sábado, 29 de agosto de 2015

Beato Ricardo Herst - Beato Luis Vulfilocio Huppy - Beato Constantino Fernández Álvarez - Beato Francisco Monzón Romeo 29082015

Beato Ricardo Herst

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Beato Ricardo Herst, mártir
En Lancaster, en Inglaterra, beato Ricardo Herst, mártir, padre de familia y labrador, que, acusado falsamente de un homicidio, por su fe en Cristo fue condenado a morir en la horca, en tiempo del rey Jacobo I.
Al día siguiente del martirio de san Edmundo Arrowsmith en Lancaster, fue ejecutado en la misma ciudad el beato Ricardo Herst. Su historia es una de las más extraordinarias entre las de los mártires de Inglaterra y Gales. La razón aparente de su ejecución fue un asesinato premeditado. Ricardo Herst (o Hurst, o Hayhurst) nació cerca de Preston, probablemente en Broughton, en fecha desconocida. Con los años llegó a ser un próspero agricultor. En 1628, el obispo de Chester envió a tres hombres -Norcross, Wilkinson y Dewhursta- a arrestarle por haberse negado a prestar el juramento de fidelidad. Ricardo se hallaba en las labores del campo. Cuando Norcross le presentó la orden de aprehensión, Wilkinson le golpeó con una estaca. Una joven que trabajaba en el otro extremo del campo, corrió a llamar a su ama, la que acudió al punto con un criado y otro hombre. Los policías se enfrentaron a los dos hombres y Wilkinson puso a ambos fuera de combate. Entonces la joven (cuyo nombre ignoramos) dio a Dewhurst un golpe en la cabeza y los policías emprendieron la fuga. Pero Dewhurst, «medio atontado por el golpe y no queriendo quedarse atrás de su compañero, corrió alocadamente por el campo barbechado y se rompió una pierna». La fractura se infectó y Dewhurst murió trece días más tarde, no sin haber declarado que su caída había sido completamente accidental. A pesar de ello, Ricardo Herst fue acusado de asesinato voluntario ante Sir Henry Yelverton. Aunque los testigos y las investigaciones de la policía probaron que Herst era inocente, el juez le declaró culpable. El jurado se negó al principio a apoyar la sentencia del juez, pero éste le explicó en privado que era necesario «hacer un escarmiento».

Se envió entonces al rey Carlos I una petición de indulto, con el apoyo de la reina María Enriqueta, pero la influencia del juez no dejó de pesar. Finalmente, se ofreció la libertad a Ricardo, con tal que prestase el juramento condenado por la Santa Sede. Ello basta para probar que la acusación de asesinato era un simple pretexto. Se conservan todavía tres cartas del beato a su confesor. En una de ellas dice: «Os ruego que os ocupéis de mis pobres hijitos y que exhortéis a mis amigos a pagar mis deudas. Haced que mis acreedores se enteren de que mi mayor deseo en este mundo es pagarles en cuanto mis medios me lo permitan». En otra carta dice: «Aunque la carne es débil y timorata, mi alma encuentra mucho consuelo en ponerse con gran amor en las manos dulces del Salvador. Considerando lo que Él hizo y sufrió por mí, mi mayor deseo es sufrir por Él. Y antes quisiera morir mil veces que poseer un reino entero y vivir en pecado mortal; porque, por amor de mi Salvador, nada odio tanto como el pecado». Al dirigirse al sitio de la ejecución, Ricardo volvió los ojos hacia el sitio del castillo en el que se había colocado la cabeza de san Edmundo Arrowsmith y dijo: «He ahí la cabeza del bendito mártir que enviásteis a prepararme el camino». Después se volvió hacia el ministro protestante que le interrogaba y le dijo: «Yo creo todo lo que profesa la Santa Iglesia católica». Antes de subir al cadalso oró unos momentos. Viendo que el verdugo vacilaba en echarle la cuerda al cuello, le dijo: »Tomás, me parece que voy a tener que ayudarte». El beato tenía, al morir, seis hijos, y su mujer esperaba el séptimo.

El relato de la vida de san Edmundo Arrowsmith da muchos detalles acerca del Beato Ricardo Herst. En Memoires of Missionary Priests, de Richard Challoner, se estudia juntos a los dos mártires.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI





Beato Luis Vulfilocio Huppy

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Beato Luis Vulfilocio Huppy, presbítero y mártir
En el litoral frente a Rochefort, en Francia, beato Luis Vulfilocio Huppy, presbítero y mártir, que encarcelado de manera inhumana, por ser sacerdote, en una vieja nave durante la Revolución Francesa, murió víctima de enfermedad.
Louis-Wulphy Huppy nació el 1 de abril de 1767 en Rué, La Somme. Recibió las órdenes sagradas hasta el diaconado en la diócesis de Amiens y luego por razones desconocidas pasó a la de Limoges, donde se ordenó sacerdote y se quedó como sacerdote autorizado a vivir en Limoges. Como se negó a prestar el juramento constitucional fue arrestado el año 1793 y llevado a la prisión de La Regle. Él alegó que al no ocupar ningún cargo ni beneficio no tenía por qué prestar dicho juramento y pidió que se tuviera por ilegal su arresto. Pero se le conminó entonces a prestar el juramento de libertad-igualdad, a lo que se negó. Y por ello fue enviado a Rochefort (29 de marzo de 1794), embarcado en Les Deux Associés y contagiado de la enfermedad que circulaba entre los detenidos, a la que no pudo presentar defensa su organismo pese a ser un joven de 28 años. Se dice de él que era un sacerdote piadoso, dulce y amable y que murió como un santo el 29 de agosto de 1794, siendo enterrado en la isla Madame. Fue beatificado el 1 de octubre de 1995 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003



