La savia sabia
de la vida
Día 6, primer domingo del
nuevo mes de octubre. Conocemos ya la cara de este nuevo mes por habernos
recorrido las primeras cinco sendas de los días iniciales del otoño. Soy
consciente de que esto del 'otoño' no es experiencia de todas las latitudes de
nuestra casa común de la Tierra. Son muchas las evidencias de esta peculiar
estación del año. Tal vez, el dato más visible se escribe cada año en las dos
caras de las hojas de una infinidad de árboles que se desnudan en silencio ante
el sol y la luna para cuidar y sanar la pìel del suelo. A estos árboles, dicen
los estudiosos, se les llama caducifolios. Y al fenómeno ambiental que les
acompaña se le identifica como 'la caída de las hojas'.
¿Por qué les sucede todo
esto a los árboles y a sus hojas? Por
la savia. Por esa presencia viva que recorre los adentros de raíces,
troncos y ramas que configuran todos y cada uno de los árboles
caducifolios... Tan sencillo, tan vistoso, tan poético, tan sereno... y tan
dramático como la experiencia de ser persona que nace, vive, se desvive y
muere.
Seguramente, pues, puede
decirse que el otoño es un espejo. Él nos mira y en él nos miramos. Y cada cual
seguimos nuestro sendero mientras la vida nos acompaña. El otoño es, también y
por todo esto, una parte del sendero, una parte de la vida, una parte de cada
uno de todos nosotros. En él nacemos, nos movemos, existimos, crecemos y nos
desvivimos.
Y todo esto, que es tanto,
¿por qué es así? Por la savia, me
vuelvo a repetir. Por la savia que nos mueve.
Por la savia de la tierra, por
la savia sabia de la vida, del otoño, de las gentes, de Jesús de Nazaret, del
Evangelio, de la madre de Jesús, de la señora María... Y así, estas son las razones de mis jaculatorias a propósito de
las siete siguientes advocaciones marianas...
232. Santísima Virgen Reina de la Paz de Medjugorge. Que
me devuelvan a la Señora María
233. Santísima Virgen de Nazaret. Que me devuelvan a
la Señora María
234. Santísima Virgen de Rapa Nui. Que me devuelvan a la
señora María
235. Santísima Virgen de las Cuarenta Horas. Que me
devuelvan a la señora María
236. Santísima Virgen de las Lajas. Que me devuelvan a la
señora María
237. Santísima Virgen de Chiquinquirá. Que me devuelvan a
la señora María
238. Santísima Virgen de Andacollo. Que me devuelvan a la
señora María
Mi jaculatoria: Que me devuelvan a la Señora María
Y también esta otra: Vive
Jesús en nuestros corazones. Siempre.
Y nada más para este nuevo
domingo del 06 de octubre de 2024.
A continuación se encuentra,
primero, el comentario del Evangelio propuesto desde el ámbito vaticano para
las Eucaristías. Y, en segundo lugar, el comentario del relato que nos correspondería proclamar si se leyera ordenadamente este Evangelio de
Marcos a lo largo de los cincuenta y dos domingos del año eclesiástico
católico.
Carmelo Bueno Heras
Domingo
27º TO Ciclo B (06.10.2024): Marcos 10,2-16. Respiro, vivo y sigo
escribiendo CONTIGO:
Contando
con las mujeres y con los niños
“Y levantándose de allí va a la región de Judea, y al
otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde él y, como acostumbraba,
les enseñaba” (Marcos 10,1). Este versículo del Evangelio de Marcos no
se proclamará el próximo domingo día 3 de octubre en las celebraciones de la
eucaristía. Nunca lograré explicarme por qué motivo la mano responsable del
Vaticano decidió en su día cortarle la cabeza al texto que se nos proclamará.
¿Acaso estas expresiones no son tan importantes para las gentes de la asamblea
que celebra la presencia de Jesús de Nazaret en la memoria de los vivientes? Tú
y yo que ya hemos caído en la cuenta de este dato podemos avanzar en la lectura
que nos hablará de las enseñanzas que aquel buen judío de Galilea compartía con
quienes le iban acompañando en su camino hacia Jerusalén. Y que no se olvide
que el relato nos sitúa a sus lectores en la región de la Transjordania.
María Magdalena-Marcos nos constatan que su Jesús de
Nazaret se atrevió a ponerse del lado de los que no contaban: las
mujeres y los niños. Resulta curioso lo que sucede en este camino de subida
a Jerusalén. La mano narradora nos dice que “unos fariseos se acercaron a
Jesús, para ponerlo a prueba” (Mc 10,2). ¿En cuántas ocasiones en este
mismo Evangelio se han acercado estos defensores de la Ley de Moisés y de su
Dios Yavé
al mismo Jesús para hablar de asuntos de su Religión judía? ¿No quedó claro ya
que las decisiones de este Jesús llevan la seña de identidad de la
desobediencia a la tal Ley y a su procedencia divina? ¡Nos vamos a tener que aprender
de memoria el relato de Marcos 3,1-6!
La cuestión que se traen entre manos aquellos jueces
interesados de la Religión de Israel es confirmar que aquel laico y galileo
llamado Jesús está en contra del derecho de todo varón judío casado a poder repudiar
a su esposa ‘por cualquier causa’. Sólo era necesario entregar por escrito a la
esposa un papel donde constara tal decisión de repudio. No se precisaba nada más. ¿Tan
difícil resulta imaginar el poder del esposo sobre la esposa? La mujer esposa
era una posesión más de otras muchas que tenía el judío marido-amo. De igual
manera que el padre tenía como posesión
todos y cada uno de sus hijos e hijas. ¿Cómo
me voy a olvidar del salmo 128 (127) donde se dice todo esto con
claridad meridiana?
