lunes, 30 de mayo de 2016

Beata María Celina de la Presentación, virgen - Beata Marta María Wiecka, virgen (30 de mayo)

Beata María Celina de la Presentación, virgen

fecha: 30 de mayo
n.: 1878 - †: 1897 - país: Francia
otras formas del nombre: Jeanne Germaine Castang
canonización: 
B: Benedicto XVI 16 sep 2007
hagiografía: Frate Francesco

En Burdeos, Francia, beata María Celina de la Presentación (Jeanne Germaine Castang), virgen.
Jeanne-Germaine Castang nació el 24 de mayo en Nojals, al Este de Bergerac (Perigord, cerca de Burdeos, en la Aquitania francesa). Su padre procedía de una familia de terratenientes y su madre de una familia de notarios. Quinta de once hermanos, era una niña alegre y muy espabilada, con un carácter bien templado. A los cuatro años se le paralizó una pierna por causa de una poliomelitis. Las hermanas de San José completaron su educación. A pesar de su tierna edad, sobresalía ya por una gran devoción eucarística.
Su padre había abierto una tienda-café, pero el negocio le fue mal, y perdió la casa, viéndose obligado a instalarse en una granja abandonada e insalubre. Era el año 1888, y los Castang no tenían ni siquiera para comer. La pequeña Germana, con apenas diez años, tomó entonces la generosa iniciativa de ir a mendigar alimentos para su familia, llamando humildemente a las puertas de los vecinos. Y también tuvo la inspiración de ofrecer su vida al Señor, a cambio de que sus seres queridos no sufrieran más.
Poco después, su padre encontraba trabajo en Burdeos, y pudo llevarse consigo, poco después, a toda la familia. Tres de sus hijos habían muerto en Nojals, y otros morirían en Burdeos, de tuberculosis y desnutrición. Mientras su padre trabajaba de vigilante de un castillo en La Réole, Germana permanecía en Burdeos, acogida por caridad por las hermanas de Nazaret, donde se preparó para la primera Comunión y la Confirmación, al tiempo que iba madurando en ella la vocación religiosa. Transcurridos cinco años, debido a la muerte prematura de su madre, y al ingreso de su hermana mayor en un convento, Germana tuvo que regresar a casa, para ocuparse de las tareas domésticas y de su hermano mayor, Luis, gravemente enfermo de tuberculosis, hasta su muerte en 1893.
Entrada en la adolescencia, Germana deseaba ser religiosa. Su primer deseo habría sido entrar con las Clarisas. Un día, mientras paseaba con una amiga, ésta le propuso ir a visitar a unas clarisas que ella conocía. La abadesa se percató de que aquella joven era un alma excepcional, modesta y humilde. Fue admitida en la comunidad del Ave María, de Talence, el 12 de junio de 1896. El 21 de noviembre vestía el hábito de la Segunda Orden Franciscana, empezando el noviciado con el nombre de sor Maria Celina de la Presentación.
A pesar de la tuberculosis y de su minusvalía, soportó pacientemente los rigores de la vida de las monjas contemplativas, con un amor creciente hacia Dios, a las hermanas y por la Iglesia. Con gran humildad y discreción acogía las manifestaciones sobrenaturales con que el Señor la regalaba, mientras se agravaba su salud con una tisis ósea. Pero ella todo lo soportaba pacientemente y con alegría. Murió el 30 de mayo de 1987, a la edad de 19 años, no sin antes haber pronunciado los votos de obediencia, pobreza y castidad. Antes de morir había escrito a su hermana: «No me importa morir, te espero en el cielo. Allá arriba no me olvidaré de nadie...» Después de su muerte se manifestó a muchas personas por medio de perfumes, por lo que se la conoce como «la santa de los perfumes».
Fue beatificadda el 16 de septiembre de 2007. «En su pequeñez, la beata Maria Celina de la Presentación se ha hecho grande a los ojos de Dios, y hoy manifiesta a todos el resultado de su total abandono al amor del Padre», manifestó el cardenal Saraiva durante la ceremonia de beatificación. Y ha añadido que «viviendo en la pobreza, ha sabido alcanzar la cima de la santidad. Podemos definir a la beata Maria Celina como 'pequeña', sobre todo porque eligió ser Hermana Pobre de Santa Clara y, por tanto, pequeña en el sentido que le da Jesús en el Evangelio de Lucas, cuando habla de un misterio escondido a los doctos y sabios, y revelado solamente a los más pequeños ... La Iglesia de Burdeos -concluyó el cardenal- tiene ahora oficialmente una nueva amiga cerca de Dios».
fuente: Frate Francesco
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=4745







