domingo, 3 de mayo de 2020

Domingo 4º de Pascua. Ciclo A (03.05.2020): Juan 10,1-10. YO SOY puerta, pastor, luz, pan, agua, palabra... y Domingo 23º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (03.05.2020): Hch 14,1-7. “Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)


El cuarto Evangelio
Leyente, he decidido ir directamente al grano en esta presentación de los comentarios para el domingo primero del mes de mayo. Cuando escribía el comentario no sabía si en la ciudad de Madrid donde vivo habría o no confinamiento. Ahora ya sé que el 'confitamiento' sigue. Así que me da tiempo para pensar mejor lo que pueda escribir. 
Y el grano en cuestión al que me refiero es 'el cuarto Evangelio'. El llamado Evangelio según san Juan. No pretendo comentarlo completamente, porque eso ya lo hice en los cincuenta y dos comentarios escritos en el año eclesiástico que comenzó el domingo día 29 de noviembre del año 2015 y que acabó en el domingo día 20 de noviembre del año 2016.

El mensaje de este 'cuarto Evangelio' será muy difícil que lo lea un judío y se queda como estaba. Estoy convencido de que cualquier judío creyente y practicante no aceptará jamás lo que en él se dice que dijo el judío Jesús de Nazaret. 

El mensaje de este 'cuarto Evangelio' será muy aceptado y acogido y asumido y comulgado por una persona creyente y practicante católica apostólica y romana. Y eso será así, creen mis neuronas, porque es el Evangelio en el que literalmente se afirma reiterativamente y casi hasta cansar que Jesús de Nazaret es Dios e hijo de Dios. Cuando escribo Dios, tendría que escribir estas cuatro letras YHVH (las cuatro letras del dios Yavé, en hebreo). 

Este 'osado' 'cuarto Evangelio' pone en boca del propio Jesús una y otra vez la expresión 'YO SOY'. Y esta era la expresión que le dijo aquel dios Yavé a Moisés. Lo dice explícitamente el Libro del Éxodo capítulo tercero versículo decimocuarto (Éxodo pi, Ex 3,14): Yo soy el que soy, yo soy el que sea. YO SOY. 

Este amigo mío llamado 'cuarto Evangelio' se atreve a decir de Jesús de Galilea, un hombre de carne y hueso, judío, laico y condenado a ser ejecutado en cruz por blasfemo según la Ley de la Religión de Moisés..., se atreve a decir que era DIOS YHVH. No se puede decir mayor blasfemia y herejía con solo cuatro letras (hebreas) o en dos palabras (españolas).

En cambio, las personas de la catolicidad estamos convencidas de la divinidad absoluta de este hombre. Era dios, se despojó de dios, se encarnó en humano, se despojó de humano y volvió a ser dios, precisamente, en YO SOY.

Se comprenderá que practicantes judíos y practicantes cristianos podrán hablar de lo que deseen, pero que jamás se les ocurra tocar el asunto de la persona de Jesús de Nazaret. En este asunto los dos creen tener razón y pertenecer a la religión verdadera. Cuando este asunto se caliente, comenzarán a surgir las voces de las armas que llevan virus de muerte. Que se lo pregunte la historia a la ciudad de Jerusalén.

Pero la inmensa revolución que siembra el autor de este 'cuarto Evangelio' es que este YO SOY que fue Jesús de Nazaret lo somos todos, sin excepción, empezando por ti y por mí. Y esto es lo que hay contar-compartir como Buena Noticia. 

Alguien llamó a esta realidad 'la revolución de la toalla' por haber sido éste el único Evangelista que presenta a Jesús de arrodillado lavador de pies y que se atreve a decir la cosa más elemental del sentido común de la vida: mi único mandamiento es que os améis unos a otros. Nada más. Mi única religión es... mi único dogma es... mi único credo es... mi única identidad es... mi única humanidad es... mi único sacramento es... mi única eucaristía es... mi única divinidad es... 'que os améis unos a otros'. 

