Ignacio de Loyola peregrina para conocer a Jesús, amarlo más, seguirlo y servirlo mejor en su Iglesia
(RV).- (Con audio)
Una primera intención es el “conocimiento interno del Señor que por mi se ha hecho hombre, para que más lo ame y lo siga”. (Es la petición que más se repite en los Ejercicios Espirituales).
Su peregrinación es el triunfo en su corazón de la alegría del Evangelio -que experimenta con la contemplación de la vida de Cristo y de los santos-. Una alegría que perdura, frente al entusiasmo que siente con sus proyectos y fantasías mundanas y vanas, pero que le dura poco y lo deja triste y vacío.
El conocimiento de Cristo y sus efectos, como la consolación, el gozo, la alegría interior que ocupan ahora su alma -libre de todas las especias de pecado que antes tenía-, son la fuerza nueva de Ignacio peregrino, su motor rectificado, su mente y su corazón “reseteados”.
Con esta intención se pone en camino a tras las huellas de Jesús y se hace peregrino en Tierra Santa; los lugares que Jesús pisó, donde rezó, predicó, curó y resucitó la fe, la esperanza, el amor en el corazón de los pobres y humildes.
La segunda intención viene de aquello a que lo mueve el amor, la imitación, el seguimiento de Cristo -porque Jesús pasó haciendo el bien-, es “ayudar a las almas”. Los sentimientos de compasión, amor, ternura, del corazón del Señor lo mueven a discernir -con Jesús y su Iglesia como centro- cuál es la mejor manera de ayudar a las almas.
Así, la contemplación para conocer más a Jesús para amarlo más y servirlo mejor, con la fuerza de la alegría del Evangelio, se transforma en la búsqueda y el encuentro del querer mismo de Dios en la propia vida sobre el modo mejor de ayudar a las almas. Y va quedando de lado la complacencia en el propio amor, querer e interés, que nos deja vacíos y tristes.
Esta intención de Ignacio de Loyola de ayudar a las almas del mejor modo posible, es el criterio para decidir primero estudiar en parís y después, para unirse con los primeros compañeros en Roma, con los que funda la Compañía de Jesús y se ofrece al Papa para ir donde él quiera enviarlos como Vicario de Cristo y Sucesor de Pedro.
San Ignacio de Loyola Ruega por nosotros.
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