Beato Constantino Fernández Álvarez

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Beato Constantino Fernández Álvarez, presbítero y mártir
En Valencia, en España, beato Constantino Fernández Álvarez, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que en el tiempo de persecución llevó a cabo su prueba por la fe.
Nació en La Vecilla de Curueño, provincia de León, el 7 de febrero de 1907. Tenía sólo diez años cuando pidió ingresar en la «Escuela Apostólica» de Solsona, de la Orden de Predicadores. Influyeron en ello sin duda el ejemplo de un tío suyo y el de un hermano que le había precedido en el ingreso a la Orden. Hecho el noviciado y la profesión religiosa, fue enviado al convento de Valencia para estudiar en el «Estudio general ie ia Provincia», donde se demostró su clara inteligencia y su amor al estudio. El 10 de noviembre de 1929 fue ordenado presbítero. Enseguida es enviado al Pontificio Ateneo Angelicum, de Roma, donde obtiene el doctorado en teología. La Orden lo destina como profesor en el propio Ateneo y así está un tiempo hasta que de nuevo es enviado a Valencia, al convento de su Orden. Aquí estuvo destinado al ministerio sacerdotal, a la enseñanza de la teología moral y al apostolado de la pluma.

Llegado el verano de 1936 marchó a su pueblo para unas vacaciones pero cuando vio que las cosas se ponían difíciles insistió en volver a su convento de Valencia, que hubo de dejar el día 19 de julio, una vez estallada la revolución, para refugiarse en casa de una familia amiga. Aquí vivió ejerciendo clandestinamente el apostolado hasta que a mediados de agosto fue detenido en el zaguán de una casa a donde iba a decir misa. Fue llevado a la Cárcel Modelo. Un sacerdote que estaba allí detenido y encargado de la biblioteca, le proporcionaba libros y en la tarde del día 29 de agosto le pudo llevar una hostia consagrada, que él comulgó con intensa devoción. Solamente habían pasado unas horas cuando vinieron por él y se lo llevaron para fusilarlo a las once de la noche. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003




Beato Francisco Monzón Romeo

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Beato Francisco Monzón Romeo, presbítero y mártir
En la localidad de Híjar, cerca de Teruel, también en España, beato Francisco Monzón Romero, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que, durante la misma persecución, confirmó con la propia sangre su fidelidad para con el Señor.
Nace en Híjar, Teruel, el 29 de marzo de 1912, en el seno de una familia hondamente cristiana. Con once años ingresa en la Escuela Apostólica de Calanda porque deseaba ser dominico. El 3 de octubre de 1928 toma el hábito en la Orden de Predicadores. Acabado el noviciado hizo la profesión religiosa y comenzó los estudios de filosofía y teología, iniciándolos en Valencia, para luego pasar a Salamanca, donde se ordena sacerdote el 3 de mayo de 1936. Como todos los jóvenes ordenados por entonces, Francisco era consciente de las dificultades por las que pasaba la Iglesia y el clima de hostilidad que se había desatado contra ella, pero él tenía un gran espíritu misionero y ofreció su joven vida al apostolado y la difusión de la palabra divina. Llegado el verano le conceden unos días de permiso para pasarlos con sus padres, y estando en su casa le sorprende la revolución del 18 de julio. Decide vagar por los campos para escapar de la persecución, y su hermano Miguel, futuro sacerdote dominico, le llevaba leche todos los días. Empleaba el tiempo en la oración y mostraba una gran paciencia ante la situación tan peligrosa en que se encontraba.

El 24 de agosto llegan a su casa unos milicianos y amenazan a su madre si no les dice dónde está su hijo, sin que ella, pese a las amenazas, se lo diga. Vuelven más tarde y le aseguran que a su hijo no le pasará nada, y entonces el padre les acompaña adonde está el religioso, que es detenido. Los días que pasa en la cárcel se prepara al martirio viendo que éste sería su final: se entregó por entero a la oración y se puso por completo a disposición de la voluntad de Dios. En la tarde del día 29 el detenido es obligado a subir a un coche y al llegar a la altura del campo de fútbol le mandaron bajar del coche y mientras lo hacía le dispararon en la cabeza. Seguidamente lo enterraron en una fosa común, no dejando que sus familiares le hicieran un entierro individual. Más tarde sus restos pudieron recuperarse y se encuentran en Zaragoza. Cuando lo sacaron en el coche dijo: «Dios mío, Jesucristo derramó su sangre por mí, y ahora yo la derramaré por él». Este joven sacerdote fue glorificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003




 
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