Hoy y Aquí
No desearía equivocarme
demasiado cuando digo estos datos que ahora y aquí te comparto. Ahora estamos
en el último fin de semana del mes de agosto del año 2022. Todos los habitantes
de nuestra casa común estamos en HOY, pero este
HOY pertenece al año 2.022,
según el calendario de los cristianos y
HOY pertenece al año 5.783,
según el calendario de los judíos y
HOY pertenece al año 2.682,
según el calendario de los sintoístas japoneses y
HOY pertenece al año 2.552,
según el calendario de los confucionistas chinos y
HOY pertenece al año 2.149,
según el calendario de los budistas tibetanos y
HOY pertenece al año 2.080,
según el calendario de los hinduistas y
HOY pertenece al año 1.444,
según el calendario de los musulmanes y [...]
El tiempo es el mismo, pero
su experiencia y la manera de contarla no es la misma y nos diferencia a los
unos de los otros más de lo que en ocasiones nos imaginamos.
Todos miramos al Sol y nos
dejamos contemplar por él, pero este sencillo hecho cotidiano no lo
contamos de la misma manera los humanos. Pareciera que el tiempo nos tiene
entre sus manos, pero cada quien se va ubicando en ellas como mejor lo entendió
en cada momento.
¿Acaso puedo dudar de las
razones del judío para atreverme a decir que él anda en un error de cálculos
matemáticos para ponernos de acuerdo para identificar este HOY de cada
instante?
Estoy hablando del asunto de
'el tiempo', y no quiero iniciar el comentario del asunto de 'el espacio'. El
espacio de las tierras de los polos. El espacio de las tierras de montaña. El
espacio del mar con sus cabos y golfos y su eterno limar las aristas de las
rocas. El espacio de los desiertos... ¿Acaso puedo dudar de la identidad humana
de las gentes que nacieron y se arraigaron en las tierras del Caribe, por
ejemplo?
El HOY y el AQUÍ. Ambos tan
comunes para todos y tan enfrentados y enfrentadores. ¿Cómo es posible
justificar dominios o servidumbres de los unos con los otros por el asunto del
tiempo o del espacio?
En este HOY y AQUí todo
viviente echa sus raíces, desde la semilla más diminuta hasta la persona más
longeva que pueda imaginarse.
Todos nos hemos atrevido a
VIVIR, ¿por qué nos obcecamos, con frecuencia, en dominar?
Y la reflexión podría
continuarse; sólo he pretendido acariciar la visible cima del inmenso iceberg
flotante que es esta casa común que nos acoge y en la que nos SOSTENEMOS.
Con estos asuntos, sólo he
pretendido iniciar el despertar que me ha provocado la lectura de las palabras
que un cronista de los hechos pone en boca del peculiar protagonista de su
relato. Hablo de Lucas, el Evangelista, y de Jesús de Nazaret, el Evangelio.
Las primeras palabras del
texto del Evangelio del próximo domingo día 4 de septiembre me incendiaron por
dentro y no deseo calcinarme AQUÍ antes de TIEMPO. Por eso escribo y lo
comparto.
Y en este sentido, el libro
que recomiendo, escrito por una trinidad de personas pensadoras, viene a
serenar, al menos para mí, el incendio despertado por la literalidad de los
mensajes de otros tiempos. Suelen decir los expertos investigadores que una buena
parte de los incendios del planeta tierra suelen ser intencionados. Y creo que
ese incendio que Lucas atribuye a su Jesús de Nazaret también lo fue. Quizá
cueste lo suyo tener que asumir que ciertos fuegos purifican y sanan. Creo que
a este tipo de fuego perteneció y pertenece ese fuego que es el propio judío y
laico de Nazaret.
A continuación se encuentran
los comentarios del domingo día 4 de septiembre.
Carmelo Bueno Heras.
Domingo XXIII TO Ciclo
C (04.09.2022): Lucas 14,25-33. Una
revolución permanente. Me lo escribo
CONTIGO,
“Caminaba con él [Jesús de Nazaret] mucha gente, y
volviéndose les dijo: si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a
su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su
propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos
de mí, no puede ser discípulo mío […] Cualquiera de vosotros que no renuncie a
todos sus bienes no puede ser discípulo mío” (Lucas 14,25.33).
He
copiado textualmente el primero y el último de los versículos del relato de
Lucas que se nos proclamará como Evangelio el domingo primero del mes de
septiembre. Intencionadamente he citado la traducción de la Biblia de Jerusalén
donde hemos leído la palabra ‘odia’, que he destacado en negrita. En la
liturgia católica escucharemos ‘pospone’ y no ‘odia’. En otra traducción leo
‘está dispuesto a renunciar’ y otra cuarta traducción me dice ‘aborrece’. Les
confieso que ninguna de estas traducciones me agrada, no porque no estén en
concordancia con el sentido del original griego, sino porque me chirrían en los
tímpanos y en mis neuronas.
El
asunto está en ‘odiar’, rechazar, abandonar… Si uno desea ser discípulo de
Jesús deberá ‘odiar, rechazar, abandonar’. Intencionadamente también, lo
escribiré de otra manera y en plural: ‘En esto reconocerán todos que sois mis
discípulos, si odiáis a vuestro padre, madre, mujer hijos, hermanos, hermanas y
vuestra vida’. Al escribirlo así me viene de inmediato a la memoria la cita
central del Evangelio de Juan en 13,35: ‘En esto conocerán todos que sois mis
discípulos: si os amáis unos a otros’.
