domingo, 22 de enero de 2023

Domingo 3º del Tiempo Ordinario A (22.01.2023): Mateo 4,12-23 Desde 2019 y siendo Francisco papa, Domingo de la Palabra de Dios y CINCO MINUTOS de AIRES BÍBLICOS (CON SENTIDO COMÚN)

 

Palabra de Dios

Si la expresión 'Palabra de Dios' la escribo en latín, tal vez a muchas personas de edad (de unos setenta años como este menda) les sonará a un documento importante en la historia de la Iglesia. Casi tan importante como la propia  Iglesia y como uno de sus concilios llamado Vaticano II. Esto que decimos como 'Palabra de Dios' se dijo entonces con la expresión latina 'Dei Verbum'. Tal vez estemos diciendo lo mismo. O tal vez no. Depende. 

Se nos dijo a los estudiantes de las cosas de la teología en la década de los años setenta (1970 y más) que en el aula Conciliar del Vaticano II se organizó una buena puesta en común a propósito de esta expresión en latín o en castellano o en la lengua que se desee. Parece ser que no hubo consenso para explicar con claridad y precisión qué se debe entender como Palabra de Dios. En el aula conciliar hubo de todo, diálogo, investigación, enfrentamientos y se acabó por 'estar de acuerdo' en mantener la expresión y que en el andar de los tiempos de la historia se fuera decantando el contenido de la misma. Y en estas andamos.

Esta expresión se refiere, explícitamente, a la biblioteca de los setenta y dos libros que componen la totalidad de la Biblia. Y de ello es de lo que se lee en el documento vaticano Dei Verbum. Así, pues, la Biblia es la Palabra de Dios. Por eso, en las celebraciones de las liturgias eclesiásticas los relatos bíblicos proclamados se suelen concluir con la expresión 'Palabra de Dios' o su variante equivalente 'Palabra del Señor'. Lo que Dios habló en sus momentos oportunos quedó transcrito en lo que hoy conocemos como la Biblia. Y, después del último libro de la Biblia, el Apocalipsis, ¿Dios se calló y ya no habló más? ¿Qué Dios es el que habló en el capítulo primero del Génesis cuando se habla de cómo fueron las cosas de la creación de todo? ¿Qué Dios es el habló en el capítulo segundo del mismo libro cuando habla de manera tan distinta y distante a lo que se acaba de leer en el capítulo primero? ¿Fue un solo Dios el que habló en un momento o en otro? ¿Fueron dos Dioses distintos?

Si me atrevo a escribir ahora y aquí que 'los dioses no hablan, no hablaron y no hablarán', más de uno me catalogará como ignorante, y tal vez tenga sus razones y esté en lo cierto. Pero no puedo admitir que, por ejemplo el Corán, libro sagrado de la religión islámica, sea obra del mismo Dios que habló para que se escribiera la Biblia. Y así puedo seguir nombrando Religión tras Religión y de sus libros sagrados. Los dioses no escriben libros. Éstos, los libros tanto los llamados sagrados como los llamados profanos, los  escribieron, los escriben y los seguirán escribiendo personas de carne y hueso.

La lectura serena, consciente y crítica de nuestra 'Palabra de Dios' llamada Biblia o al revés, nos constata que hemos de considerar que todo cuanto leemos en la Biblia es 'Palabra de humanos, de personas, de hombres y de mujeres', que se atrevieron a hablar de todo lo que tiene que ver con lo humano, lo personal, lo masculino y lo femenino, lo que se ve y lo que se imagina, lo que nace, vive y muere, lo que acontece en la casa única del mundo ayer y hoy y mañana. Todo es a la vez Palabra de Dios y Palabra de Persona.

No acabaríamos de dialogar de este asunto ni en una página, ni en una hora. Jamás se acabará por precisar con unanimidad a qué llamamos 'palabra de dios' (y lo acabo de escribir en minúsculas), por una sola razón, según mis alcances: Cada uno llevamos dentro a nuestro propio dios, que nace cuando nacemos, vive cuando vivimos. crece cuando crecemos y muere cuando morimos... 

¿Por qué he escrito sobre esto en esta presentación? Porque desde el año 2019 Francisco papa propuso, desde su papado de autoridad, que uno de los cincuenta y dos domingos del año se dedicara en la Iglesia y sus liturgias a 'La Palabra de Dios'. Y que ese día fuera siempre, año tras año, el llamado domingo tercero del Tiempo Ordinario que suele coincidir con estos días de la segunda quincena del mes de enero. Tal vez con esta nueva tradición suceda como con la tradición de origen franciscano del llamado 'belén navideño', con su mula y su buey. Curiosamente, nuestro Benedicto XVI, entre otras cosas más importantes, pasará también a la historia como quien no consiguió quitar a ese par de animales de la tradición de  los 'belenes de la Navidad'.

Creo que es suficiente esta breve reflexión para recordar el quinto aniversario de la iniciativa pastoral del pastor Francisco papa argentino a propósito de la palabra (mejor, por sencillez natural, siempre en minúscula).

A continuación se encuentran los dos comentarios sobre el relato de Mateo, el primero, y sobre el sentido común de la mente narradora de la carta dedicada a su propia criatura en formación permanente, el segundo.


Carmelo Bueno Heras.

 

Domingo 3º del Tiempo Ordinario A (22.01.2023): Mateo 4,12-23

Desde 2019 y siendo Francisco papa, Domingo de la Palabra de Dios

Así lo comento y comparto CONTIGO:

LEO, LEO Y LEO PARA COMPRENDER, ESCRIBIR Y RESPIRAR

Leo sin prisas el relato que se me propone para este nuevo domingo ‘tan especial’ para Francisco papa y el dicasterio vaticano del Culto y la Liturgia.