Así es como este 'cuarto Evangelio' entiende el Reino de Dios, la misión evangelizadora, la espiritualidad y... en esto consiste toda la religiosidad popular cristiana. La revolución de la toalla y esta revolución del amor están contadas en el capítulo 13 de este 'cuarto Evangelio', el Evangelio del 'YO SOY...'

Curiosa y sospechosamente, este 'cuarto Evangelio' es el que todavía no tiene un ciclo D en las lecturas evangélicas de los domingos dentro de la liturgia católica apostólica romana canonizada en Trento y mantenida sin alteraciones, en este asunto del cuarto Evangelio, en el Concilio Vaticano II.

A continuación se pueden leer los comentarios. También los encontrarás en el archivo adjunto.

Domingo 4º de Pascua. Ciclo A (03.05.2020): Juan 10,1-10.
YO SOY puerta, pastor, luz, pan, agua, palabra... Así lo escribo CONTIGO,

Cada vez comprendo menos las decisiones de la autoridad que selecciona los textos del Evangelio para las celebraciones litúrgicas de los domingos. Sé que esto no dejo de decirlo una y otra vez, pero hay ocasiones en las que este ‘desorden’ grita tanto que ensordece. Para este primer domingo del mes de mayo se nos presenta la oportunidad de leer los diez primeros versículos del capítulo décimo del cuarto Evangelio. ¿Recordarán los oyentes qué cuenta este Evangelista inmediatamente antes e inmediatamente después de estos versículos? Lo dudo.

Comienzo por recordar qué cuenta este narrador en Jn 10,1-10: “Yo soy la puerta’. Esta es la síntesis o semilla de todo el texto que se nos propone. El Jesús de Nazaret en quien cree este Evangelista es ‘una puerta’. Después de contextualizarlo, nos lo ampliamos.

A esta primera parte del capítulo décimo, le sigue el texto de Juan 10,11-21 y en todo el desarrollo sólo se habla de esto: “Yo soy el buen pastor”. Cuando estas dos expresiones que comienzan con el ‘Yo soy’ se las desvincula de su contexto dejan de ser peligrosamente provocativas y se convierten en un desleimiento casi insulso de bla, bla, bla. Este texto no se nos leerá este año en ninguno de sus domingos.

El texto de Juan 10,1-21 es el punto final de la inmensa narración de todo cuanto acontece en Jerusalén en la celebración de la fiesta de las Tiendas, que comienza  a contarse en Juan 7,1. El desencuentro y hasta el enfrentamiento de Jesús de Nazaret con todo cuanto constituye la realidad del Templo, de los Sacerdotes y de la Religión judía adquiere dimensiones trágicas.

Este Evangelista se atreve a poner en boca de su Jesús estas palabras: “Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores... El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir... En cambio, yo he venido para que tengan vida” (Jn 10,8-10). ¿Puede expresarse con mayor claridad la denuncia de este Jesús de Juan a todo cuanto representa la Religión de Israel en aquellos tiempos del siglo primero de nuestra historia?

En esta fecha del tres de mayo, siga o no el confinamiento-confitamiento, me regalaré un tiempo ni corto ni largo para releerme Ezequiel 34. Aquel profeta nos dejó testimonio del actuar de los tenidos como pastores del pueblo de Israel. Pastores y rebaños. Pero ¿quién sirve a quién?, me preguntaré. ¿Por qué están tan presentes en la literatura de las religiones institucionalizadas estas imágenes de los pastores y los rebaños? Por eso no hablo de pastoral.

En el texto de Juan 10,1-10 el Evangelista nos regala otra imagen muy propia también de este contexto de rebaños y pastores: la puerta, por la que entran y salen tanto los pastores como las ovejas. Los sacerdotes de Israel eran la puerta de entrada para comunicarse con el Yavé Dios del Templo y de la Religión judía.

