viernes, 28 de septiembre de 2018

Beato Guillermo Courtet, presbítero dominico mártir. (28 de septiembre)

Beato Guillermo Courtet, presbítero dominico mártir.

"...nuestra meta era predicar el amor divino de Cristo".

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Beato Guillermo Courtet.
Beato Guillermo Courtet.
Beato Guillermo Courtet, presbítero dominico mártir. 28 de septiembre.
Nació en Sérignan, cerca de Béziers, en 1589. Se educó con los jesuitas de su ciudad natal, y siendo joven llegó al colegio la noticia y testimonio del martirio de los jesuitas, franciscanos y seglares en Nagasaki en 1597. Este ejemplo movió su corazón, impulsando su alma a la vocación misionera.
Courtet estudió teología con los capuchinos de Tolouse, no estando claro si tomó el hábito de la Orden. Si lo hizo fue muy poco tiempo, pues el 15 de agosto de 1608 tomó el hábito dominico en el noviciado de Albi, sitio célebre por las predicaciones de los frailes Predicadores. En 1616, con 24 años, fue ordenado presbítero y ese mismo año se le encargó la cátedra de Filosofía en Saint-Maximin y unos años despuñes la de Teología en Tolouse. Sus virtudes para la enseñanza, la predicación y la dirección de almas le hicieron famoso en la Provincia religiosa, en Francia y más allá.
En 1624, fue elegido prior del Priorato de Avignon, un prestigioso convento dominico, con gran historia. En 1626 ejerció una misión diplomática en nombre de Francia, siendo alabado por Richelieu por su capacidad para la empresa encomendad. En 1628 pidió a los superiores le relevaran de cualquier cargo para poder cumplir su primera vocación misionera. Existía el escollo de que España y Portugal mantenían el control de los misioneros que podían ir a Oriente, previniendo intromisiones de otras potencias. Guillermo se fue a Madrid en diciembre de ese mismo año, donde tomó la nacionalidad española y el nombre religioso de Tomás de Santo Domingo. En España aprendió las lenguas españolas, filipina y japonesa, además de algunas costumbres de Oriente, para poder ejercer su misión. Mientras, ejerció de profesor de Teología en el mismo convento.
En 1633 pasó a Filipinas, luego de una breve estancia en La Habana y México. En la Universidad de Manila también fue profesor de Teología. Allí pronto se hizo famoso y querido por su ascetismo, su caridad y prontitud al servicio de los necesitados de su consuelo y palabra. Podría haberse quedado allí, pues el campo de misión era amplio, pero el pensamiento de los cristianos japoneses privados de sacerdotes para celebrar los sacramentos le era como un martillo en los oídos, por lo cual en 1636 obtuvo el permiso para entrar de incógnito a Japón. No se conoce mucho del viaje y primera estancia de Courtet y sus cinco acompañantes, salvo que, según los marineros del barco en el que viajaron, desembarcaron en las Islas Okinawa el 10 de julio de 1636, luego de vestirse con trajes japoneses.
La siguiente noticia sobre los cinco misioneros (uno de ellos laico español) es de septiembre de 1637, siendo trasladados a Nagasaki. No conocemos si predicaron, vivieron escondidos o estuvieron presos mucho tiempo antes de este traslado. En Nagasaki fueron conminados públicamente a renunciar a la fe y sometidos a torturas terribles a causa de su entereza. Tenemos los testimonios de algunos presentes, marinos españoles sobre todo, que narraron los tormentos padecidos por estos campeones. Padedieron el turushi, un terrible tormento consistente en ser metido cabeza abajo en un pozo húmedo hasta que el preso obedeciera. En este caso renegara de Cristo. Nuestro mártir además padeció la dolorosa exungulación, martirio que trata de introducir astillas o pequeños hierros ardiendo bajo las uñas de manos y pies. En ocasiones, además, se terminaba sacando las uñas al reo a base de tirones con pinzas.
Uno de los testigos mencionados cuenta que un carcelero que se apiadó de sus prisioneros y preguntó a nuestro santo: "¿Por qué viniste a Japón sabiendo que te matarían después de tan atroz sufrimiento?" Y Guillermo le contestó: "No vinimos buscando ni la muerte ni la tortura, nuestra meta era predicar el amor divino de Cristo aunque nos costara la vida".
Finalmente, Guillermo y Miguel, el español, fueron decapitados la noche del 29 de septiembre de 1637. Para que los cristianos no pudieran obtener reliquias los cuerpos fueron incinerados y las cenizas arrojadas al mar.
La Causa de canonización fue introducida por el P. Fidel Villarroel, O.P. luego de varios siglos, Guillermo fue beatificado por Juan Pablo II en su visita a Filipinas el 18 de octubre de 1987.
Fuentes:

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