domingo, 1 de noviembre de 2015

Beato Rainiero Aretino - Beatos Pedro Pablo Navarro, Dionisio Fujishima, Pedro Onizuka Sandayu y Clemente Kyuemon 01112015

Beato Rainiero Aretino

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Beato Rainiero Aretino, religioso
En Borgo Sansepolcro, lugar de Umbría, beato Rainiero Aretino, de la Orden de los Hermanos Menores, que brilló por su humildad, pobreza y paciencia.
No conocemos la fecha de nacimiento de este religioso lego, franciscano minorita, que falleció en Sansepolcro, su ciudad natal, el 1 de noviembre de 1304, siendo enseguida venerado por el pueblo como santo. Su vida transcurrió en el cumplimiento del humilde oficio de portero y limosnero, que le permitió estar en contacto con los más pobres, con la gente sencilla del pueblo y con todos los necesitados que llamaban a las puertas del convento en busca de algo de alimento. La muerte le sobrevino en la bodega, donde estaba realizando su trabajo para los hermanos de la fraternidad.

Pocos días después de su muerte el municipio, que ordenó embalsamar su cuerpo y recoger las relaciones de los milagros atribuidos a él, también hizo que construyeran un altar monumental en honor de Ranieri. En dicho altar, que aún existe en la iglesia de San Francisco de los conventuales de Sansepolcro, se lee la siguiente inscripción en latín: «En el año del Señor 1304, en la fiesta de todos los santos, el santo Ranieri emigró al Señor. En dicho año el ayuntamiento del Borgo mandó hacer este altar para honra de Dios y magnificencia de dicho santo. Amén».

Entre los milagros que se le atribuyen después de su muerte está la resurrección de dos niños, motivo por el cual al beato Rainiero lo invocan las mujeres en el momento del parto. Pio VII reconoció el culto en 1802, y su memoria litúrgica se celebra el 31 de octubre, un día antes de su muerte, por coincidir el 1 de noviembre con la solemnidad de todos los Santos. Su cuerpo reposa en la cripta de la iglesia de San Francisco de su ciudad natal.
fuente: Frate Francesco



Beato Pedro Pablo Navarro

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Beatos Pedro Pablo Navarro, Dionisio Fujishima, Pedro Onizuka Sandayu y Clemente Kyuemon, mártires
En Shimabara, lugar de Japón, beatos Pedro Pablo Navarro, presbítero, Dionisio Fujishima y Pedro Onizuka Sandayu, religiosos de la Orden de la Compañía de Jesús, y Clemente Kyuemon, mártires, que fueron sometidos al tormento del fuego por quienes odiaban la fe.
En 1867, el mismo año en que se reanudó la persecución en Urakami, aunque no llegó al derramamiento de sangre, el papa Pío IX beatificó a 205 mártires del Japón. Por diversas causas (entre las que desgraciadamente nos vemos obligados a reconocer la de los celos nacionales y aun las rivalidades religiosas entre los misioneros de varias órdenes) el «shogun» Ieyasu Tokugawa decretó que el cristianismo tenía que ser abolido. La persecución se inició en 1614, y los beatos sufrieron el martirio entre los años 1617 y 1632. La persecución aumentó gradualmente en intensidad hasta 1622, cuando tuvo lugar la «gran matanza».

El beato Pablo Navarro fue quemado en vida en Shimabara, el l de noviembre del mismo año. Había nacido en 1560, era italiano, y estuvo largo tiempo en la India antes de misionar en el Japón. Llegó a dominar el idioma a la perfección, ejerció su ministerio con celo extraordinario en Nagasaki y otras partes y, durante veinte años, fue rector de la casa de los jesuitas en Amanguchi. Las cartas llenas de nobles y elevados conceptos que escribió el padre Navarro en vísperas de su martirio, fueron impresas en el segundo volumen de la «Histoire de la Religion Chrétienne au Japon» (1869), de L. Pagés.

Con él fueron también quemados los jesuitas japoneses Dionisio Fujishima y Pedro Onizuka Sandayu (nacidos en 1584 y 1604 respectivamente), y el catequista Clemente Kiuyemon (nacido en 1574). Habían llegado al lugar del suplicio cantando las letanías de la Virgen. Muchos espectadores, entre ellos los cristianos, admiraban la fortaleza y serenidad de los testigos de Cristo. El rey Bungodono, contrario a la sentencia imperial de muerte, pero que no podía impedir, ordenó que fueran muchos los haces de leña para que los mártires, muriendo pronto, padeciesen menos, y que estuviesen muy cercanos a los postes en donde eran atados.

Noticia realizada con fragmentos del Butler-Guinea correspondiente al artículo genérico sobre la persecución en Japón, tomo III, pág 512ss., y los datos personales de Año Cristiano, BAC, 2003, 1 de noviembre. El artículo del Butler, aunque excede a nuestro tema porque abarca el conjunto de la persecución de esos años, tiene datos muy ilustrativos y bibliografía.


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