En Roma, en el cementerio de Comodila, en la vía Ostiense, santos mártires Félix y Adaucto, que habiendo confesado juntos a Cristo con una fe inquebrantable, juntos volaron vencedores al cielo.
Conmemoración de sesenta santos mártires, que en Colonia Sufetana, en Africa Bizacena, murieron a manos de los enfurecidos gentiles por haber destruido una estatua de Mercurio.
En Roma, conmemoración de san Pammaquio, senador, insigne por su celo en la fe y por su generosidad hacia los pobres, a cuya piedad hacia Dios se debe la construcción de la basílica que recibe su título en el monte Celio.
En el monasterio de Rébais, en el territorio de Meaux, en Neustria, san Agilo, su primer abad.
En Breuil, también en la región de Meaux, san Fiacrio, eremita, que, oriundo de Irlanda, llevó una vida solitaria.
En Tesalónica, de Macedonia, san Fantino, llamado el Joven, eremita, que se consumió por Cristo con vigilias y fatigas.
En Lucedio, en el Piamonte, san Bononio, abad, que llevó vida eremítica, primero en Egipto y después en el monte Sinaí.
En Trevi, en el Lacio, san Pedro, que, pese a ser analfabeto, cultivó en la soledad la sapiencia del Evangelio.
En Londres, en Inglaterra, santa Margarita Ward, mártir, que, estando casada, durante el reinado de Isabel I fue condenada a muerte por haber ayudado a un sacerdote, sentencia que acogió de buen grado y que se cumplió al ser ahorcada en Tyburn. Allí mismo, con ella consumaron su martirio los beatos mártires Ricardo Leigh, presbítero, y los laicos Eduardo Shelley y Ricardo Martín, ingleses, Juan Roche, irlandés, y Ricardo Lloyd, del país de Gales, el primero por el hecho de ser sacerdote y los otros por haber dado hospitalidad a sacerdotes.
En Saluzzo, en el Piamonte, beato Juan Juvenal Ancina, obispo, que, anteriormente médico, fue uno de los primeros en entrar en el Oratorio de san Felipe Neri.
En Zaragoza, en España, beata María Ráfols, virgen, que cerca del hospital de esta ciudad fundó la Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana y la dirigió con fortaleza de ánimo por entre muchas dificultades.
En Almería, también en España, muerte de los beatos mártires Diego Ventaja Milán, obispo de Almería, y Manuel Medina Olmos, obispo de Guadix, que, encarcelados por quienes odiaban el nombre cristiano, soportaron con paciencia y resignación insultos y vejaciones, hasta recibir de noche un cruel final.
En el camino entre Puebla Tornesa y Villafamés, en la provincia de Castellón, de nuevo en España, beato Joaquín (José) Ferrer Adell, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártir, que con el martirio recibió el premio prometido a los que perseveran.
En Bilbao, otra vez en España, beato Vicente Cabanes Badenas, presbítero de los Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores y mártir, que, durante la misma persecución contra la fe, mereció entrar en el banquete de la gloria.
En Xeresa, Valencia, España, beatas Maria Dolors Oller Angelats (Fidela) y Josefa Monrabal Montaner, religiosas profesas del Instituto de San José de Girona, muertas por odio a la fe.
En Pedralbes, Barcelona, beato Marçal del Penedès (Carles Canyes Santacana), capuchino mártir en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.
En Kfifan, Líbano, Esteban (Yusuf) Nehmé, monje de la Orden Libanesa Maronita, que encontró la santidad en el cumplimiento de la Regla de su orden, con pleno espíritu de abnegación.
En Belo Horizonte, Brasil, beato Eustaquio (Huberto) van Lieshout, sacerdote profeso de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María.
En Venegone, cerca de la ciudad de Varese, en Italia, beato Alfredo Ildefonso Schuster, obispo, que de abad de San Pablo de Roma fue elevado a la sede episcopal de Milán, donde con gran solicitud y diligencia desempeñó, con admirable sabiduría y doctrina, su ministerio de pastor paró el bien de su pueblo.
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