domingo, 11 de septiembre de 2022

Domingo XXIV TO Ciclo C (11.09.2022): Lucas, 15,1-32. Lucas 15 es la biografía de Jesús de Nazaret y Semana 42ª: 11.09.2022: Cita de Francisco Pérez de Antón, Cisma sangriento. El brutal parto del protestantismo: un alegato humanista y secular. Taurus historia,

 

Oncedeseptiembrededosmiluno

Escribo estas líneas con la mente puesta en la semana que culmina en el domingo día 11 de septiembre. Así es, oncedeseptiembrededosmiluno. Escrito todo junto evoca el evidente error ortográfico que hasta el menos letrado cae en la cuenta y se atreve a denunciarlo. Pues eso mismo es, creo, el error humano lamentabilísimo y que  no admite como enmienda ningún 'marcha atrás'. ¿Fue un error? ¡Ni un solo fallo! Todo planeado. ¡Qué precisión! y de ello se cumplen ya tres semanas de años. Se dice pronto.

Así se estrenaba este nuevo siglo en la historia de la humanidad o el nuevo tercer milenio, si se quiere considerarlo así. El dato no se olvidará. La rabia inhumana aún no se ha apagado. 

El atentado de las Torres Gemelas de Estados Unidos se dibuja invisible sobre los cielos de la historia. El poder de un imperio fue herido en la inseguridad de sus pies de barro. Y desde entonces ya más de dos décadas de acoso y derribo del gigante abatido. 

Probablemente ni tú, que lees, ni este cronista, que escribe, constataremos el ocaso de la ostentación americana del poder y del progreso. La historia grita desde su ADN que esto será así. Lamentablemente, el progreso humano se está alimentando sin descanso y con voracidad de la inhumanidad de los prepotentes. Las balanzas no se equilibran, si tú das fuerte, más fuerte recibirás. Quien tiene sus manos levantadas para ejercer el gobierno ni tiembla ni tiene prisa. Espera su tiempo. Todo esto ya está escrito en los comentarios de los contemplativos de la historia y los humanos lo llevamos dentro como el aire y el calor que nos debieran dar vida...

Tres semanas de años no son ni un puñado de tiempo en el océano del ayer, el hoy y el mañana. ¿Acaso no se recuerda la aventura de aquel unicornio alado que volaba arrasador desde la antigua Macedonia hasta las orillas del mar del nacimiento del sol? Aquel Alejandro el grande y todopoderoso debería de venir a contárnoslo en persona para no inventarnos los humanos nuevas piedras en las que tropezar mientras vamos de camino. Pero esta venida, como otras incontables venidas mesiánicas, no sucederá jamás. 

¿Por qué nos gusta tanto a los humanos deshumanizarnos y, si es posible, deshumanizarnos hasta aniquilarnos?

No pretendo con estas líneas despertar a la bestia que, quizá, ya se esté engalanando para su próxima aventura.

Por si nos sirve de algo y como si fuera una brisa suave frente a la dana de los calores que derriten, disponemos en este domingo de mensajes cargados de esperanza. El relato del Evangelio nos habla del sabroso proyecto de sentarse y comer; lo más natural y humano. Si aprendiéramos...

Y en la recomendación de los 'Cinco Minutos', hago referencia a un informe escalofriante a propósito del hecho de la existencia de un proyecto que podemos llamar 'cristianismo', paradójicamente cristianismo. Si aprendiéramos...

A continuación se encuentran los comentarios de este domingo.

Carmelo Bueno Heras.

 

Domingo XXIV TO Ciclo C (11.09.2022): Lucas, 15,1-32. Lucas 15 es la biografía de Jesús de Nazaret. Me lo escribo CONTIGO,

El mensaje del decimoquinto capítulo del Evangelio de Lucas se recuerda con sólo citarlo. ¿Qué queda aún por decir o escribir sobre la parábola del padre y de sus dos hijos? Se ha dicho ya de todo y muy bien. Que nadie espere que este comentario añada ahora algo original. Diré de entrada lo más obvio y sabido. Lucas nos presenta tres parábolas para comentar una de las acciones más características de su Jesús de Nazaret.

Esta acción es la que se describe en Lucas 15,1-3. Y es tan común y natural esta acción que parecería a primera vista no tener demasiada importancia. Jesús estuvo entre nosotros en este mundo para llevar a cabo muchas cosas, como muy interesadamente se ha ido afirmando en las distintas etapas de la historia y de las creencias de la Religión. Pero aquí, precisamente en pleno camino de subida de Jesús desde Galilea hasta Jerusalén, es donde se nos dice que COMER es algo tan principal y humano que no debe someterse a reglamentaciones y menos aún en nombre de tal o cual Dios o Religión.

He escrito la acción de COMER porque esta es la cuestión que nos pone el Evangelista ante nuestros ojos para meditar sobre el actuar de Jesús y sobre sus peculiares decisiones. Según cuenta este Evangelista tan bien informado (Lucas 1,1-4) su Jesús de Nazaret se sienta a comer no para inaugurar o institucionalizar un sacramento como lo es la eucaristía o fracción del pan o misa santa. Jesús se sienta a compartir mesa y mantel con gentes tan especiales como los pecadores y los publicanos.

Esta acción de COMER de Jesús con ‘los suyos’ altera las normas humanas y religiosas de las gentes de la Ley de Moisés, de los escribas, de los fariseos, de los sacerdotes ‘oficiadores’ del rito del sacrificio en el altar del Templo de Jerusalén. Estas gentes religiosas y observantes del judaísmo no soportan ni admiten las decisiones de un laico de Galilea llamado Jesús. Para estas gentes, aquel Jesús es un hereje, un blasfemo, un pecador, un publicano.

