En Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria Nueva, sepultura de san Marcelo I, papa, que, como atestigua san Dámaso, fue un verdadero pastor, por lo que sufrió mucho. Fue expulsado de su patria y murió en el destierro tras ser denunciado falsamente ante el tirano por algunos que despreciaban la penitencia que les había impuesto. († c. 309)
En la ciudad de Aulona, en Iliria, san Danacto, mártir. († s. inc.)
En Rinocorura, en Egipto, san Melas, obispo, que en tiempo del emperador arriano Valente sufrió el destierro por su adhesión a la fe ortodoxa, tras lo cual descansó en paz. († c. 390)
En Arlés, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Honorato, obispo, que fundó el célebre monasterio en la isla de Lérins y, después, aceptó regir la sede de Arlés. († 429)
En Moûtiers, en la Galia Vienense, san Jacobo, obispo, discípulo de san Honorato de Lérins. († s. V)
En la ciudad de Oderzo, en la región de Venecia, san Ticiano, obispo. († c. s. V)
En la región de Tours, en la Galia Lugdunense, conmemoración de san Leobato, abad, a quien su maestro, san Urso, designó como superior del monasterio recién fundado de Sénevière, el cual gobernó santamente hasta su vejez. († s. V)
En el lugar de Dombes, también en la Galia Lugdunense, san Triverio, presbítero, monje y finalmente eremita. († c. 550)
En Mazerolles, junto al río Alteia, en la Galia, san Furseo, abad primero en Irlanda, después en Inglaterra y finalmente en la Galia, donde fundó el monasterio de Lagny. († c. 650)
En la ciudad de Bagno, de la Romagna, santa Juana, virgen, que, admitida en la Orden camaldulense, se distinguió por su obediencia y humildad. († 1105)
En Marrakech, en el Magreb, santos mártires Berardo, Otón y Pedro, presbíteros, y Acursio y Aiuto, religiosos, todos de la Orden de los Hermanos Menores, que, enviados por san Francisco para anunciar el Evangelio a los musulmanes, fueron apresados en Sevilla y trasladados a Marrakech, donde les ajusticiaron con la espada por orden del príncipe de los sarracenos. († c. 1220)
En Kandy, ciudad de la isla de Ceilán, en el Océano Índico, san José Vaz, presbítero de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, que se entregó con admirable ardor a predicar el Evangelio por aquellas tierras, e incansablemente confirmó en la fe a los católicos que permanecían dispersos y escondidos. († 1711)
En Gijón, Asturias, España, beato Luis Ormières, presbítero, fundador de las Hermanas del Ángel de la Guarda. († 1890)
En Brescia, en Italia, beato José Antonio Tovini, el cual, siendo maestro, se ocupó en erigir numerosas escuelas cristianas y en promover la construcción de obras públicas, y en toda su actividad dejó testimonio de su oración y de sus virtudes. († 1897)
En Valencia, ciudad de España, beata Juana María Condesa Lluch, virgen, que, con solícita caridad y espíritu de sacrificio hacia los pobres, niños y, especialmente, hacia las mujeres que trabajaban fuera de casa, se entregó completamente a su atención. Fundó para su tutela la Congregación de Esclavas de María Inmaculada. († 1916)
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