San Calixto I, papa mártir
fecha: 14 de octubre
n.: c. 160 - †: c. 222 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 160 - †: c. 222 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: San Calixto I, papa y mártir, que siendo diácono, después de un
destierro en la isla de Cerdeña, tuvo a su cuidado el cementerio de la vía Apia
que lleva su nombre, donde dejó para la posteridad las memorias de mártires.
Elegido luego papa, promovió la recta doctrina y reconcilió benignamente a los
apóstatas, para terminar su intenso pontificado con la gloria del martirio. En
este día se conmemora su sepultura en el cementerio de Calepodio, en la vía
Aurelia, en Roma.
refieren a este santo: San Ceferino, Santos Ponciano
e Hipólito
Oración: Escucha, Señor, las súplicas de tu
pueblo y concédenos la protección del papa san Calixto, cuyo martirio
celebramos llenos de alegría. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos. Amén (oración litúrgica).
Es lastima que casi todas las noticias que
poseemos sobre San Calixto I procedan de un autor hostil. Según la narración
de san Hipólito,
Calixto era un esclavo. Su amo, un cristiano llamado Carpóforo, le confió la
administración de un banco, y el joven perdió el dinero que habían depositado
en él los cristianos. Seguramente la pérdida no se debió a un robo, pues
Hipólito no hubiera dejado de decírnoslo. Como quiera que fuese, Calixto huyó
de Roma; pero se le capturó en Porto, donde se arrojó al mar para escapar de
sus perseguidores. Los jueces le condenaron a sufrir la pena del molino, que
era una de las más crueles torturas que se imponían a los esclavos; sin
embargo, sus acreedores lograron alcanzarle la libertad, con la esperanza de
recuperar así una parte de su dinero. Poco después, Calixto fue arrestado
nuevamente por causar desórdenes en una sinagoga; la verdad era que Calixto
había ido a la sinagoga a importunar a los judíos para que le pagasen el dinero
que le debían. Los jueces le sentenciaron en esta ocasión a trabajos forzados
en las minas de Cerdeña. Más tarde, todos los cristianos que trabajaban en las
minas fueron puestos en libertad gracias a la intercesión de Marcia, una de las
amantes del emperador Cómodo. Sin duda que esta narración no carece de
fundamento histórico, pero hay que reconocer que Hipólito presenta los hechos
en la peor forma posible, ya que, por ejemplo, afirma que cuando Calixto se
arrojó al mar en Porto, tenía intenciones de suicidarse.
Cuando san Ceferino ascendió
al pontificado, hacia el año 199, nombró a Calixto superintendente del cementerio
cristiano de la Vía Apia, que se llama actualmente cementerio de San Calixto.
En una cripta especial de dicho cementerio, conocida con el nombre de cripta
papal, fueron sepultados todos los papas, desde Ceferino hasta Eutiquiano,
excepto Cornelio y Calixto I. Se dice que san Calixto ensanchó el cementerio y
suprimió los terrenos privados; probablemente fue esa la primera propiedad que
poseyó la Iglesia. La certidumbre de la resurrección de la carne movió a los
santos de todas las épocas a tratar con respeto los cadáveres. En este aspecto,
los primeros cristianos eran extraordinariamente cuidadosos. Juliano el
Apóstata, en su carta a un sacerdote pagano, afirmaba que, a su parecer, los
cristianos habían ganado terreno por tres motivos: «Su bondad y caridad con los
extraños, la diligencia que ponen en dar sepultura a los muertos y la dignidad
de sus pompas fúnebres». Pero debe hacerse notar que los ritos fúnebres de los
cristianos no eran ni de lejos tan pomposos como los de los paganos; en lo que
los aventajaban claramente era en la gravedad y en el respeto religioso, y ello
procedía de la fe profunda en la resurrección de los muertos.
