DAR EL CORAZÓN A LA VIDA
La polución propagandística no favorece la paz soñada,
que brota, como fruto maduro, de los caminos auténticos de la vida. Nuestro
mundo actual rebosa de estímulos engañosos, que golpean dolorosamente a los
incautos y engañan hasta a los bien intencionados. Seduce a las personas con el
espejismo de quimeras inconsistentes y de dudoso contenido. Las desvía del
centro dinámico de su interioridad y las sacia con bocados azucarados de escaso
valor alimenticio. Y la persona, lejos de encontrarse con los anhelos profundos
de su mundo más verdadero, se pierde en las arenas movedizas y atormentadas de
su propio yo.
Allí, ávidamente,
goza de los dividendos fáciles de conquistas deslumbrantes, pero acaba
arrastrándose y haciéndose sorda a las llamadas más íntimas que le vienen de su
mundo más hondo. En vez de responder a ellas y de vivir lo que es, se contenta
con la careta que le hace tan sólo parecer que es. Vive pendiente de la última
moda, vagabundeando, sin una orientación personalizada, sin un compromiso
engrandecedor, esclavizada por las propagandas consumistas que sólo la
satisfacen por el momento, sin darle un rumbo claro y seguro.
Pero nosotros somos realmente más, mucho más que esas
lentejuelas con que el mundo nos reviste. Deseamos más, mucho más que esta
posición social a que nos aferramos y que se nos reconoce. Somos un reino
infinitamente rico y divinamente fascinante, que todavía está por conquistar.
Para ello es preciso armarse de coraje y atreverse a ser grande, enfrentándose
con las mentiras tentadoras que impiden el acceso a la intimidad del corazón.
Y, principalmente, es preciso darle el
corazón a la vida, en vez de pretender el corazón de ella. Fuimos hechos y
existimos, no para aprisionar corazones, sino para liberar el nuestro.
Bernard Shaw dijo, en cierta ocasión, que todos somos reyes,
con la desgracia de que vivimos fuera de nuestro reino. Porque no somos dueños
de nuestro corazón, no podemos dárselo a nadie. Y ésta es la más trágica de las
pobrezas y la más lamentable de las desgracias.
Neylor J. Tonin
autor de “Historias de Sabiduría y
Sabiduría de la A a la Z”
LO MEJOR DE ANTHONY DE MELLO
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