Para este Evangelista, esta puerta es su Jesús de Nazaret al que ya le ha calificado en este Evangelio reiteradamente con el mismo nombre del Dios-Yavé: Yo soy, según se expresa en Éxodo 3,14. En Juan 8,12.24.28 el propio Jesús se llama ‘Yo soy’, una blasfemia para los judíos.
Carmelo Bueno Heras
      
Domingo 23º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (03.05.2020): Hch 14,1-7.
“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

El texto que comentamos en esta ocasión es muy breve. Lucas nos describe la tercera etapa de la evangelización de Pablo y Bernabé. Tiene lugar en la tierra del  poblado de ICONIO. Podemos  recordar. La primera etapa fue en la isla de Chipre. La segunda en Antioquía de Pisidia.

Esta tercera etapa evangelizadora que se nos cuenta en Hch 14,1-7 no sucede sólo en Iconio, sino también y sucesivamente en las ciudades de Listra y Derbe y alrededores. Nuestro sabio cronista Lucas sabe en todo momento cómo alargarse, cómo sintetizar y hasta cómo resumir todo el anuncio del evangelio en tierras de Licaonia: Listra, Derbe y alrededores. Tres palabras. Pero inmediatamente después en Hch 14,8 comenzará a describir esta evangelización en la ciudad de Listra que pertenece a la región de Licaonia

Cuando leo este relato constato el contraste entre estos dos datos de la narración. Por un lado se dice que en Iconio “se detuvieron largo tiempo”. Y, en cambio, toda la información que nos llega de esta misión es que “su mensaje de gracia se acreditaba por medio de las señales y prodigios que realizaba el Señor”. Todo ello se nos dice en un versículo (Hch 14,3).

La lectura sin prisas de este puñado de surcos narrativos nos permite pensar, o  imaginarse, de manera crítica en qué podría consistir aquel ‘mensaje de gracia’ que acabó de manera tan desastrosa: “La población de la ciudad se dividió en bandos, unos estaban por los judíos y otros por los apóstoles...” (Hch 14,4). Desde el comienzo nos había anticipado este cronista que los evangelizadores “entraron en la sinagoga judía, como de costumbre, para hablar”  (Hch 14,1).

Este plan evangelizador de Pablo y Bernabé parece tener una estrategia, porque tanto en Chipre, como en Antioquía de Pisidia y ahora, por tercera vez, en Iconio siempre comenzaron a anunciar ‘el mensaje de gracia’ en la sinagoga y a los judíos. Y esta tarea acaba desencadenando el conflicto. Como lector, no puedo dejar de pensar en lo que le sucedió a Jesús de Nazaret, según nos dejó contado el mismo Lucas, en la sinagoga de su pueblo y que releo contantemente en Lucas 4. Ni Jesús en su tiempo de los años treinta, ni ahora sus seguidores en los años setenta u ochenta del siglo primero consiguieron sembrar en paz una buena semilla dentro de su RELIGION de la Ley, del Templo y de su Sacerdocio.

Tanto Jesús, como Pablo y Bernabé acaban siendo amenazados de maltrato y apedreamiento. El llamado mensaje de la gracia acaba siendo una desgracia. ¿Por qué? ¿Acaso esta Religión de los judíos es como es y no se debe nunca tratar de convertirla, sino sólo conocerla? Tal vez sí.

Me estoy empezando a convencer de que esto mismo es lo que debió de interrogarse Juan Marcos cuando decidió abandonar la misión después de la experiencia en Chipre. Y creo que a Bernabé le va a suceder algo muy semejante dentro de poco, en  Hch 15,36-40. Aquí, pues, Pablo se quedará solo, sin Juan Marcos y sin Bernabé. Parece ser que Pablo seguirá en sus trece de ‘ser la luz’ que trata de llevar a sus gentes de religión judía a no se sabe muy bien qué conversión. Y así llegará en el último de sus viajes hasta la misma Roma. Sólo entonces y desde sus mismos adentros le iluminará ‘otra luz’. ¿Tanto le costó saberse equivocado? Así es. Tanto.
Carmelo Bueno Heras 

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