Post-Covid 19:
un
modo sostenible de vida bajo el reino del cuidado (III)
2020-05-18
Completemos el comentario del sugerente texto de la Carta
de la Tierra que afirma que tenemos que buscar un nuevo comienzo para forjar
un modo sostenible de vivir en el planeta Tierra.
Para
eso “se requiere un nuevo sentido de interdependencia global”. La
relación de todos con todos, y por lo tanto la interdependencia global,
representa una constante cosmológica. Todo en el universo es relación. Nada ni
nadie está fuera de la relación. Es también un axioma de la física cuántica
según el cual todos los seres están inter-retro-relacionados. Nosotros mismos,
los seres humanos, somos un «rizoma», un bulbo de raíces, de relaciones
dirigidas en todas las direcciones. Esto implica entender que todos los
problemas ecológicos, económicos, políticos y espirituales tienen que ver unos
con otros. Sólo salvaremos la Vida si nos alineamos con esta lógica universal
que es la lógica del Universo y de la Naturaleza. Continúa el texto de la Carta
de la Tierra: se requiere una responsabilidad universal.
Responsabilidad significa darse cuenta de las consecuencias de nuestras
acciones, si son beneficiosas o perjudiciales para todos los seres. Hans Jonas
escribió un libro clásico sobre el Principio de Responsabilidad, que
incluye el principio de prevención y el de precaución. Mediante la prevención
podemos calcular los efectos cuando intervenimos en la naturaleza. El principio
de precaución nos dice que si no podemos medir las consecuencias, no debemos
correr riesgos con ciertas acciones e intervenciones porque pueden producir efectos
altamente perjudiciales para la Vida.
Esta
falta de responsabilidad colectiva la constatamos en la presente pandemia, que
exige un aislamiento social estricto, para evitar la contaminación, y la gran
mayoría no lo asume. Debe ser para todos.
La
Carta de la Tierra dice además: desarrollar y aplicar con invención
la visión (de un modo de vida sostenible). Nada grande en este mundo se
hace sin la invención del imaginario que proyecta nuevos mundos y nuevas formas
de ser. Éste es el lugar de las utopías viables. Toda utopía amplía el
horizonte y nos hace inventivos. La utopía nos lleva de horizonte en horizonte,
haciéndonos siempre caminar, en la feliz expresión de Eduardo Galeano.
Para
superar la forma habitual de habitar la Casa Común, una relación utlitaria,
tenemos que soñar con el planeta como la Gran Madre, la “Tierra de la Buena
Esperanza” (Ignace Sachs Dowbor). Esta utopía puede ser realizada por la
humanidad cuando despierte para la urgencia de otro mundo necesario.
Un modo de vida sostenible
La
Carta de la Tierra afirma también: una visión de un modo de vida
sostenible. Estamos acostumbrados a la expresión “desarrollo sostenible”,
que está en todos los documentos oficiales y en la boca de la ecología
dominante. Todos los análisis serios han demostrado que nuestra forma de
producir, distribuir y consumir es insostenible. Es necesario decir que no
puede mantenerse el equilibrio entre lo que tomamos de la naturaleza y lo que
le dejamos para que se reproduzca y co-evolucione siempre. Nuestra voracidad ha
hecho insostenible el planeta, porque si los países ricos quisieran
universalizar su bienestar a toda la humanidad, necesitaríamos al menos tres
Tierras como ésta, lo cual es absolutamente imposible. El desarrollo actual que
significa crecimiento económico medido por el Producto Interior Bruto (PIB)
revela desigualdades asombrosas hasta el punto de que la ONG Oxfam, en su
informe de 2019, revela que el 1% de la humanidad posee la mitad de la riqueza
mundial y que el 20% controla el 95% de esta riqueza, mientras que el 80%
restante tiene que conformarse con sólo el 5% de la riqueza. Estos datos
revelan la completa insostenibilidad del mundo en el que vivimos.
La
Carta de la Tierra no se rige por el lucro sino por la vida. De ahí que
el gran reto sea crear un modo de vida sostenible en todos los ámbitos,
personal, familiar, social, nacional e internacional.
La importancia del biorregionalismo
Por
último, este modo de vida sostenible debe realizarse a nivel local,
nacional, regional y mundial. Por supuesto, se trata de un proyecto mundial
que ha de realizarse procesulamente. Hoy en día, el punto más avanzado de esta
búsqueda tiene lugar a nivel local y regional. Se habla entonces de
«biorregionalismo», como la forma verdaderamente viable de concretar la
sostenibilidad. Tomando como referencia la región, no según las divisiones
arbitrarias que aún persisten, sino las que la propia naturaleza ha hecho con
los ríos, montañas, selvas, bosques y otras, que configuran lo que es un
ecosistema regional. En este marco se puede lograr una auténtica
sostenibilidad, incluyendo los bienes naturales, la cultura y las tradiciones
locales, las personalidades que han marcado esa historia, favoreciendo a las
pequeñas empresas y a la agricultura orgánica, con la mayor participación
posible, en un espíritu democrático. De esta manera se proporcionará un “buen
vivir y convivir” (el ideal ecológico andino) suficiente, decente y sostenible
con la disminución de las desigualdades.
Esta visión formulada por la Carta de la Tierra es
grandiosa y factible. Lo que más necesitamos es buena voluntad, la única virtud
que para Kant no tiene defectos ni limitaciones, porque si los tuviera, ya no
sería buena. Esta buena voluntad impulsaría a las comunidades y, en el límite,
a toda la Humanidad, a lograr realmente “un nuevo comienzo”.
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