Beata Marta María Wiecka, virgen

fecha: 30 de mayo
n.: 1874 - †: 1904 - país: Ucrania
canonización: 
B: Benedicto XVI 24 may 2008
hagiografía: Vaticano
En Sniatyn, Ucrania, beata Marta María Wiecka, virgen.
Nació el 12 de enero de 1874 en Nowy Wiec al noroeste de Polonia. Fue bautizada seis días después con los nombres de Marta Ana. Era la tercera de los 13 hijos de Marcelino y Paulina. Sus padres, dueños de un campo de cien hectáreas, vivían un ambiente de fe profunda. En la casa de Marta se rezaba el Rosario en familia todos los días, se leían las biografías de los santos u otros libros religiosos, y se compartía el contenido de la homilía dominical. A la edad de dos años Marta cayó tan gravemente enferma, que estuvo a las puertas de la muerte. La mejoría radical sucedió tras una insistente oración a la Virgen en su santuario de Piaseczno. La familia interpretó este hecho como milagro, e impulsó a Marta a mantener siempre una relación cercana y filial con la santísima Virgen. Toda su vida estuvo marcada por la devoción mariana. Ella misma afirmaba que recurría a la Virgen en todas sus necesidades y María jamás le había negado nada de lo que pedía.
El 3 de octubre de 1886, a los 12 años de edad, recibió la primera Comunión. A partir de esta fecha, su unión con Jesucristo Eucaristía se fortaleció y su vida de oración se centró totalmente en él. Cuando podía, se dirigía a la iglesia parroquial, a 12 kilómetros de Nowy Wiec, para participar en la Eucaristía. En su casa dedicaba frecuentemente su tiempo a la oración. Cuando su madre se enfermó, la reemplazó en algunos trabajos de la casa, sobre todo en el cuidado de los niños más pequeños.
A los dieciséis años pidió el ingreso en la Compañía de las Hijas de la Caridad. La visitadora la hizo esperar dos años, hasta alcanzar la edad exigida. En el año 1892, a los 18 años lo solicitó de nuevo con su amiga Mónica Gdaniec, pero no fue admitida en Chelmno porque había exceso de postulantes. Entonces el número de admisiones estaba restringido por las autoridades prusianas. Ambas amigas, viajaron a Cracovia, que estaba entonces bajo el dominio austriaco, y allí, el 26 de abril de 1892, fueron admitidas en el postulantado. Después de cuatro meses, el 12 de agosto, entraron en el noviciado. Allí, durante ocho meses de formación inicial, asimiló el ideal de las Hijas de la Caridad que iba a desarrollar en los años posteriores.
Después de la toma de hábito, el 21 de abril de 1893, sor Marta fue destinada al Hospital general de Lvov, que se hallaba en la parte austriaca, y pertenecía a la provincia de Cracovia. Muy pronto se ganó la estima de una hermana por su amor y servicio a los enfermos con gran entrega y abnegación. La estancia en Lvov duró año y medio. Luego fue trasladada al pequeño hospital de Podhajce, donde durante cinco años también dio testimonio de devoción y cariño en el cuidado de los pacientes. En este hospital emitió los primeros votos, el 15 de agosto de 1897, ratificando su entrega total a Dios para servirle en los más pobres.
