El Peregrino Ignacio de Loyola (1)
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- (Con audio) Así se define y apoda él mismo: “el peregrino”. Este santo que, como patrono universal de los ejercicios espirituales, ofrece a la Iglesia toda desde el 1500, un itinerario espiritual completo con el que millones de personas se han encontrado con Jesús en su Iglesia, para amarlo y servirlo mejor, rezaba y hace rezar al inicio de cada tiempo de oración:
“Que todas mis intenciones acciones y operaciones estén sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Dios”.
Ignacio De Loyola no es un vagabundo. Es un peregrino porque tiene un objetivo, un sentido preciso para su vida: el servicio y alabanza de Dios.
Intenciones, acciones y operaciones, todo su ser ordenado a Dios, en peregrinación física y espiritual. Y este espíritu, esta comprensión y visión clara del sentido de su vida lo ayuda a desatarse, liberarse de las ataduras, apegos, afectos desordenados, para salir del yo mío para mi conmigo del egoísmo y poder ir a Dios y al hermano.
No había biblias pero si escritos sobre la Vida de Cristo y de los Santos y esto le “resetea” la cabeza y el corazón a Ignacio de Loyola, que en su convalecencia de la herida de guerra. Y empieza a ver, a pensar y sentir distinto: la vida de Cristo y de los santos es realmente verdadera y plena. Su vida no puede continuar sustentándose con la inconsistencia de su fantasía y de sus proyectos mundanos y vanos. Y se pone en camino tras las huellas de Jesús, pidiendo el amparo de la Virgen en cada uno de los santuarios por los que pasa en su peregrinación a Tierra Santa.
¿Tus intenciones, acciones, operaciones hacia dónde están ordenadas), ¿Sos un vagabundo o un peregrino?
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