miércoles, 26 de septiembre de 2018

Curando en todas partes (Evangelio meditado) 26092018

Curando en todas partes
Santo Evangelio según San Lucas 9, 1-6. Miércoles XXV de Tiempo Ordinario.


Por: H. Alexis Montiel, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que tus palabras sean fuente de consuelo, alegría y paz para los demás y que yo sea capaz de amar y alegrarme en tu presencia.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 1-6
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: "No llevéis nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa".
Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
De pequeño siempre me han llamado la atención los médicos. Veía cómo ayudaban a las personas, sabían dar buenos consejos, consolar, e inclusive si algo dolía daban algún remedio. Algunas veces recetaban inyecciones para los niños, pero era mucho mejor sufrir por el remedio a seguir enfermo.
Ahora veo como en la antigüedad, con la medicina tan rústica, no se podían hacer grandes avances en el tratamiento de una enfermedad. Por eso Jesús era muy buscado porque sabían que Él era capaz de sanar todos los problemas, todas las aflicciones, todos los conflictos. Ver a alguien ayudar a los demás algo que nadie se podía perder.
El día de hoy, el Señor no nos envía a vivir y predicar simplemente, nos pide vivir en actitud de servicio, en actitud de escucha, en actitud de sanación. Hoy la herida más grande que tiene el hombre es la del corazón, que ha sido atacado y mutilado a lo largo de los años, mucho más en la época actual. Ese corazón no se sana con los instrumentos del quirófano o del laboratorio, necesita de personas que sepan llevar el mensaje del Evangelio en donde no se ha escuchado, a dar caridad y amor para los demás.
Pensad que la mayor parte de la vida pública de Jesús ha pasado en la calle, entre la gente, para predicar el Evangelio, para sanar las heridas físicas y espirituales. Es una humanidad surcada de sufrimientos, cansancios y problemas: a tal pobre humanidad se dirige la acción poderosa, liberadora y renovadora de Jesús. Así, en medio de la multitud hasta tarde, se concluye ese sábado. ¿Y qué hace después Jesús? Antes del alba del día siguiente, Él sale sin que le vean por la puerta de la ciudad y se retira a un lugar apartado a rezar. Jesús reza. De esta manera quita su persona y su misión de una visión triunfalista, que malinterpreta el sentido de los milagros y de su poder carismático. Los milagros, de hecho, son signos, que invitan a la respuesta de la fe; signos que siempre están acompañados de palabras, que las iluminan; y juntos, signos y palabras, provocan la fe y la conversión por la fuerza divina de la gracia de Cristo.
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de febrero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Escucharé con paciencia y amor los comentarios que los demás necesiten y buscaré sanar sus corazones.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



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