San Germán de Auxerre, obispo
fecha: 31 de julio
n.: c. 378 - †: 448 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 378 - †: 448 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Rávena, en la vía Flaminia, tránsito
de san Germán, obispo de Auxerre, defensor de la fe de los británicos frente la
herejía pelagiana, el cual, habiendo acudido a Rávena para obtener la paz para
la región de Armórica, fue recibido triunfalmente por los emperadores
Valentiniano y Gala Placidia, subiendo después desde allí al reino celestial.
patronazgo: protector contra el perjurio y la
diarrea, el dolor abdominal, la rabia y la locura.
refieren a este santo: San Amador de
Auxerre, San Celestino I, Santa Genoveva, San Lupo de
Troyes, San Paladio, San Pedro
Crisólogo, San Prisco y
compañeros
Aunque no existe ningún santo al que se
pueda llamar propiamente «el apóstol de Inglaterra», san Germán fue quien
consolidó la Iglesia en el país cuando terminó el imperio romano; además de
luchar contra la herejía, el santo convirtió a numerosos ingleses. Por otra
parte, la influencia que san Germán ejerció sobre san Patricio dejó
también huella en Irlanda. Sin embargo, nada hacía presagiar en los años mozos
del santo el futuro que Dios le tenía reservado. Germán nació en Auxerre, de
padres cristianos. Después de estudiar en las Galias, se trasladó a Roma a
estudiar leyes y retórica. En dicha ciudad practicó con éxito su profesión.
Tras de contraer matrimonio con una joven llamada Eustoquia, fue enviado a la
Galia como «dux» de las Provincias Armóricas. Desempeñó con gran acierto su
cargo de gobernador y, a la muerte de san Amador,
en 418, fue elegido obispo de Auxerre, muy contra su voluntad. Ese súbito
cambio de estado le hizo tomar conciencia de las obligaciones de su nueva
dignidad. Renunció a su posición en el mundo y abrazó una vida de pobreza y
austeridad. Era muy hospitalario con todos, lavaba los pies a los pobres, les
servía personalmente y ayunaba con frecuencia. Construyó un monasterio cerca de
Auxerre, en la otra orilla del Ionne, en honor de los santos Cosme y Damián, y
concedió rentas a la catedral y otras iglesias de Auxerre, que eran muy pobres.
Por entonces, el pelagianismo hacía
estragos en Inglaterra. Pelagio era inglés de nacimiento y, durante sus años de
enseñanza en Roma, había rechazado la doctrina del pecado original y la
necesidad de la gracia para salvarse. Agrícola, uno de sus discípulos, había
difundido esas herejías en Inglaterra, y los obispos se vieron obligados a
intervenir. El Papa San Celestino y los obispos de las Galias designaron a san
Germán para que fuese a Inglaterra, el año 429, acompañado por el obispo de
Troyes, san Lupo.
Poco después de la llegada de los dos prelados, ya se había extendido por toda
Inglaterra la fama de su santidad, doctrina y milagros. Ambos confirmaron en el
bien a los fieles y convirtieron a numerosos herejes, pues predicaban
incesantemente. En cierta ocasión, se organizó una reunión de herejes y
católicos y se concedió a aquéllos el permiso de hablar antes que éstos.
Después de escucharlos durante largo tiempo, los obispos católicos contestaron
con tanta elocuencia y con citas de la Biblia y de los Santos Padres tan
oportunas que dejaron a los herejes sin palabra. Después de esa reunión, san
Germán y su compañero fueron a dar gracias a Dios en la tumba de san Albano y a
pedirle que les concediese buen viaje de retorno a su patria. San Germán mandó
abrir el sepulcro de san Albano y depositó en él su propio relicario, con el
que acababa de devolver la vista a una niña ciega; en cambio, se llevó consigo
uu poco de polvo de los restos del santo y construyó en su honor una iglesia en
Auxerre.
A su regreso, vio al pueblo abrumado bajo
el peso de los impuestos y se trasladó a Arles a fin de interceder por sus
hijos ante el prefecto Auxiliaris, una vez allí devolvió la salud a la esposa
del prefecto y éste le concedió el favor que solicitaba. El año 440 fue nuevamente
a Inglaterra, pues continuaban los estragos del pelagianismo en el país. El
santo convirtió a muchos de los católicos que se habían dejado seducir por los
herejes, desterró a los principales pelagianos y, con su predicación y
milagros, consiguió desarraigar la herejía. Pero san Germán sabía muy bien que
es imposible desterrar la ignorancia con un decreto y que la única manera de
hacer durable la reforma era educar al clero; así pues, fundó varias escuelas
para clérigos y, de ese modo, según dice Beda, «dichas Iglesias conservaron
desde entonces la pureza de la fe y no volvieron a caer en la herejía». Si
exceptuamos el rápido paso de la herejía de Wiclif, que no dejó huella
profunda, las Islas Británicas conservaron la pureza de la fe durante once siglos,
hasta que en el siglo XVI los errores del protestantismo echaron raíces con la
protección de los monarcas.
En el propio de la misa de san Germán que
se usaba antiguamente en la diócesis de París, el Ofertorio rezaba así: «Oí la
voz de una gran muchedumbre del cielo que decía: ¡Aleluya! Y repetía una y otra
vez: ¡Aleluya!» (Apoc. 19,1-3) . Se trataba de una alusión a un hecho que
cuenta Constancio, el biógrafo de san Germán: Durante el primer viaje del santo
a Inglaterra, una expedición de pictos y sajones asoló el país. Los habitantes
reunieron un ejército para defenderse y pidieron al santo que los acompañase en
la campaña, pues tenían gran confianza en sus oraciones. San Germán aceptó y
aprovechó la ocasión para predicar la fe y llevar a la penitencia a los
cristianos. Muchos idólatras pidieron el bautismo durante la cuaresma, y la
ceremonia quedó fijada para la Pascua. Así pues, se construyó con ramas una
especie de iglesia en el campamento, dónde los catecúmenos recibieron el
bautismo; todo el ejército asistió con gran devoción. Después de la Pascua, san
Germán ideó una estratagema que permitió a sus amigos obtener la victoria sin
derramar sangre. En efecto, el santo condujo al pequeño ejército a un estrecho
valle entre dos altas montañas. Cuando llegó la noticia de que se aproximaba el
enemigo, san Germán dio al ejército la orden de gritar «Aleluya» al unísono, y
todo el valle resonó con el eco poderoso de ese grito. Al oír el estruendo, los
bárbaros pensaron que los aguardaba un ejército muy numeroso y huyeron
aterrados. Según la tradición, dicha «batalla» tuvo lugar en Mold, en
Flintshire, en un valle llamado Maes Garmon, pero el hecho es muy dudoso.
El general romano Aecio envió a un
ejército de bárbaros al mando de Goaro para acabar con una rebelión que había
estallado en Armórica. San Germán, temía que los bárbaros cometiesen excesos y
salió al encuentro de Goaro y detuvo por la brida el corcel del general. Goaro
se negó al principio a escuchar al obispo, pero éste insistió y consiguió
arrancarle la promesa de que no proseguiría el avance hasta que Aecio se lo
mandase nuevamente. Por su parte, Aecio dijo al santo que no era imposible que
obtuviese el perdón del emperador. Así pues, san Germán emprendió el viaje a
Ravena. Aunque llegó de noche a la ciudad, su fama le había precedido, de
suerte que todo el pueblo salió a recibirle. San Pedro Crisólogo, obispo de
Ravena, el emperador, Valentiniano III y su madre, Gala Placidia, acogieron
amablemente al visitante; pero precisamente cuando él se hallaba en Ravena,
llegó la noticia de que había ocurrido un nuevo levantamiento en Armórica y la
embajada fracasó. Ese fue el último acto de caridad de su vida, pues Dios le
llamó a Sí en Ravena, el 31 de julio de 449. La translación del cuerpo de san
Germán a Auxerre fue uno de los funerales más solemnes de que se conserva
memoria. El santuario consagrado a san Germán en la gran iglesia abacial que
lleva su nombre, llegó a ser uno de los sitios de peregrinación más famosos.
Saint German's de Cornwall debe su nombre al santo, a quien un sacramentario
del siglo X llama «predicador de la verdad, luz y columna de Cornwall». Una
leyenda medieval narra, entre otras muchas maravillas, que san Germán, se
apareció a un monje llamado Benito y le ordenó que fundase la gran abadía de
Selby.
En Acta Sanctorurn, julio, vol. VII, puede
verse la biografía de san Germán escrita por Constancio. Pero todos los textos
resultan anticuados cuando se los compara con la edición crítica que publicó W.
Levison en 1920. Como tantas otras de las biografías publicadas en MGH.,
Scriptores Merov. (vol. vii, pp. 225-283), el texto de la Vita S. Cermani de
Constancio sufrió numerosas interpolaciones. Sin embargo, se conserva lo
sustancial, y está fuera de duda que Constancio escribió menos de treinta años
después de la muerte de San Germán. Cf. Levison, Bischof Germanus
von Auxerre, en Neues Archiv, vol. XXIX (1904).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
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que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2653
can.: pre-congregación
país: Italia - †: c. s. IV
país: Italia - †: c. s. IV
En Roma, en la vía
Latina, san Tertulino, mártir.
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