Beato Herculano de Piegaro, religioso presbítero
fecha: 28 de mayo
†: 1451 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Pío IX 29 mar 1860
hagiografía: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.
†: 1451 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Pío IX 29 mar 1860
hagiografía: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.
En Castelnuovo de Garfagnana, también en
la Toscana, beato Herculano de Piegaro, presbítero de la Orden de los Hermanos
Menores, el cual, predicador eximio, refulgió por su austeridad de vida, por su
constante abstinencia y por la fama de sus milagros.
Herculano nació en Piegaro, provincia de
Perusa, en 1390. A los veinte años vistió el hábito franciscano, proponiéndose
imitar al Pobrecillo de Asís en el ardor de la caridad y en el celo apostólico.
Tuvo como maestro a fray Alberto de Sarteano, quien con san Bernardino de
Siena, san Jaime de la Marca y san Juan de Capistrano fueron las columnas de la
Observancia, de aquel providencial movimiento para volver la Orden de los Hermanos
Menores a la pureza genuina de la Regla. Consagrado sacerdote, ejerció el
ministerio de la predicación recorriendo pueblos y ciudades con gran provecho
de las almas que volvían a Dios con la práctica de la vida cristiana. Uno de
los argumentos que desarrollaba con preferencia era la Pasión de Cristo. Un
viernes santo predicando en Aquila representó tan vivamente a Cristo sufriente
y muerto en la cruz, que los fieles prorrumpieron en llanto.
Después de haber anunciado con valor y
ardor el Evangelio, llegaba a los conventos de retiro y soledad, donde en
perfecto silencio, en oración asidua, en penitencia austera, se recargaba su
espíritu de nuevo fervor. A menudo su único alimento era la Eucaristía y pan y
agua.
En 1429 su ilustre maestro, Fray Alberto
de Sarteano lo tomó como compañero en una misión especial en Palestina, donde,
por orden de Eugenio IV iba para tomar posesión de los Lugares Santos en nombre
de la Orden de los Hermanos Menores. La visita a los lugares santificados por
la vida de Jesús, de la Virgen y de los Apóstoles dejó en el corazón de
Herculano una marca imborrable. Después de algunos meses volvió a su patria
completamente transformado, listo a reemprender su camino apostólico.
En 1430, mientras predicaba la cuaresma en
el duomo de Lucca, los florentinos asediaron la ciudad. Herculano se ofreció
como mediador de paz, se interesó en socorrer a los sitiados, y faltando los
víveres, ocultamente hizo introducir en el cerco de la ciudad cuanto era
necesario para sostener la población. Predijo el retiro de las fuerzas enemigas
y la victoria de los Lucenses. La ciudadanía en señal de agradecimiento cedió
al beato el convento de Pozzuolo. Construyó otros dos conventos en Toscana: en
Barca y en Castelnuovo en Carfagna, donde fue sabio y celoso superior.
El 28 de mayo de 1451 a los 61 años de
edad se durmió santamente en la paz del Señor. Los milagros glorificaron su
vida apostólica y también su tumba. Aprobó su culto Pío IX el 29 de marzo de
1860.
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=1803
Beata María Bartolomea Bagnesi, virgen
fecha: 28 de mayo
n.: 1514 - †: 1577 - país: Italia
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1514 - †: 1577 - país: Italia
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Florencia, de la Toscana, beata María
Bartolomea Bagnesi, virgen, hermana de la Orden de Penitencia de Santo Domingo,
que soportó muchos y muy duros dolores durante casi cuarenta años.
La historia de la beata María Bartolomea
de Bagnesiis es la de una vida de sufrimientos soportados con heroica paciencia.
La beata pertenecía a una noble y rica familia florentina. Pero su infame aya
le hizo padecer tanta hambre en sus primeros años, que la salud de la beata se
resintió para siempre, hasta el grado de que jamás pudo volver a comer
normalmente. Desde muy pequeña, María Bartolomea, que era muy piadosa, había
resuelto seguir al convento a sus dos hermanas mayores. Pero la madre de la
beata murió cuando ésta tenía diecisiete años, y ello la obligó a permanecer al
lado de su padre. Según parece, la idea de casarse no había pasado por la mente
de María; así pues, cuando su padre le dijo que le había escogido ya un marido,
la joven sufrió una depresión nerviosa que no sólo le impidió casarse, sino que
la dejó inválida para siempre.
María soportó con gran resignación todas
las complicaciones de su enfermedad y se sometió, con paciencia, a las
prescripciones absurdas y dolorosas de los charlatanes que su padre llamó para
que la curasen. Desde su lecho de enferma, María Bartolomea ejerció una
influencia bienhechora sobre las numerosas personas que iban a visitarla:
reconciliaba a los enemigos, consolaba a los tristes, convertía a los pecadores
y curaba a los enfermos, totalmente olvidada de sus propios sufrimientos. A los
treinta y dos años tomó el hábito de terciaria de Santo Domingo y, durante
algún tiempo, se rehizo lo suficiente para ir a la iglesia; pero la mejoría no
duró mucho, y la beata tuvo que volver al lecho. La enfermedad era muy
dolorosa; María Bartolomea recibió ocho veces la extremaunción. Felizmente se
le había concedido el privilegio de oír la misa en su habitación y podía
comulgar con frecuencia. En varias ocasiones fue arrebatada en éxtasis; pero la
humildad le impedía hablar de sus experiencias místicas aun con su propio
director espiritual. María Bartolomea murió al cabo de cuarenta y cinco años de
enfermedad. Según su deseo, fue sepultada en la iglesia del Carmen de Santa
María de los Ángeles.
En Acta Sanctorum, mayo, vol. VI,
apéndice, hay una traducción de la detallada biografía que escribió en italiano
el capellán doméstico de la beata.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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