Según cuenta Lucas en la segunda parte de su Evangelio, el cabeza de los seguidores que era Pedro sólo comprendió que estas decisiones y prácticas de Jesús no eran decisiones empecatadas cuando tuvo que compartir estancia, mesa y mantel en casa de Cornelio en Cesarea del Mar (Hechos 10). Tanto Jesús en Lucas 15, como Pedro en Hechos 10, rompen y vacían de sentido los dogmas y prácticas de la comensalidad judía. El actuar de Jesús y de Pedro hacen saltar por los aires las diferencias entre puro e impuro, sano o enfermo, prohibido o permitido, bueno o malo.

El hecho tan natural y humano como es el COMER puede convertirse justamente en todo lo contrario, inhumano y antinatural. Y esto sucede cuando una RELIGIÓN se atreve a institucionalizar legislaciones, ¡en nombre de un dios interesado!, a propósito de qué se come, cuándo se come, con quién se come, cómo se come, cuánto se come, para qué se come…

Con todo lo ya dicho y escrito sobre el COMER y la COMENSALIDAD nos basta y sobra para rumiar el buen mensaje del Evangelio. Pero, y caigo en la cuenta ahora de la escasez de espacio, no he dicho ni tus ni mus aquí sobre aquel pastor de la parábola, aquella mujer de la parábola y aquel padre de la parábola. Creo que esto es lo que importa: No se trata de tres parábolas, sino de una y la misma contada de tres maneras. El pastor, la mujer y el padre son el propio y único Jesús de Nazaret. Tan sencillo, humanizador y evangélico. Carmelo Bueno Heras.       


 

CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos

Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros. Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda persona, ¡todo está relacionado!

. Ahora, Semana 42ª: 11.09.2022: Cita de Francisco Pérez de Antón, Cisma sangriento. El brutal parto del protestantismo: un alegato humanista y secular. Taurus historia, Ciudad de México, 282 páginas.


1. EL SESGO PERVERSO DE LOS HOMBRES PIADOSOS.

Los hombres nunca hacen el mal de manera tan gozosa y plena como cuando lo perpetran en nombre de sus convicciones religiosas. Blaise Pascal (1623-1662), Pensamientos)

 Sorprende al observador de nuestro tiempo y al curioso de la historia que la Revolución Protestante no haya tenido los ecos de otras menos sangrientas y crueles, como por ejemplo la mexicana o la francesa. De bárbaras convulsiones, como las de Bosnia y Vietnam. De dolorosas guerras civiles, como la norteamericana y la española. De espantosos genocidios, como los de Armenia y Ruanda. O de contiendas letales, como las de las guerras napoleónicas. Cualesquiera de esas mortíferas refriegas despiertan hoy mayor interés que la de la Revolución Protestante, pese a haber segado esta última más vidas que todas las degollinas citadas más arriba ‘juntas’.

El motivo del vacío quizá se deba a que el auge del protestantismo en el mundo de habla hispana es un fenómeno reciente y a que el interés por las causas de su advenimiento no se ha despertado hasta hace poco. Con todo, más probable parece que ni a los predicadores evangélicos ni a los católicos les seduzca lo más mínimo explicar que los causantes de tan horrenda sangría fueron sus antecesores en el púlpito. Y es natural que sea así. El sermón dominical trata de todo aquello que se quiere creer. La historia real, en cambio, trata de todo aquello que no se quiere o no se puede creer. Y la Revolución Protestante es pródiga en historias increíbles. De ahí el estado de ignorancia, o de negación, en torno a aquella descomunal matanza de la que ahora se cumplen quinientos años y que una y otra bandería esconden y justifican reducida al infantil sonsonete de ¡nosotros somos la verdadera Iglesia’ o al irresoluble altercado teológico según el cual el hombre se salva por la fe en lugar de por la fe y las obras.

Tampoco les gusta llamar cisma al entuerto. Y menos revolución. Prefieren denominarlo ‘reforma’. Los clérigos han preferido siempre el remilgo verbal a llamar a las cosas por su nombre. Siguen con entusiasmo la regla que cierto periodismo utiliza a menudo:  no permitas que la verdad arruine una buena historia. Y la bochornosa verdad que echa a perder su santurrona versión del cisma es que fueron ellos, los clérigos de uno y otro bando, los instigadores de la cruenta desgarradura que escindió el cristianismo en dos ramas irreconciliables y que cualquier otro nombre que se quiera dar a la contienda sólo puede ser un eufemismo. El cambio fue demasiado radical como para designar con el pudibundo nombre de ‘reforma’ -un término evocador de cambios razonables y juiciosos- a una de las más sangrientas guerras de la civilización judeo-cristiana.

El museo de los horrores erigido por el cristianismo a lo largo de su historia es ubérrimo y fecundo. Persecuciones, cruzadas, invasiones, genocidios, torturas, hogueras humanas, calabozos, cepos, martirios, mutilaciones, conversiones forzosas y terrorismo son algunas de las muchas obras de arte que atesora. Pero si hay una a la que volver los ojos atónitos […] esa es la Revolución Protestante. Resulta difícil encontrar en la historia de las religiones un conflicto tan brutal y tan prolongado, pues se extendió más de un siglo. Instigado por el fanatismo y la intolerancia de dos bandos de teólogos exaltados, el cisma dividió naciones y comunidades, destruyó millones de vidas […} Los clérigos son gente muy pulcra a la hora de esconder sus basuras bajo las alfombras. Texto completo, en páginas 13-15.

No hay comentarios:

Publicar un comentario