Santos Lázaro y María, santos del NT
fecha: 29 de julio
fecha en el calendario anterior: 17 de diciembre
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
fecha en el calendario anterior: 17 de diciembre
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
Conmemoración de san Lázaro, hermano de
santa Marta, a quien lloró el Señor al saber que había muerto y después
resucitó, y de santa María, su hermana, la cual, mientras Marta se ocupaba
inquieta y nerviosa en preparar todo lo necesario, ella, sentada a los pies del
Señor, escuchaba sus palabras.
patronazgo: Lázaro: patrono de los carniceros,
enterradores, mendigos, leprosos y leprosarios.
refieren a este santo: Santa María
Magdalena
Marta, María, Lázaro... la nueva
organización del Martirologio Romano ha dado un importante paso al inscribir en
un mismo día a los tres hermanos, de quienes las únicas noticias que tenemos
tienen que ver con que son hermanos y están juntos. Lamentablemente, aun falta
que algún ajuste ulterior de la liturgia haga que la memoria obligatoria de
santa Marta se transforme en memoria obligatoria de los tres santos juntos.
Durante siglos se confundió a María de Betania con María Magdalena, lo que es
incorrecto desde el punto de vista de cómo son presentados los respectivos
personajes en el Evangelio.
Marta y su hermana María como anfitrionas
de Jesús en «un pueblo» -aunque sin mencionar ni a Lázaro ni al pueblo de
Betania-, aparecen en un breve relato de san Lucas, 10,38-42, y a su vez las
dos hermanas relacionadas con Lázaro y con Betania aparecen mencionadas en Juan
11,1-53, el largo y significativo relato de la resurrección de Lázaro (que
resulta ser la motivación inmediata de la muerte de Jesús, v.47ss) y nuevamente
en Juan 12,1-8, con la escena de la unción en Betania. Hubo muchas mociones
dentro de la exégesis, sobre todo en el siglo XX, de interpretar estos
personajes como ficticios, es decir, que serían símbolos «puros», no
provenientes de recuerdos concretos sino «fabricados», por así decir, en la
catequesis de los primeros años para enseñar actitudes cristianas concretas.
Debe tenerse presente que los evangelios se compusieron como catequesis, es
decir, no como meros recuerdos biográficos de Jesús, sino para enseñarnos quién
es él, para enseñarnos a ver lo no-visible de Jesús; por ello es lógico que
todos los elementos que componen los evangelios contengan algo de simbolismo.
Prácticamente nada de lo que se dice en los evangelios se cuenta simplemente
porque forma parte de un recuerdo histórico, sino que todo está al servicio de
contar ese significado de Jesús. Sin embargo, dicho esto, debe afirmarse con la
misma contundencia que todo lo que los evangelios cuentan sobre Jesús lo basan,
no en su propia imaginación, sino en cosas que realmente han sucedido, en
personajes que realmente rodearon a Jesús, y en acontecimientos que se
verificaron; aun cuando esas cosas, esos personajes, esos acontecimientos, han
sido siempre «trabajados» simbólica y literariamente para provocar una
enseñanza en el lector.
Tomemos el caso de Lázaro. ¿Existió un
personaje Lázaro, amigo de Jesús, al que Jesús haya resucitado? salvo para
quien quiere mantener una postura en extremo hipercrítica, y que de antemano
rechace toda conexión de los evangelios con la realidad, el análisis de los
relatos muestra que todo lo que se dice sobre Lázaro se refiere a una persona
concreta. Es claro que para cualquiera es difícil de aceptar la resurrección de
un muerto, y no ya la resurrección trascendente de Jesús, que resucita y pasa a
«otra dimensión de realidad», sino la de alguien que ayer estaba enterrado y
hoy está otra vez comiendo con los suyos... pero la resurrección de Lázaro no
es mas difícil de aceptar que la de la hija de Jairo. Y si Jesús no resucitó
muertos porque es difícil de aceptar, ni expulsó demonios porque es difícil de
aceptar, ni realizó milagros porque es difícil de aceptar.... ¿por qué se
supone que resultó tan urticante y molesto al punto de que valía la pena
sacarlo de en medio al precio que fuera? Jesús resucitó a Lázaro, y manifestó
con ello un poder sobre la vida, de tal modo que años más tarde, y habiendo
vivido la experiencia de la Pascua, el evangelio de Juan pudo reflexionar y
encontrar en ese hecho una gran profundidad de enseñanzas catequéticas sobre el
poder de la luz, sobre el dolor y el amor fraterno, sobre la esperanza, sobre
la fe en que Jesús es el Cristo, y utilizar ese hecho real de la resurrección,
que tal vez fue conocida de unos pocos, ya que ocurrió en una aldea, y
proyectar a través de ello una «clase magistral», los capítulos 11 y 12 de
Juan, que hacen la bisagra entre la predicación de Jesús y su «Hora».
Sobre Marta y María tenemos las dos
actitudes bien plasmadas en el relato de Lázaro: Marta que sale al encuentro,
discute con Jesús, en el capítulo 12 sirve la mesa: Marta es activa. De María
se dan tres pinceladas: permaneció en la casa (es decir, de duelo), pero en
cuanto oyó que Jesús la llamaba «se levantó rápidamente, y se fue donde él» (v.
29), cuando lo ve a Jesús «cayó a sus pies» (v. 32), y en la escena del
capítulo 12 «ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos» (v. 3).