San Calixto fue ordenado diácono por san
Ceferino y llegó a ser su íntimo amigo y consejero, y a la muerte de éste, san
Calixto fue elegido por la mayoría del pueblo y el clero de Roma para
sucederle. San Hipólito, que era el candidato de un partido, atacó
violentamente al nuevo Pontífice por motivos doctrinales y disciplinarios, en
particular porque Calixto I, basándose expresamente en el poder pontificio de
atar y desatar, admitió a la comunión a los asesinos, adúlteros y fornicadores
que habían hecho penitencia pública. Los rigoristas, encabezados por san
Hipólito, se quejaban de que san Calixto hubiese determinado que el hecho de
cometer un pecado mortal no era razón suficiente para deponer a un obispo; que
hubiese admitido a las órdenes a quienes se habían casado dos o tres veces y
que hubiese reconocido la legitimidad de los matrimonios entre las mujeres
libres y los esclavos, lo cual estaba prohibido por la ley civil. Hipólito
llama hereje a san Calixto por haber procedido así en esos puntos de
disciplina, pero no ataca la integridad personal del Pontífice. Así lo acusa
san Hipólito en su Philosophoúmena: «El impostor Calixto ... lo primero que
inventó fue autorizar a los seres humanos a entregarse a los placeres
sensuales. Les dijo, en efecto, que todos recibirían de él el perdón de sus
pecados. Si algún cristiano se ha dejado seducir por otro, si lleva el título
de cristiano y cometiera cualquier transgresión, dicen que el pecado no se le
imputa con tal que se apresure a adherirse a la escuela de Calixto. Y muchas
son las personas que se han beneficiado de esta disposición, sintiéndose
agobiadas bajo el peso de su conciencia y habiendo sido rechazadas por muchas
sectas...» Como se ve, no faltaba munición gruesa.
De hecho, Calixto tuvo el «privilegio» de
ser el primer Papa al que se le opuso un antipapa, precisamente este Hipólito,
que se coronó papa, y siguió persistiendo en su cisma durante dos pontificados
más, aunque finalmente se reconcilió luego con la Iglesia y murió mártir. En
realidad, san Calixto condenó al heresiarca Sabelio, siendo así que san
Hipólito le acusaba de practicar una forma velada de sabelianismo. San Calixto
fue un gran defensor de la sana doctrina y de la disciplina. Chapman llega
incluso a decir que, si tuviésemos más datos sobre san Calixto I, le
consideraríamos tal vez como uno de los más grandes Pontífices de la historia.
Aunque Calixto I no vivió en una época de
persecución, no faltan razones para creer que fue martirizado durante un
levantamiento popular; sus «actas» afirman que fue precipitado en un pozo, pero
dicho documento no merece crédito alguno. San Calixto fue sepultado en la Vía
Aurelia. Probablemente, la actual capilla de San Calixto in Trastevere se
yergue sobre las ruinas de otra, construida por nuestro santo en un terreno que
Alejandro Severo adjudicó a los cristianos al fallarse un pleito legal contra
unos taberneros; el emperador declaró que los ritos de cualquier religión eran
preferibles a los escándalos de una taberna.
El Liber Pontificalis y las actas, que no
merecen crédito alguno (Acta Sanctorum, oct., vol. VI), nos ofrecen muy pocos
datos fidedignos sobre este Pontífice. Sin embargo, hay una literatura muy
considerable sobre las actas del pontificado de San Calixto I. Entre las obras
más importantes citaremos las de Duchesne, History of the Early Church, vol. I;
A. d'Alés, L'édit de Calliste (1913); y J. Galtier, en Revue d'histoire
ecclésiastique, vol. XXIII (1927) , pp. 465-488. Se encontrará una amplia
bibliografía en la obra de J. P. Kirsch, Kirchengeschichte, vol. I (1930), pp.
797-799. Acerca de la sepultura y la catacumba de San Calixto, cf. Comentario
sobre el Martirologium Hieronymianum, pp. 555-556; y Dictionnaire d'Archéologie
chrétienne et de Liturgie,, vol. II, cc. 1657-1754. Artículo proveniente en su
mayor parte de Butler, con agregados de Quasten, Patrología, vol I.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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