoy equivocado en mi
denuncia, que se me condene. Y si tengo razón, que se diga en público por qué
razones nunca se nos lee este texto del Evangelio según Mateo.
Ya
que acabo de tirar la piedra de la denuncia, añado otro dato para que alguien
pueda tener razón si se me condena. Ante los muchos y sabrosos mensajes que se
nos ocultan de este capítulo decimonoveno me releeré Mateo
19,16-26. El joven rico es el título en negrita que
coloca mi traducción de la Biblia de Jerusalén. Creo que nuestra comisión
vaticana de la sagrada liturgia no desea que leamos en público esta narración
porque dentro de las instituciones de esta RELIGIÓN de Roma hay, sobre todo,
multitud de jóvenes ricos, muchos y muy ricos, y no tan jóvenes y más ricos
aún… Así que será mejor desconocer tal mensaje evangélico. Quien lo desee,
puede apedrearme por hereje, pero antes de lanzarme la primera piedra
que se lea un par de veces sin prisas Mateo 19,1-30.
Mateo
20,1-16 es un breve relato sabrosísimo, tanto para la literatura como
para la espiritualidad. Además, nos informa de algunos asuntos sociales del
tiempo de Jesús. Me he imaginado muchas veces que todo cuanto se dice en esta
parábola, que sólo Mateo pone en boca de su Jesús de Nazaret, sucede en la
propia ‘puerta de Damasco’ (aunque como tal puerta no existiera aún en esta
ciudad de Jerusalén).
Sorprenden
mucho, sin duda, las decisiones del ‘empresario’ (propietario) del que nos
habla este Jesús del Evangelista Mateo. Muchos tacharán de injusto el
comportamiento de tal emprendedor del negocio de la viña. Paga siempre y a
todos los operarios el salario diario de ‘un denario’ se trabaje en la jornada
el tiempo que sea. No importa el tiempo, importa el hecho de trabajar ‘en la
viña’. Y sólo así, o desde esta óptica, se comprende una de esas muchas
afirmaciones paradigmáticamente grandilocuentes de este judío laico de la Galilea
que es el Jesús de Mateo:
“Los
últimos serán primeros y los primeros, últimos” (Mateo 20,16).
La
llamada ‘Teología de los méritos’, adquiridos o conquistados, no se casa ni se
confunde con el creer o pensar de este provocador Jesús de Nazaret. Su espiritualidad
no se apoya en el ‘merecer o en el tener derecho a’, sino en el compartir
cuanto se es y cuanto se tiene. Creo que el propio Evangelista Lucas nos habló
de esta misma espiritualidad humanizadora de Mateo y de su propietario de la
viña cuando nos contó su parábola del padre aquel que tenía dos hijos, el mayor
y el más pequeño y pródigo (Lucas 15).
Tengo
muy mojadas mis orejas con brillantes reflexiones sobre los méritos de la
santidad de los creyentes piadosos, ortodoxos, cumplidores, obedientes… dentro
de cualquiera de los mil dogmas religiosos que en el mundo de nuestra casa
común han existido, existen y no dejarán de existir. Pero entonces, me
preguntará más de uno, ¿qué es eso del reino de los cielos, o del Reino de
Dios, o de la VIDA ETERNA…? Y, ¿Qué es eso de pertenecer a ese Reino? Pues eso
que leemos sobre el tal empresario de la viña: compartir y estar a gusto. Carmelo
Bueno Heras
CINCO MINUTOS de AIRES
BÍBLICOS
.
Si se puede decir en un artículo de revista, ¿para qué escribir un libro de 200
páginas?
.
Si se puede decir en una página, ¿para qué escribir un artículo de revista?
.
Si se puede decir en un puñado de versos, ¿para qué escribir una página?
.
Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’ es una semilla que confío a la sabiduría
de tu saber leer, que es despertar; de tu saber interpretar, que es cuidar; de
tu saber compartir, que es saborear. Siempre pretenderé que esta ‘semilla de
los cinco minutos’ tenga la ‘denominación de origen’ de su autor.
Semana 44ª
(24.09.2023): LAS MULETAS
Durante siete años no pude dar un paso. Cuando fui al gran médico,
y me preguntó: ¿por qué llevas muletas?, yo le dije: Porque estoy tullido.
No es extraño,
me dijo, prueba a caminar. Son esos trastos los que te impiden andar. ¡Anda,
atrévete, arrástrate a cuatro patas!
Riendo como un
monstruo, me quitó mis hermosas muletas, las rompió en mis espaldas y, sin
dejar de reír, las arrojó al fuego.
Ahora estoy
curado. Ando. Me curó una carcajada. Tan sólo a veces, cuando veo palos, camino
algo peor por unas horas.
Bertolt Brecht
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