Curiosamente, la tres referencias a María la muestran "a ras de
suelo", mientras que Marta está erguida, discute, va y viene. Juan enseñó
cuestiones importantes en torno a la fe por medio de estas dos hermanas, pero
el centro de lo que estaba hablando está puesto en la resurrección de Lázaro y
en la próxima muerte de Jesús. San Lucas, sin embargo, supo encontrar en esas
dos hermanas dos actitudes que seguramente han sido una constante en la vida de
la Iglesia desde el inicio, y que más tarde darán lugar a los caracteres «activo»
y «contemplativo», así que nos cuenta una escena en donde esos dos caracteres
están manifiestos al extremo: Marta, que «se preocupa y se agita», y María que
«ha elegido la parte buena», contraposición que sirve para dar otro ejemplo más
de una doctrina que es absolutamente central en la predicación de Jesús y que
recorre los cuatro evangelios: sólo una cosa es importante; aunque
eso único importante se tematiza en distintas partes del Evangelio con
distintos nombres: buscar el Reino de Dios y su justicia, permenecer unidos a
la Vid, ver al Padre, etc.
Marta, María, Lázaro, tres hermanos,
amigos de Jesús, que han sido vehículos para enseñanzas que difícilmente no
tengamos en la memoria, precisamente porque han sido transmitidas a través de
hechos extraordinariamente cotidianos: la agitación e inquietud que provoca la
vida misma, el deseo frecuentemente insatisfecho de permanecer en silencio ante
Dios, el dolor de una pérdida... acontecimientos de los que ninguna vida está
libre, aunque son aquellos de los que más nos cuesta hablar.
No tiene sentido detenerme aquí en lo que
la leyenda posterior ha hecho de estos personajes: de Lázaro un obispo de
Chipre o de Marsella, de Marta, evangelizadora de la Galia junto con María,
etc... son tradiciones, no sólo incomprobables, sino en muchos detalles
ridículas, y pienso que poco agregan a la comprensión de la santidad de
aquellos que la recibieron irradiada del propio Jesús.
Como bibliografía es recomendable
detenerse en alguna buena exégesis del capítulo 11 de Juan, un relato central
en el mundo del cuarto evangelio; por mi parte recomiendo el análisis que hace
Raymond Brown en «El Evangelio según Juan», ed. Cristiandad, tomo I, págs
738ss. También pueden servir comentarios como el «San Jerónimo», ya sea el
clásico o el nuevo, pero ante un relato tan lleno de detalles, conviene algo
más completo. Quien quiera conocer las leyendas en torno a Lázaro y sus
hermanas, una fuente buena es el Butler-Guinea, en sus artículos del 22 de
julio (María), 29 de julio (Marta) y 17 de diciembre (Lázaro), sobre todo los
dos primeros. No lo he seguido aquí porque preferí centrarme más en la cuestión
de la Escritura, pero es, como siempre, una lectura de buena calidad. La
Enciclopedia Católica, a pesar de sus muchos años, tiene un artículo de Léon Clugnet (1910) muy
interesante y aun valioso sobre las tradiciones provenzales en torno a san
Lázaro, lamentablemente, la traducción castellana que hay en línea apenas
si permite enterarse de lo que habla.
Cuadros:
-Nicolas Froment: La resurrección de Lázaro, 1461, Galleria degli Uffizi, Florencia
-Tintoretto: Jesús en casa de Marta y María, 1570-75, Alte Pinakothek, Munich.
Cuadros:
-Nicolas Froment: La resurrección de Lázaro, 1461, Galleria degli Uffizi, Florencia
-Tintoretto: Jesús en casa de Marta y María, 1570-75, Alte Pinakothek, Munich.
Abel Della Costa
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2618
San Félix, mártir
fecha: 29 de julio
†: s. III/IV - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
†: s. III/IV - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
En Roma, en el tercer miliario de la vía
Portuense, en el cementerio dedicado a su nombre, san Félix, mártir.
Hasta la última reforma del Martirologio,
se celebraba en esta fecha a un «san Félix II», santo, papa y mártir, que nunca
fue santo ni mártir, y peor aun: en realidad fue antipapa, de época del papa
Liberio. Por ese motivo, porque durante siglos se conservó esa celebración que
provenía de una confusión histórica, cualquiera puede comprobar que en los
listados de papas se pasa de Félix I a Félix III, sin que haya Félix II. Lo
cierto es que el Liber Pontificalis romano, es decir, el libro que detallaba el
nombre, la sucesión y los hechos de cada pontífice romano, y que llega hasta
Félix IV, habla de una tumba del mártir san Félix, lo que ayudó a consolidar la
confusión.
Aunque era históricamente un dato ya
probado, recién en 1947 la Santa Sede excluyó definitivamente a Félix II de la
sucesión romana y lo colocó en la lista de antipapas. Consecuentemente, su
nombre no corresponde que esté en el calendario santoral; sin embargo, en el
nuevo Martirologio se conservó ese nombre para honrar, en vez de al antipapa, al
mártir ignoto del que habla el Liber Pontificalis y que por siglos había estado
confundido con el otro. Por supuesto, no sabemos de ese mártir más que el
nombre, y el hecho de que tuvo una basílica en su honor.
La confusión, mucho más completa y
detallada, puede leerse en el Butler-Guinea del 29 de julio. Ver Liber
Pontificalis, ed. Duchesne. Naturalmente, puesto que el «mártir san Félix» es
una incorporación reciente del Martirologio, en reemplazo del otro Félix, no
hay imagen para asignarle.
Abel Della Costa
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El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2620
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