De la "nueva moral progresista", o "moral de tercera fase"
por En cuerpo y alma
Siendo la moral en primera fase la de toda la vida, decadente y trasnochada, ni que decir tiene, aquélla que procedente de la moral natural y adoptada, analizada y desarrollada desde los tiempos de los romanos por el humanismo cristiano y por multitud de sesudos filósofos hoy día superados, pasaba por el acto de contricción y el propósito de la enmienda. La misma que cuando uno iba a confesarse y le decía al cura, “padre, que he llamado “maricón” a un compañero de clase”, el cura le decía: “hijo mío, eso está muy mal. No se insulta a las personas. Insultar a las personas es hacerlas de menos, y todas las personas son hijos de Dios y merecen respeto. Anda rézate tres padrenuestros, arrepiéntete de corazón, pide perdón a tu compañero y no vuelvas a hacerlo”.
A esta "primera fase" de moral, el Sr. Sánchez, el Partido Socialista Obrero Español, y con ellos todos y cada uno de los beneméritos componentes de la flamante nueva izquierda española a quienes debemos el altísimo honor de que nos enseñen a comportarnos después de veinte siglos de hacer el zulú en los que no se ha producido ningún hecho reseñable por lo que a organización y civilización del ser humano se refiere, han establecido un nuevo nivel de moral que es el 2, y no: llamar “maricón” a alguien ya no es una falta de respeto que merece una penitencia, requiere de arrepentimiento, de pedir perdón al agraviado y del firme propósito de no volver a hacerlo, no, sino que es un pecado gravísimo que convierte a uno en homófobo, que es lo peor que se puede ser en la vida, y lo que es igual de malo, en machista, racista, islamófobo y fascista, pues el que es lo uno, casi seguro es también todo lo otro.
En cuanto a la penitencia, amén de las posibles consecuencias penales del acto, que para algo están jueces y cárceles, el que lo haga tiene que dimitir de todos los puestos que tenga, tiene que renunciar a todos sus bienes y prebendas, el mero acto de contricción no vale y amén de pedir perdón mil veces y las que hagan falta, no sólo al interpelado sino a la sociedad entera, tiene que calzarse el sambenito amarillo con varias estrellas formando una hache que le identifiquen ante todas las instancias del mundanal mundo, para que todos sepamos al verlo que nos hallamos ante un verdadero homófobo (y machista, racista, islamófobo y fascista).
Este nuevo nivel de moral se establece en un momento histórico en que por casualidad, ¿eh? -no vaya Vd. a creer que por otra cosa-, el que gobierna es el partido rival que, naturalmente, está compuesto de zulúes, porque todos somos zulúes menos "ellos". Lo que quiere decir que si a alguno de sus miembros le oímos decir “maricón” se lo defenestra.
Pero ¡ah amigo!, ahora, como por arte de birli birloque, mediante un truco que todavía estamos los españoles intentando descifrar, acontece que sube al gobierno con una minoría no por “exigua” menos sacrosanta (todo lo de ellos es sacrosanto), el guapísimo Pedro Sánchez y su flamante Partido Socialista Obrero Español, ciento cuarenta años de honradez ya (porque en el centenar de iglesias que ardieron en el 31, en la revolución de Asturias del 34 y los 34 curas asesinados, en el oro de Moscú, en el expolio del Vita y en el asesinato de Calvo Sotelo no tuvieron nada que ver, que va). Y como por arte de birli birloque también, acontece que una de sus ministras ha usado “la palabrita” que, para mayor “inri”, ha dedicado a uno de sus compañeros de gabinete (“sálvame de luxe” en su estado puro).
¿Qué hacemos? Porque algo habrá que hacer. Y surge la solución: “Lo siento, no hay más remedio, aunque lo deseable habría sido perseverar durante algún tiempo en la fase 2, no tenemos más remedio que pasar inmediatamente a la fase 3 de la nueva moral progresista; la 2 está prematuramente agotada”. Así que a partir de ahora, todo lo dicho, es decir que el que usa “la palabrita” es homófobo, machista, racista, islamófobo y fascista, sigue valiendo, pero sólo “para ellos”, no “para nosotros”, que en eso es en lo que consiste “la fase 3”. ¿Y eso por qué, oiga? “Pues muy sencillo, amigo, porque nosotros somos Dios, nosotros somos impecables, es decir, no cometemos pecados. Nosotros somos los que impartimos doctrina y los que decimos a los demás lo que hay que hacer, algo que no debe confundir Vd. con que nosotros tengamos que hacer también lo que decimos que hay que hacer, menudo galimatías, ¿no le parece?”.
Y en eso estamos, mis muy queridos, en la fase 3 de la nueva moral progresista o “New progresist moral” (mejor si lo dice Vd. en inglés aunque sea macarrónico, suena más serio), la que nos va a llevar al nirvana, al séptimo cielo, al paraíso de las mil huríes que renuevan su virginidad cada vez que nos aman, que también son ganas. Así que cuando la ministra, pesoíta naturalmente, llama “maricón” al ministro, no peca, no mancha sus níveas manos ni es homófoba, ni machista, ni racista, ni islamófoba, ni fascista. Si lo hubiera hecho otro sí, pero siendo ella, que es pesoíta, no. Porque ella está “en la fase 3 de la nueva moral progresista”. ¡No me diga por favor que no lo entiende!
Y bien amigo, que haga Vd. mucho bien y que no reciba menos. Como siempre.
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