Quién está con Cristo y quién no, es la clave para la felicidad, dijo el Papa
Reflexiones en Frontera, jesuita Guillermo Ortiz
Inicio y semilla del Reino de los Cielos, la Iglesia camina hacia la meta última y maravillosa, explicó el Obispo de Roma en su catequesis del 26 de noviembre, en la plaza del santuario de san Pedro, ante miles de fieles y peregrinos presentes a pesar de la lluvia, al día siguiente de sus discursos en el Parlamento Europeo y al Consejo de Europa en Estrasburgo y a dos días de su viaje a Turquía.
El Papa afirmó que en este camino de la Iglesia, “es hermoso percibir la comunión entre la Iglesia celestial, que nos sostiene con su intercesión, y nosotros, que en la Eucaristía estamos invitados a ofrecer oraciones por las almas que se encuentran a la espera de la felicidad eterna”. Asimismo precisó que desde “la perspectiva cristiana, la distinción ya no es entre quien está muerto o quien no lo está, sino entre quien está con Cristo y quien no lo está; éste es el elemento fundamental y decisivo para nuestra felicidad”.
Antes de pedir a María, nuestra Madre del cielo, que nos acompañe siempre y nos ayude a ser, como ella, signo gozoso de esperanza para nuestros hermanos, el Sucesor en la Cátedra de Pedro expresó que, desconocemos el tiempo, pero sabemos que Dios nos prepara una nueva tierra, donde la felicidad saciará de manera sobreabundante los deseos del corazón del hombre, libres de todo mal y de la misma muerte.
Texto completo de la síntesis del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas: En la catequesis de hoy reflexionamos sobre la Iglesia que peregrina hacia el Reino.
Como bien afirma el Concilio Vaticano II, la Iglesia no es una realidad estática, sino que camina continuamente en la historia hacia la meta última y maravillosa que es el Reino de los Cielos, del cual la Iglesia es en la tierra su semilla e inicio. En este camino, es hermoso percibir la comunión entre la Iglesia celestial, que nos sostiene con su intercesión, y nosotros, que en la Eucaristía estamos invitados a ofrecer oraciones por las almas que se encuentran a la espera de la felicidad eterna. Desde la perspectiva cristiana, la distinción ya no es entre quien está muerto o quien no lo está, sino entre quien está con Cristo y quien no lo está; éste es el elemento fundamental y decisivo para nuestra felicidad.
Aunque ignoramos el tiempo en el que llegará el fin de todo lo creado, sabemos por la Revelación que Dios nos prepara una nueva tierra, donde habitará la justicia y la felicidad saciará de manera sobreabundante los deseos del corazón del hombre. Esto es el “Paraíso”, que no es un lugar sino un “estado”, donde nuestras esperanzas serán verdaderamente colmadas, en una nueva creación, con plenitud de ser, verdad y belleza, libre de todo mal y de la misma muerte.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México, así como a los venidos de otros países latinoamericanos. Conscientes del don maravilloso de pertenecer a la Iglesia, pidamos a la Virgen María, nuestra Madre del cielo, que nos acompañe siempre y nos ayude a ser, como ella, signo gozoso de esperanza para nuestros hermanos. Muchas gracias.
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