En 1899 fue destinada al hospital de Bochnia, ciudad cercana a Cracovia. En ese tiempo sor Marta tuvo una visión de la cruz, desde la cual le habló el Señor animándola a soportar todas las contrariedades y le prometió llevarla pronto consigo. Este acontecimiento despertó en ella un celo todavía más intenso en su trabajo y una fuerte añoranza del cielo. La prueba anunciada no tardó en llegar. Un hombre desmoralizado, al salir del hospital, divulgó por la ciudad la falsa noticia de que sor Marta había quedado embarazada por su relación amorosa con un paciente joven, pariente del párroco. A partir de entonces cayó sobre ella una ola de afrentas maliciosas de parte de los habitantes de la ciudad. Ella no dejó de cumplir sus deberes con la servicialidad y cariño de siempre. A pesar de sufrir persecución moral, soportaba esta calumnia en silencio abandonándose en manos de Dios.
En el año 1902 fue destinada al hospital de Sniatyn (hoy en Ucrania). El párroco del lugar pronto se dio cuenta de la profundidad espiritual de sor Marta y de su don de discernimiento de las almas. Y empezó a enviarle personas que no necesitaban cuidados de enfermería sino consejo y dirección espiritual. Sor Marta no se limitaba sólo a esta tarea; socorría y servía con fervor a todos los necesitados.
Amaba mucho su vocación e irradiaba alegría y satisfacción en su entrega a los pobres. Siempre tenía una sonrisa sincera en su rostro. Sabía establecer empatía con sus pacientes cuyos sufrimientos físicos y morales aliviaba. De forma discreta y callada les ayudaba en la preparación para la confesión, les instruía sobre la doctrina de la fe, les ayudaba a resolver los problemas en coherencia con su visión cristiana de la vida. Para el rezo del vía crucis en la capilla la acompañaban habitualmente cerca de cuarenta enfermos.
Poseía un don singular para reconciliar las almas con Dios. En su departamento nadie moría sin confesarse e incluso, más de una vez, algunos pacientes judíos pidieron ser bautizados. Sor Marta trataba con la misma atención y caridad a todos los enfermos , fueran polacos, ucranios o judíos, greco-católicos, ortodoxos o católicos. La fuerza para servir con esta entrega radical le venía de la oración.
Tanto su vida como su muerte estuvieron selladas por el amor auténtico a Dios y al prójimo, fuente y centro de su existencia. En 1904, consciente del peligro que esto conllevaba, se ofreció a sustituir a un empleado del hospital en la desinfección de una habitación donde había muerto una enferma de tifus. Sor Marta realizó este trabajo de buen grado. Y lo hizo para que no se contagiase el operario que debía hacerlo, cuyo trabajo constituía el sustento de su mujer e hijo. Sor Marta sintió la fiebre enseguida, pero se empeñó en terminar todas sus actividades. Durante la última semana en el hospital se hizo todo lo posible para curarla. A estos esfuerzos les acompañaba una continua oración de pacientes y empleados del hospital y personas buenas de toda la ciudad. Los judíos encendían velas en la sinagoga por sus intenciones. Gran número de personas esperaba frente al hospital interesándose por su salud. Después de recibir el santo Viático, sor Marta realizó una oración intensa y profunda, considerada por los testigos como un verdadero éxtasis. Murió serenamente, en Sniatyn, el 30 de mayo de 1904.
Los fieles del lugar cuidaron y veneraron la tumba de sor Marta. Durante más de cien años ha estado continuamente cubierta de flores, velas y una especie de tapetes bordados, muy tradicionales en esa región. Aun en los años del régimen soviético acudían a ella, y así lo siguen haciendo en la actualidad los peregrinos y habitantes del lugar. Fue beatificada el 24 de mayo del 2008.
fuente: Vaticano
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=4764

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