Ambos
mensajes no pueden ser más diametralmente opuestos. Lucas 14,26 no ‘comulga
textualmente’ con Juan 13,35. Después de leer cada uno de los dos mensajes no
se puede decir que ambos sean ‘palabra del resucitado’, como dice Francisco
papa en su reciente carta ‘Desiderio’. Puestos ambos mensajes encima de la mesa
escojo, ahora, para mi gobierno personal de creyente en aquel laico de Galilea
llamado Jesús el mensaje de su Evangelista Juan.
Y me
sigo preguntando críticamente qué deseó expresar y anunciarnos el Evangelista
Lucas, el del toro, con este sorprendente mensaje que nos chirría tan
atronadoramente. Desde los inicios de la llamada lectura eficaz, lectura con
sentido, lectura crítica, o como se la llame, se me decía que todo cuanto se
lee se debe comprender dentro de su contexto. Precisamente el contexto en el
que su autor situó sus mensajes. Y es precisamente la liturgia de la misa
dominical el lugar y el momento donde se nos leen los evangelios muy
frecuentemente des-contextualizados. Y esta elección es, como poco,
peligrosamente errónea y falazmente mentirosa, a veces
Debemos
leernos despacio, al menos, todo el capítulo decimocuarto de este Evangelio. Y
no olvidar dos ‘precisiones del texto’ que la ignorante poda litúrgica nos
impide escuchar. La primera es la pregunta de Jesús a las autoridades de su
Religión judía: ‘¿Es lícito curar en sábado o no? Las autoridades se callaron’
(14,3-4). La segunda precisión se encuentra en 14,34-35: ‘Buena es la sal, pero
si la sal se desvirtúa… no es útil ni para la tierra ni para el estercolero, la
tiran fuera’.
El
silencio de las autoridades de la Religión ante Jesús y su denuncia indica que
la sal de la Ley de Moisés, de su Templo, Sacerdocio, Sinagogas, Sábados,
Dogmas y Ritos se ha quedado sin sentido. Ya no es ni padre, ni madre, ni
mujer, ni hijos… Ni familia. Hay que atreverse a tirar fuera esta sal, esta
religión y su familia. Desde siempre y para siempre, la sal auténtica no es
otra que ese ‘amaos unos a otros’. Una revolución permanente. Carmelo Bueno
Heras
CINCO
MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos
Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos
también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y
nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado
haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a
compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros.
Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda
persona, ¡todo está relacionado!
.
Ahora, Semana 41ª: 04.09.2022: Cita de Dolores Aleixandre, Juan Martín Velasco,
José Antonio Pagola, Fijos los ojos en Jesús. En los umbrales de la fe, PPC,
Madrid, 2012, 200 páginas.
Relacionada
con la fe, la geografía del cuerpo humano se muestra rica en lugares. Pies que
andan y desandan veredas, manos que agarran o sueltan, oídos que escuchan o
están cerrados… Pero probablemente no haya otro lugar con un papel tan peculiar
como los ojos. Antes del contacto físico -y contando con que también hay ojos
ciegos-, ellos son los vigías encargados de vislumbrar cuando aún están lejos
tanto las presencias deseadas como las indeseables. Por eso los ojos bien
pueden ser considerados como una auténtica puerta de la fe, como le sucede al discípulo
amado cuando descubre la presencia del Señor resucitado a la orilla del lago de
Galilea (Jn 21).
Porta
fidei, la ‘puerta de la fe’, es precisamente el título que Benedicto XVI ha
dado al motu proprio con el que convocaba este ‘año de la fe’. Un año que va
desde el 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013. La fecha de inicio
no es casual, ya que en ella se celebra el cincuenta aniversario de la apertura
del Concilio Vaticano II y los veinte años de la publicación del Catecismo de
la Iglesia católica.
Para la
conmemoración de esta efeméride, tres de los más importantes y significativos
autores en el campo del pensamiento religioso y teológico español -los tres, en
gran medida, hijos de ese Concilio cuyo recuerdo celebramos- nos brindan sus
reflexiones a propósito de la fe. Con los ojos fijos en Jesús, cada cual con su
estilo y su genio particular, los tres van desgranando aquellos aspectos
relativos a la fe cristiana que pueden ayudar a los lectores a personalizarla y
hacerla cada vez más propia […]
Los ojos
permiten el juego de las miradas. Un juego en el que conviene siempre tener
presente el dicho del poeta: ‘El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es
ojo porque te ve’ (Antonio Machado) […]
SER
CREYENTE HOY. Juan Martín Velasco […]
En los años
posteriores al Concilio se produce la eclosión de una crisis del cristianismo
que venía fraguándose desde el comienzo de la era moderna. Esta crisis tiene su
aspecto más visible en el desmoronamiento del sistema de mediaciones:
creencias, prácticas, pertenencia a la institución. Se manifiesta y se vive en
el cambio de la forma de presencia del cristianismo en Europa que expresa la
categoría de ‘secularización’ […]
PAISAJES
PARA LA FE. Dolores Aleixandre Parra
Pasó de
nuevo a la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba en otro tiempo. Y
muchos creyeron allí en él (Juan 10,41-42). ‘Allí’, precisamente en aquel lugar
concreto del otro lado del Jordán. Quizá algunos, con el paso del tiempo
volverían a pasar por aquel sitio, y sentirían la misma emoción de aquellos dos
discípulos que siguieron a Jesús y recordaban: ‘Eran las cuatro de la tarde’
[…]
CON LOS
OJOS FIJOS EN JESÚS. José Antonio Pagola […]
El objetivo de esta reflexión es recuperar a Jesús, el
Cristo, como ‘autor de la fe’, el único que puede regenerar nuestra pequeña fe,
débil y vacilante, para hacernos renacer a la verdadera identidad de discípulos
y seguidores de Jesús.
Volver a Jesucristo. Es lo primero y más decisivo
poner a Jesucristo en el centro de nuestra fe. Texto completo, en páginas 5-8;
79; 141.
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