El Amor de Dios inflamó el corazón de Agustín, encendido en la luz de la inteligencia de la fe
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
28 de agosto SAN AGUSTÍN
Se lo representa vestido de obispo, con un corazón ardiente en la mano. Otras veces con un corazón atravesado por una flecha, como la del angelito con el arco de los enamorados. Es que lo flechó el Amor santo de Dios, como un arpón que te rescata del abismo.
Agustín era un hombre apasionado, pero se había entregado a la mala vida. Gracias a las oraciones y lágrimas de su madre santa Mónica y a su espíritu siempre inquieto y desconforme, que seguía buscando y buscando la plenitud del gozo en las creaturas, entró en él la Pasión de Dios por la humanidad.
El Amor de Dios y a Dios le inflamó el corazón, encendido en la luz de la inteligencia de la fe. Por eso en algunas imágenes de san Agustín, aparece también en forma de paloma el Espíritu Santo, que enciende en nosotros el fuego del Amor con la luz de la inteligencia de la fe.
Señor, te ruego para los míos, para esta Red de Amigos, las Audiencias y para mí, que -como a san Agustín- la llama del Amor de Dios nos inflame el corazón, pero siempre encendida con la inteligencia de la fe, para que obremos no por ímpetu ciego, sino que elijamos y decidamos amar a Dios y al prójimo con plena libertad y conciencia, para gozar desde ahora la alegría del Evangelio de Jesús. jesuita Guillermo Ortiz @jesuitaguillo
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