Leído Mateo 4,12-23, escribo mi primera reflexión o ejercicio que consiste en contemplar en paralelo Mateo 3,1-2 con Mateo 4,17. Lo leo, contemplo y lo escribo:

. Por aquellos días, aparece Juan el Bautista proclamando en el desierto de Judea: Convertíos, porque ha llegado el Reino de los Cielos (Mt 3,1-2).

. Desde entonces empezó Jesús a predicar y decir: Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado (Mt 4,17).

Juan predica en el desierto y Jesús lo hace por toda la Galilea, Ambos anuncian lo mismo, pero no en los mismos lugares. Ambos anuncian que el Reino de los Cielos ha llegado. ¿Puedo traducirlo diciendo que ‘El Cielo ha llegado’? ¿Este Reino de los Cielos estaba lejos y se ha hecho ‘cerca, encarnado, presente, aquí? Este Evangelio del Mateo acaba diciendo que el Jesús del Evangelista no se va a los Cielos: “Yo estoy en vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,28). ¿Puedo añadir a estas PALABRAS, estas otras tres: real y verdaderamente? Pienso que ésta es la manera en que ‘la Palabra de Dios se abraza con mi (nuestras) palabra(s) humana(s)’.

A la primera reflexión añado esta segunda. El relato que se me leerá en la misa eucaristía del celebrante sacerdote se acabará en Mateo 4,23. Sé con certeza que la continuación del texto en Mateo 4,24-25 no se me anunciará ni a mí ni a nadie de los asistentes. Nunca se nos leerán y por eso quiero dejarlos escritos ahora y aquí:

“Con ello, la fama de Jesús llegó a toda Siria y le trajeron todas las personas que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos (epilépticos) y paralíticos y los curó. Y le siguió mucha gente de Galilea, de los pueblos de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea, y de la región del oriente del Jordán”.

Recuerdo estas palabras del relato del Evangelista porque esta inmensa cantidad de gente es la que se va a reunir en la ladera de un monte, al que se llamará ‘de las Bienaventuranzas’.  Tal vez, en la mente narradora de Mateo este monte sería ‘un nuevo monte Sinaí’ como aquel de los Diez Mandamientos de Yavé-Dios que le fueron entregados al Moisés de Israel.

Toda esta novedad, para el Evangelista Mateo, se llama Jesús de Nazaret, el Cielo en la tierra, el nuevo Israel, la alternativa al Yavé-Dios de la Ley y del Templo y del Sacerdocio. Esto no es sencillo de explicar en tres líneas de comentario, por eso será bueno leerse Mateo 5-9, hasta terminar en 9,35-38.  De esta manera se comprenderá que en la llamada a los cuatro primeros seguidores de Jesús (Mateo 4,18-22), tú y yo nos sintamos también invitados al mismo seguimiento, tarea y misión de Jesús de Nazaret. Así, aquello del Reino de los Cielos sucede aquí y ahora, contigo y conmigo y con tantos y con aquel Jesús, real y verdaderamente. Carmelo Bueno Heras.

 

 CINCO MINUTOS de AIRES BÍBLICOS 

. Si se puede decir en un artículo de revista, ¿para qué escribir un libro de 200 páginas?

. Si se puede decir en una página, ¿para qué escribir un artículo de revista?

. Si se puede decir en un puñado de versos, ¿para qué escribir una página?

. Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’ es una semilla que confío a la sabiduría de tu saber leer, que es despertar; de tu saber interpretar, que es cuidar; de tu saber compartir, que es saborear. Siempre pretenderé que esta ‘semilla de los cinco minutos’ tenga la ‘denominación de origen’ de su autor. 

Semana 9ª (22.01.2023)

CON SENTIDO COMÚN

Hoy he tenido que hacer un justificante a mi hijo para su maestro del instituto, ya que no ha podido asistir, porque ha ido al médico.

Evidentemente lo he redactado con corrección, dirigiéndome a él de usted e iniciando la conversación con un "Estimado Sr. Profesor".

Cuando mi hijo lo ha leído se ha asombrado y me ha preguntado por qué escribía una simple justificación con tanta corrección, ya que solo era para ‘el profe’. Y ha añadido: "Ni que fuera el Presidente del Gobierno".

Y le he contestado lo siguiente:

Querido hijo, posiblemente, un maestro es una de las pocas personas en este mundo a la que debes respeto ya que de ella depende que en el futuro seas una persona educada y con conocimientos. De él dependen, también, los presidentes del gobierno y cualquier otra profesión. Por sus clases han pasado todas las personas que nos encontraremos a lo largo de nuestra vida.

Presidente del gobierno puede ser cualquiera, como puedes ver últimamente. Maestros sólo lo son unos pocos, dispuestos a llevar una vida de lucha y esfuerzo, para inculcar unos valores al bien más preciado por los padres: sus hijos.

Todos los días cedo mi sitio al maestro, durante gran parte del día, para que colabore en tu educación, pero JAMÁS permitiría que un Presidente de Gobierno lo hiciera.

Esta es la razón por la que le demuestro mi respeto y afecto.

Si este justificante fuera para un Presidente de Gobierno, posiblemente ni tan solo lo escribiría, porque a un presidente de gobierno, a cualquier presidente de cualquier gobierno, le importa muy poco tu educación.

 

Mi hijo me ha mirado sonriendo, y me ha dicho: "Tienes razón".

No se sabe quién escribió este texto.  Tal vez lo hizo una MAESTRA que no quiso dejar su huella en su nombre. Pero eso sí, lo escribió en recuerdo del profesor fallecido en Barcelona esta semana de la primavera del mes de abril del año 2015.

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