De esta realidad de los hijos-niños se habla también en
este relato de la enseñanza de Jesús en el camino que acabará en Jerusalén (Mc
10,13-16). Para este Jesús de Nazaret en quien creen los Evangelistas María
Magdalena y Marcos, tanto la esposa como los hijos son tan personas como su
esposo o su padre. Si se sostiene en pie el derecho de repudio, tanto el esposo
como la esposa tendrán capacidad para ejercerlo. Tan sencillo de comprender
como de aplicar. Tan elemental como revolucionario, en aquellos tiempos del
siglo primero y ahora, en el siglo XXI.
Esta claridad de pensamiento y de acción que nos anuncia
como buena noticia de Jesús este Evangelio que acabamos de leer ya no se
mantiene tan clara, tan nítida, tan elemental y humana en los otros tres
Evangelios con sus tres Evangelistas. Sigo pensando en mis adentros que esta
claridad humanizadora del primer Evangelio llamado de Marcos no está ni asumida
ni aplicada aún dentro de las convicciones y de las enseñanzas de nuestra católica eclesialidad.
Ya al autor del Evangelio de Mateo le debieron de parecer
sorprendentemente utópicas estas buenas noticias humanizadoras de nuestro
primer Evangelio escrito. ¿Cómo ignorar aquella doble referencia al ‘sin contar
mujeres y niños’? (ver Mateo 14,13-21 y 15,32-39).
Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 03 de octubre de 2021 y,
ahora, 6 de octubre de 2024.
CINCO
MINUTOS con el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo
completo y de forma ordenada, de principio a fin. Semana 45ª (06.10.2024):
Marcos 13,1-37
Que nadie nos engañe
Hemos
llegado en la lectura del relato de nuestra Evangelista María Magdalena al
capítulo decimotercero. El capítulo trece. Un capítulo tan complicado como
inolvidable. A este capítulo debería dedicarle no esta página del comentario,
sino un puñado generoso de páginas impresas. La autora ha colocado en boca de
su Jesús de Nazaret un largo discurso dedicado a la atención y escucha crítica
de sus seguidores presenciales y de todos los virtuales que luego le siguieron
y ahora le seguimos. Me atrevo a decir que se trata del discurso de la
evangelización.
“Al
salir del Templo de Jerusalén le dice a Jesús uno de sus discípulos: Maestro,
mira qué piedras, qué construcciones…, qué arte, qué expresión de la fe de
Israel y qué obra de la Religión de Moisés y de la Ley… Jesús le dijo: Estas
grandiosidades serán destruidas. No va a quedar piedra sobre piedra…” (Marcos
13,1-2). Hace muy poco, Jesús denunció tanto la ostentación del lujo del templo
como la blasfemia que suponía la presencia del mismo en medio de Jerusalén y de
Israel. Ahora, este Jesús no denuncia, sino que anuncia la desaparición de este
Templo tan escandalosamente corrompido.
Esta
denuncia que hace Jesús del Templo y su correspondiente anuncio de desaparición
ha sucedido desde que el mundo es mundo y en él habita el hombre, los hombres y
las mujeres que se empeñaron en edificar casas a los dioses llamadas templos,
cuando a estos dioses nada les importan las casas, porque ellos no existen sino
en las neuronas del poder de esos humanos que se atreven a ‘crear a los dioses
a su imagen y semejanza’ y se gastan lo que no tienen en edificarles casas tan
ostentosamente grandiosas como inhumanas. Los ejemplos de la historia de los
pueblos y de sus creencias son tan clamorosos que sólo se necesita evocarlo.
“Jesús
empezó a decirles… que nadie os engañe... Es preciso que antes de que suceda
toda destrucción se anuncie la buena noticia a todos los vivientes…”
(Marcos 13,4-10). Esta es la clave, colocada por María Magdalena en labios de
su Jesús, para comprender cuándo va a suceder la desaparición de toda religión
con sus signos, vestigios, expresiones, sacramentos, ritos, templos, libros,
fronteras… El anuncio del Evangelio, que no es otra cosa que la buena noticia
del con-vivir y con-vivirnos, debe ser conocido por todos, es decir,
experimentado y saboreado por todo ser humano sin distinción de edad, color,
sexo, raza, tierra…
Cuando
leo todo esto me sobrecoge lo primero que se nos anuncia: ¡que nadie nos
engañe!
La
tarea empresarial que supone este demoledor anuncio de Jesús de Nazaret es
impresionantemente universal y ninguna mente encumbrada en las esferas de un
poder suele admitir que su poder tiene fecha de caducidad. Es más, que todo
poder tiene fecha de caducidad. ¿Acaso no es visible y constatable que todo
poder que fue, por muy poder que fuera, dejó de ser poder por haberse podrido
por dentro, es decir, por haberse querido, sentido y creído divinizado?
Junto a esa advertencia primera ‘que nadie os engañe’ (Mc
13,5), se me pega a la piel como una cicatriz ese último ‘velad’ (Mc 13,37).
¿Se trata de unas exhortaciones imperativas? Se trata de aprender a servirnos
tú y yo el menú de con-vivir con-viviéndonos
(Mc 10,35-45).
Carmelo Bueno Heras. En
Madrid, 01 de octubre de 2017.
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