CIS
Y nada más para este nuevo domingo del 20 de octubre de 2024.Y también esta otra: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.
Carmelo Bueno Heras
¿Qué es el poder?: ¡Servirse del otro!
El texto de Marcos 10,31-34 no se nos lee a las gentes de la asamblea en ninguno de los domingos de este ciclo llamado B y dedicado a proclamar el Evangelio de María Magdalena-Marcos. En el comentario anterior ya dije algo sustancioso a propósito del versículo 10,31.
Los tres versículos de Mc 10,32-34 son el comienzo del relato de la tercera etapa del camino de subida desde Galilea hasta Jerusalén. ¿Quién nos explicará a los oyentes de la Palabra en la celebración dominical la cuestión de las tres etapas de la evangelización de Jesús de Nazaret a quienes desean ‘estar con él y ser como él’?
En esta tercera etapa se nos vuelve a enseñar por parte del provocador Evangelizador judío Jesús que en su proyecto no existe un MESÍAS, todopoderoso en la Religión y la Política, como lo deseaban y esperaban las gentes de su pueblo desde la lejana experiencia del gobierno del rey David y de la experiencia más cercana del gobierno de Judas Macabeo.
Esta utopía del todopoderoso liberador mesías se había proclamado de boca en boca y por escrito por aquel profeta y sabio judío llamado DANIEL, como puede leerse con detalle en los capítulos séptimo, octavo y noveno del libro de su mismo nombre, Daniel (EL-Dios juzga).
Cito textualmente el inicio del relato de Mc 10,35-45: “Se acercan a Jesús Santiago y Juan, los Zebedeos... Concédenos sentarnos Contigo a tu Derecha y a tu Izquierda... Al oír esto, los otros DIEZ comenzaron a indignarse”. Estos DOCE de Jesús, esta soñada alternativa al viejo Israel de las doce tribus, están cegados por la expectativa de llegar, por fin, a ‘tocar poder”.
Estos son los DOCE, todos los acompañantes y caminantes: ellos, los citados en Mc 3,13-19, y ellas, las citadas en Mc 15,40-41. El Evangelista Mateo añadirá a estos acompañantes de Jesús la propia madre de los Zebedeos que también ansía tener parte en el poder mesiánico. En cambio, me sorprende el absoluto silencio del Evangelista Lucas sobre este acontecimiento que esperaría leerse en su relato después de su texto en Lc 18,31-34. En el Evangelio de Juan no encontramos ningún dato de este acontecimiento tan preciso de Marcos y de Mateo.
Releo despacio la respuesta de Jesús de Nazaret, tanto en Marcos como en Mateo, y me digo para mis meditaciones que me sigue sorprendiendo la claridad de la denuncia de este hombre de la Galilea judía cuando denuncia la presencia y la práctica del poder. Se trata del poder, tanto político como religioso o económico, socio-cultural-deportivo. Y más.
Ahora que estamos tan sensibilizados con la pandemia del coronavirus, recuerdo haber leído a más de una persona que solía llamarlo ‘el virus de la corona’. Y con esto de ‘la corona’ no se aludía a la imagen del covid.19 que todos reconocemos ya, sino a la corona de sus majestades, sus realezas, sus excelencias, sus autoridades, sus pódiums, sus empoderamientos, sus encumbramientos. Su poder. Y esta realidad nos viene al género humano desde el nacimiento.
Aquel Jesús de la historia de su tierra hablaba de ‘mirar hacia abajo’ para situarse a la altura de los menos favorecidos para servirlos, que es levantarlos. Esto era ‘el servir’ del que hablaba aquel laico judío. Lo habitual entre nosotros y en nuestra convivencia es tratar de servirnos de los otros en vez de elegir servirlos. O, ¿me equivoco demasiado? Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 17 de octubre de 2021 y también 20 de octubre de 2024.
CINCO MINUTOS con el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de principio a fin. Semana 47ª (20.10.2024): Marcos 14,17-31
¿De qué eucaristía y sacerdocio se habla en la primera biografía de Jesús?
Recuerdo, según el comentario anterior, que María Magdalena nos había escrito las cuatro primeras unidades literario-teológicas del decimocuarto capítulo del Evangelio de su Jesús de Nazaret: La autoridad religiosa decide acabar con Jesús (14,1-2); una mujer confiesa quién es su Jesús (14,3-9); Judas decide traicionar a Jesús (14,10-11) y Jesús decide celebrar la Pascua de su religión para decir quién es y cuál es su misión (14,12-16).
Seguimos la lectura del relato de la Evangelista y comentamos sus siguientes unidades: la quinta unidad es el anuncio de la consumación de la traición de Judas (14,17-21; la sexta unidad, en el centro de las once unidades de este capítulo decimocuarto, es el relato de las palabras y gestos de Jesús durante la cena de la Pascua (14,22-26) y, por ahora, la séptima unidad es el anuncio de la negación-traición de Pedro que se realiza en el camino mal iluminado desde el lugar de la cena hasta el llamado ‘Monte de los olivos’ (14,27-31).
El título en negrita de esta unidad sexta, la central de todo este capítulo del Evangelio, suele ser en las Biblias éste: ‘Institución de la eucaristía’. De manera tan distinta como semejante, estos hechos y dichos de Jesús los encontramos también contados en Mateo 26,26; Lucas 22,15 y Primera Carta a los Corintios 11,23. Al Evangelista Juan… ¿se le olvidó constatar este hecho de tanta transcendencia para los siglos del futuro eclesiástico? Puede. O no.
Sin embargo, no muy posteriormente, la que podríamos llamar pastoral sacramental de la iglesia y de su teología han proclamado que en este momento Jesús institucionalizó dos sacramentos. Uno, la santa misa, fracción del pan, comunión o eucaristía. Y el segundo, o el primero, como se le quiera considerar: el sacerdocio. Y al parecer, uno y otro sacramento son las dos caras de la misma y única moneda. ¿Por qué sin el uno no puede existir el otro?
Me permito decir y escribir que por más que leo, medito, valoro, interpreto, estudio críticamente no veo, al menos en este relato de Marcos-María Magdalena 14,22-25, institucionalización de ninguno de ambos sacramentos. Seguramente que estoy ciego o equivocado. Por ningún surco del texto tejido por esta Evangelista leo aquello que se proclama a bombo y platillo: ‘Haced esto en memoria mía’. Y sólo vosotros, los doce apóstoles y varones. Y sólo vosotros y vuestros sucesores. Solo varones. ¿Para siempre?
Lo que, en cambio, sí leo es que en aquella cena había seguidoras y seguidores, apóstoles y discípulos. Creo que Bartimeo el de Jericó, que entró en Jerusalén, sigue con el grupo. Y las mujeres, y no pocas, que están con Jesús desde Galilea, siguen estando en esa cena. Y entre ellas, de manera muy inteligentemente atenta está María Magdalena, que no pierde ojo, ni oído, ni boca, ni mano (Marcos 15,39-47). ¿Para estas laicas y laicos no existe la clerecía?
Y un interrogante que me persigue desde hace años y no acertaré a asimilarlo en toda su hondura y capacidad liberadora: Si los cuatro Evangelios cuentan de forma semejante el anuncio de la traición de Judas y el anuncio de las negaciones de Pedro, lo que cuentan entre ambos anuncios, ¿será también semejante o serán cuatro eucaristías diferentes? Leámoslo, por favor. Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 15 de octubre de 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario