Memoria de san Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, que, convertido a la fe católica después de una adolescencia inquieta por los principios doctrinales y las costumbres, fue bautizado en Milán por san Ambrosio y, vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en la actual Argelia, durante treinta y cuatro años fue maestro de su grey, a la que instruyó con sermones y numerosos escritos, con los cuales también combatió valientemente los errores de su tiempo y expuso con sabiduría la recta fe.
En Roma, en el cementerio de Basila, en la vía Salaria Antigua, san Hermes, mártir, que, como refirió el papa san Dámaso, vino de Grecia y Roma lo acogió como ciudadano suyo, cuando fue martirizado por el santo nombre.
En Constanza, de Suabia, conmemoración de san Pelagio, mártir.
En Brioude, en el territorio de los arvernios, en Aquitania, san Julián, mártir, acerca del cual la tradición refiere que, por consejo de san Ferreolo, fue a aquel territorio en tiempo de persecución y allí alcanzó la palma del martirio.
En Constantinopla, san Alejandro, obispo, cuya plegaria apostólica, según escribe san Gregorio Nazianceno, logró vencer al jefe de la herejía arriana.
En Cartago, san Restituto, obispo, en cuya festividad san Agustín ofreció al pueblo un sermón en su honor.
En Sarsina, de la Romagnola, san Vicinio, primer obispo de esta ciudad.
En Saintes, en la Galia, san Viviano, obispo.
En Egipto, san Moisés Etíope, que de conocido ladrón se convirtió en célebre anacoreta, convirtió a muchos de su condición de malhechores y los condujo con él al monasterio.
En Sevilla, en la región hispánica de Andalucía, santa Florentina, virgen, muy versada en las disciplinas eclesiásticas, a la cual sus hermanos los obispos Isidoro y Leandro dedicaron tratados de insigne doctrina.
En Londres, en Inglaterra, beatos mártires Guillermo Dean, presbítero, y siete compañeros, que durante el reinado de Isabel I, en el mismo día, aunque en distintos o cercanos lugares de la ciudad, consumaron en la horca su martirio. Sus nombres son: Beatos Guillermo Gunter, Roberto Morton, Tomás Holford y Jacobo Claxton, presbíteros; Tomás Felton, clérigo de la Orden de los Hermanos Menores; Enrique Webley y Hugo More, seglares.
En Lancaster, también en Inglaterra, san Edmundo Arrowsmith, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que, oriundo del mismo ducado, después de pasar muchos años entregado al cuidado pastoral en su patria, durante el reinado de Carlos I, por ser sacerdote y haber llevado a muchos a la fe católica, fue condenado a morir en la horca, con la oposición incluso de los mismos protestantes del lugar.
En Monterrey, en el territorio de California, san Junípero (Miguel) Serra, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que pasó por muchas dificultades y sufrimientos predicando el Evangelio en su propia lengua a las tribus todavía paganas de aquella región, y defendió con gran valentía los derechos de los pobres y los humildes.
Cerca de la costa de Rochefort, en el litoral francés, beato Carlos Arnaldo Hanus, presbítero y mártir, que, en tiempo de la Revolución Francesa, por ser sacerdote fue encarcelado en una sórdida nave, donde, débil de fuerzas y atacado prontamente por una enfermedad, consumó el martirio.
En Barcelona, en España, santa Joaquina de Vedruna, madre de familia, que educó piadosamente a sus nueve hijos y, una vez viuda, fundó el Instituto de Hermanas Carmelitas de la Caridad. Soportó con ánimo tranquilo toda clase de sufrimientos hasta su muerte, que ocurrió por contagio del cólera. En la Iglesia española se conmemora el 22 de mayo.
En Burdeos, Francia, santa Celia Guérin, esposa de san Luis Martin y madre de santa Teresa del Niño Jesús, canonizada conjuntamente con su marido, cuya memoria se celebra el 29 de julio, como ejemplo de matrimonio cristiano.
En la región de Valencia, también en España, beatos mártires Juan Bautista Faubel Cano y Arturo Ros Montait, padres de familia, que, durante la persecución contra la Iglesia, de los hombres recibieron la muerte y de Dios la vida eterna.
Cerca de la localidad de Vinalesa, en la misma región valenciana, beato Aurelio (José) Ample Alcaide, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártir, que en la referida persecución dio un fruto de gloria a través de la prueba de su fe.
En la ciudad de Nawojowa Góra, en Polonia, beato Alfonso María Mazurek, presbítero y mártir, que, durante la guerra, por su fe en Cristo recibió la muerte a manos de los invasores de su patria.
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