En Sebaste, de Armenia, san Irenarco, mártir, que ejerciendo de verdugo se convirtió a Cristo motivado por la constancia de las mujeres cristianas y, bajo el emperador Diocleciano y el prefecto Máximo, murió decapitado.
En el reino vándalo de África, conmemoración de los santos mártires Papiniano, obispo de Vita, y Mansueto, obispo de Urusi, que, en la persecución desencadenada por los vándalos durante el reinado del arriano Genserico, por defender la fe católica fueron quemados en todo su cuerpo con planchas de hierro incandescentes, y así consumaron su gloriosa agonía. En ese mismo tiempo, otros santos obispos fueron primero exiliados, y después coronaron la carrera de su vida con la confesión de la fe: Urbano de Girba, Crescente de Bizacena, Hebetdeo de Teudali, Eustasio de Sufes, Cresconio de Oea, Vicis de Sabrata y Félix de Hadrumeto, y más adelante, bajo Hunnerico, hijo de Genserico, Hortelano de Bennefa y Florenciano de Midila.
En Constantinopla, san Esteban el Joven, monje y mártir, que en tiempo del emperador Constantino Coprónimo, por dar culto a las imágenes sagradas fue atormentado con variados suplicios y confirmó la verdad católica con el derramamiento de su sangre.
Cerca de Rossano, en Calabria, santa Teodora, abadesa, discípula de san Nilo el Joven, maestra en la vida monástica.
En Nápoles, de Campania, sepultura de san Jacobo de la Marca, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, esclarecido por su predicación y austeridad de vida.
En York, en Inglaterra, beato Jacobo Thompson, presbítero y mártir, que, durante el reinado de Isabel I, condenado a la pena capital por haber reconciliado a muchos con la Iglesia católica, sufrió los suplicios del patíbulo.
En el territorio de Khám Duong, en Annam, san Andrés Tran Van Trông, mártir, que, encarcelado y atormentado atrozmente por negarse a pisar la Cruz, fue decapitado en tiempo del emperador Minh Mang.
En el lugar llamado Paracuellos del Jarama, cerca de Madrid, en España, beatos Juan Jesús (Mariano) Adradas Gonzalo, presbítero, y catorce compañeros, mártires y religiosos de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, que durante la persecución contra la fe fueron coronados tras gloriosa pasión. He aquí sus nombres: beatos Guillermo (Vicente) Llop Gayá, Clemente Díaz Sahagún, Lázaro (Juan María) Múgica Goiburu, Martiniano (Antonio) Meléndez Sánchez, Pedro María Alcalde Negredo, Julián Plazaola Artola, Hilario (Antonio) Delgado Vílchez, religiosos profesos; Pedro de Alcántara Bemalte Calzado, Juan Alcalde y Alcalde, Isidro Martínez Izquierdo, Angel Sastre Corporales, novicios; José Mora Velasco, presbítero y postulante; José Ruiz Cuesta, postulante; y Eduardo Bautista Jiménez.
En Picadero de Paterna, en el territorio de Valencia, en España, beato Luis Campos Górriz, mártir, que durante la misma persecución coronó con su glorioso martirio una vida fervorosamente entregada al apostolado y a la caridad.
En Paracuellos de Jarama, Madrid, España, beatos Francisco Esteban Lacal, Vicente Blanco Guadilla, Gregorio Escobar García, Ángel Francisco Bocos Hernández, Juan José Caballero Rodríguez, Justo Gil Pardo, Marcelino Sánchez Fernández, Publio Rodríguez Moslares, José Guerra Andrés, Eleuterio Prado Villaroel, Daniel Gómez Lucas, Justo Fernández González, Clemente Rodríguez Tejerina, sacerdotes, clérigos y religiosos, todos ellos miembros del Instituto de Misioneros Oblatos de María Inmaculada, muertos en época de la Guerra Civil por venerar el nombre de Cristo.
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